Salvados por los esfuerzos en favor de otros
Una iglesia que trabaja es una iglesia que crece. Los miembros hallan estímulo y tónico en ayudar a los demás. He leído que en cierta ocasión un hombre, mientras viajaba en un día de invierno por lugares donde la nieve se había amontonado en grandes cantidades, quedó entumecido por el frío, que le estaba quitando imperceptiblemente toda fuerza vital. Estaba casi congelado, y a punto de renunciar a la lucha por la existencia, cuando oyó los gemidos de un compañero de viaje, que también perecía de frío. Su simpatía se despertó, y resolvió salvarlo. Restregó los helados miembros del desdichado, y después de muchos esfuerzos logró ponerlo de pie. Como el recién hallado no podía estarse de pie, lo llevó en brazos, con simpatía, a través de amontonamientos de nieve que él nunca hubiese pensado poder pasar solo.OE 208.3
Cuando hubo llevado a su compañero de viaje a un lugar de refugio, comprendió repentinamente que al salvar a su prójimo, se había salvado a sí mismo. Sus ardorosos esfuerzos para ayudar a otro habían vivificado la sangre que se estaba helando en sus propias venas, y habían hecho llegar un sano calor a sus extremidades.OE 209.1
La lección de que al ayudar a otros nosotros mismos recibimos ayuda, debe ser presentada de continuo con instancia a los creyentes nuevos, por precepto y ejemplo a fin de que en su experiencia cristiana obtengan los mejores resultados. Salgan a trabajar para otros los abatidos, los que están propensos a creer que el camino a la vida eterna es penoso y difícil. Los tales esfuerzos, unidos a la oración por la luz divina, harán palpitar sus corazones con la vivificadora influencia de la gracia de Dios, y sus propios afectos reflejarán más fervor divino. Toda su vida cristiana será más real, ferviente y llena de oración.OE 209.2
Recordemos que somos peregrinos y extranjeros en esta tierra, que buscamos una patria mejor, a saber, la celestial. Los que se han unido al Señor en el pacto de servicio se hallan en la obligación de cooperar con él en la obra de salvar almas.OE 209.3
Hagan los miembros de la iglesia fielmente su parte durante la semana, y relaten sus experiencias el sábado. La reunión será entonces como alimento a su debido tiempo, que reportará a todos los presentes nueva vida y renovado vigor. Cuando el pueblo de Dios vea la gran necesidad que tiene de trabajar como Cristo trabajaba por la conversión de los pecadores, los testimonios que dé en los cultos del sábado estarán llenos de poder. Con gozo darán testimonio de cuán preciosa es la experiencia que adquirieron trabajando para otros.OE 210.1