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El Ministerio de la Bondad

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    Capítulo 27—El cuidado de los huérfanos

    Se necesitan padres y madres cristianos—Hasta que la muerte sea sorbida con victoria habrá huérfanos que cuidar, que sufrirán de muchas maneras, si no se ejerce en su beneficio la tierna compasión y bondadoso amor de nuestros miembros de iglesia. El Señor te pide que “a los pobres errantes metas en casa”. Los cristianos deben proporcionar padres y madres para estos desheredados. La compasión por la viuda y el huérfano manifestada en oraciones y obras llegará en memoria delante de Dios, para ser recompensada pronto.—The Review and Herald, 27 de junio de 1893.MB 230.1

    Cristo dice: cuidad a estos niños—Criaturas sin padre ni madre son arrojadas en los brazos de la iglesia, y Cristo dice a sus seguidores: Recibid a estos niños desheredados, acercadlos a mí, y recibiréis vuestra recompensa. A este respecto, he visto la manifestación de mucho egoísmo. A menos que haya una evidencia especial de que ellos mismos se beneficiarían al adoptar en sus hogares a los que los necesitan, algunos se apartan y contestan: No. Ellos no parecen saber ni preocuparse si los tales se salvan o pierden. Piensan que eso no es asunto suyo. Como Caín, dicen: “¿Soy yo guarda de mi hermano?” No desean exponerse a molestias o hacer ningún sacrificio por los huérfanos, y con indiferencia empujan a los tales a los brazos del mundo, donde a veces hay quienes los reciben con más voluntad que esos profesos cristianos. En el día del Señor se preguntará por aquellos a quienes el cielo les dió la oportunidad de salvarlos. Pero ellos quisieron excusarse, y no se empeñaron en la buena obra a menos que no pudieran hacer de ella cuestión de beneficio propio. Me fué mostrado que aquellos que rehusen la oportunidad de hacer el bien oirán de Jesús: “En cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, ni a mí lo hicisteis”.—Testimonies for the Church 2:33.MB 230.2

    Abrid vuestros corazones y vuestros hogares—Mi esposo y yo, aunque llamados a la ardua labor del ministerio, sentimos como nuestro privilegio el recoger en nuestro hogar algunos niños que necesitaban cuidado, y ayudarlos a formar caracteres para el cielo. No podemos adoptar criaturas, porque eso hubiera insumido nuestro tiempo y atención y hubiera despojado al Señor del servicio que él ha requerido de nosotros de llevarle muchos hijos e hijas. Pero nosotros sentimos que la instrucción del Señor de Isaías 58 era para nosotros y que su bendición nos acompañaría si obedecíamos su palabra. Todos pueden hacer algo por esos pequeños necesitados, ayudando a conseguir lugar para ellos en hogares donde se les pueda cuidar.—Manuscrito 35, 1896.MB 231.1

    Un amplio campo de utilidad espera a todos los que quieran trabajar por el Maestro, cuidando a estos niños y jóvenes que han sido privados de la dirección vigilante de sus padres, y de la influencia subyugadora de un hogar cristiano. Muchos de ellos han heredado malas características, y si se los deja crecer en la ignorancia, se desviarán hacia compañías que pueden conducirlos al vicio y el crimen. Estos niños poco promisorios necesitan que se los coloque en una posición favorable para la formación de un carácter correcto, a fin de que puedan llegar a ser hijos de Dios.MB 231.2

    Vosotros que profesáis ser hijos de Dios, ¿estáis cumpliendo vuestro deber en lo que respecta a enseñar a éstos que tanto necesitan que se les enseñe pacientemente a ir al Salvador? ¿Estáis desempeñando vuestra parte como fieles siervos de Cristo? ¿Estamos custodiando a estas mentes que todavía no se han formado, y que tal vez no estén bien equilibradas, con el mismo amor que Cristo manifestó hacia nosotros? El alma de los niños y de los jóvenes está en mortífero peligro si se los abandona a sí mismos. Necesitan instrucción paciente, amor y tierno cuidado cristiano.MB 231.3

    Si no hubiese revelación que señalase nuestro deber, el mismo espectáculo que ven nuestros ojos, y lo que sabemos del inevitable desarrollo de la causa al efecto, deberían inducirnos a rescatar a estos infortunados. Si los miembros de la iglesia quisieran dedicar a esta obra la energía, el tacto y la habilidad que emplean en los negocios comunes de la vida, si pidiesen sabiduría a Dios y procurasen fervorosamente amoldar estas mentes indisciplinadas, podrían rescatarse muchas almas que están a punto de perecer. ...MB 232.1

    Hermanos y hermanas, os pido que consideréis cuidadosamente este asunto. Pensad en las necesidades de los huérfanos. ¿No se conmueven vuestros corazones cuando presenciáis sus sufrimientos? Ved si no puede hacerse algo para atender a estos seres impotentes. En la medida en que podáis hacerlo, dad hogar a los que no lo tienen. Esté cada uno listo para ayudar en esta obra. El Señor dijo a Pedro: “Apacienta mis corderos”. Esta orden nos es dirigida, y abriendo nuestros hogares a los huérfanos, contribuimos a que se cumpla. No permitamos que Jesús se chasquee con nosotros.MB 232.2

    Tomemos estos niños y presentémoslos a Dios como una ofrenda fragante. Pidamos su bendición sobre ellos, y luego amoldémoslos de acuerdo a la orden de Cristo. ¿Aceptará nuestro pueblo este santo cometido? A causa de nuestra piedad superficial y ambición mundanal, ¿dejaremos que sufran y entren en malos caminos seres por quienes Cristo murió?—Joyas de los Testimonios 2:520-522.MB 232.3

    Ellos son heredad de Dios—Los huérfanos que son confiados a los cristianos como depósito de Dios, con demasiada frecuencia son pasados por alto y descuidados, y sin embargo son comprados por precio, y son tan valiosos a la vista de Dios como nosotros. ... Deben ser atendidos; deben recibir especial cuidado. Vosotros no podéis utilizar vuestros medios en mejor forma que abriendo vuestras puertas para ofrecerles a ellos hogares. Cuando el Señor vea que sois fieles en hacer lo que podéis para aliviar la miseria humana, él conmoverá a otros para que provean los medios para el cuidado de aquellos que necesitan ayuda. Los que ensanchen sus corazones en esta clase de trabajo no harán más que cumplir con su deber.MB 233.1

    Cristo es nuestro ejemplo. El era la Majestad del cielo, sin embargo, hizo más por nuestros prójimos de lo que cualquiera de nosotros pueda posiblemente hacer. “Sois colaboradores con Dios”. No hagáis ningún gasto superfluo para complacer el orgullo y la vanidad. Depositad vuestras blancas y vuestras sumas mayores en el banco del cielo, donde se acumularán. Muchos que han tenido las preciosas oportunidades de llevar el yugo de Cristo en esta preciosísima clase de trabajo han rehusado someterse al yugo. No resultaba placentero practicar el desinterés, y descuidaron el hacer como suyos propios los casos del pobre y del desventurado. No observaron los mandatos de Cristo ni perfeccionaron cada talento que el Señor les ha dado, cooperando con las inteligencias celestiales en la cosecha de almas que servirán, honrarán y glorificarán el nombre de Cristo.—The Review and Herald, 15 de enero de 1895.MB 233.2

    Consejo para padres adoptivos—Queridos hermano y hermana D: Vuestra última visita y conversación con nosotros ha sugerido muchos pensamientos, de los cuales no puedo sustraerme a poner algunos en el papel. Estaba muy triste de que E no se haya comportado correctamente durante todo momento; sin embargo, cuando vosotros lo penséis, veréis que no podéis esperar perfección de un joven de esa edad. Los chicos cometen faltas y necesitan una gran medida de paciente corrección.MB 233.3

    El hecho de que no siempre tenga sentimientos correctos es tan sólo lo que puede esperarse de un muchacho de su edad. Debéis recordar que él no tiene padre ni madre, a nadie a quien él pueda confiar sus sentimientos, sus tristezas y sus tentaciones. Cada persona siente que debe tener a alguien que simpatice con ella. Este muchacho ha sido llevado de aquí para allá, de un lugar a otro, y puede tener muchos errores, muchas actitudes irreflexivas, con gran independencia y puede faltar la reverencia. Pero es muy emprendedor, y con una correcta enseñanza y bondadoso trato, tengo la más completa seguridad de que no defraudará vuestras esperanzas, sino que recompensará plenamente la labor dedicada a él. Teniendo en cuenta sus desventajas, yo creo que es muy buen muchacho.MB 234.1

    Cuando os rogamos que os hicierais cargo de él lo hicimos porque estábamos plenamente convencidos que era vuestro deber, y que al hacerlo así, vosotros seríais bendecidos. No esperábamos que hicierais esto solamente para ser beneficiados con la ayuda que podríais recibir del muchacho, sino para beneficiarlo a él, para cumplir un deber hacia el huérfano: un deber que cada verdadero cristiano debería buscar ansiosamente para realizarlo; un deber, un deber sacrificado, que creímos que sería bien que vosotros lo llevarais a cabo, si lo hacíais alegremente, teniendo en vista ser un instrumento en las manos de Dios para salvar un alma de las asechanzas de Satanás, para salvar un hijo, cuyo padre consagró su preciosa vida a mostrar a las almas al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ...MB 234.2

    En cuanto a E, os suplico que no olvidéis que es un niño y que tiene solamente la experiencia de una criatura. No lo midáis a él, un pobre, débil y vacilante muchacho, con vosotros mismos, ni esperéis de él de acuerdo a eso. Creo plenamente que está a vuestro alcance el hacer lo recto con este huérfano. Podéis presentarle alicientes de manera que él sienta que su tarea no es triste ni está desprovista de un rayo de aliento. Vosotros, mi hermano y hermana, podéis regocijaros en vuestra confianza mutua, podéis simpatizar el uno con el otro, interesaros y distraeros mutuamente, y contaros vuestras pruebas y aflicciones. Tenéis algo que os alegra, mientras que él está sólo. Es un muchacho reflexivo, pero no tiene a nadie en quien confiar ni quien le dé una palabra de ánimo en medio de sus desalentadoras y duras pruebas, las cuales sé que tiene tanto como las personas de edad más avanzada.MB 235.1

    Si os encerráis vosotros mismos el uno en el otro, eso hará del vuestro un amor egoísta, no acompañado por las bendiciones del cielo. Tengo la más firme esperanza de que amaréis al huérfano por amor de Cristo, que sentiréis que vuestras posesiones son completamente inútiles si no son empleadas en hacer el bien. Haced el bien; sed ricos en buenas obras, prontos para dar, con voluntad para compartir, atesorando para vosotros mismos un buen fundamento para lo por venir, para que podáis echar mano de la vida eterna. Nadie cosechará la recompensa de la vida eterna sino el que se sacrifica a sí mismo. Un padre y una madre moribundos dejaron sus joyas al cuidado de la iglesia, para que fueran instruidas en las cosas de Dios y preparadas para el cielo. Cuando estos padres miren alrededor buscando a sus amados, y encuentren que uno se ha perdido por negligencia, ¿qué responderá la iglesia? Ella tiene en un alto grado la responsabilidad por la salvación de estos niños huérfanos.MB 235.2

    Seguramente habéis fracasado en ganar la confianza del muchacho y su afecto al no darle más pruebas tangibles de vuestro amor al ofrecerle algunos alicientes. Si no podéis gastar dinero, podéis al menos en alguna forma alentarlo haciéndole saber que no erais indiferentes con su caso. Es un error que el amor y el afecto se concentren en un solo lado. ¿Cuánto afecto estáis preparados para manifestar? Estáis demasiado encerrados en vosotros mismos y no sentís la necesidad de rodearos de una atmósfera de ternura y delicadeza, la cual proviene de una verdadera nobleza de alma. Los hermanos F dejaron a sus hijos al cuidado de la iglesia. Tenían muchos parientes ricos que querían a los niños; pero eran incrédulos, y si los dejaban a su cuidado o que fueran tutores de los niños, podrían descarriar sus corazones de la verdad al error y poner en peligro su salvación. A causa de que a esos parientes no se les permitió el cuidar de los niños, quedaron disgustados y no han hecho nada por ellos. Debe tenerse en cuenta la confianza de los padres en la iglesia y no olvidarla por egoísmo.MB 236.1

    Tenemos el más profundo interés por esos hijos. Una ya ha desarrollado un hermoso carácter cristiano y se ha casado con un ministro del Evangelio. Y ahora, en retribución de la solicitud y los cuidados demostrados por ella, es una verdadera colaboradora para llevar las cargas de la iglesia. La buscan los de menos experiencia para obtener su opinión y consejo, y no lo hacen en vano. Posee la verdadera humildad cristiana, con decorosa dignidad, la cual sin embargo inspira respeto y confianza en todos los que la conocen. Estos hijos están tan cerca de mí como los míos propios. No los perderé de vista ni cesará mi cuidado por ellos. Los amo sincera, tierna y afectuosamente.—Testimonies for the Church 2:327-334.MB 236.2

    Juzgados por lo que no hicieron—Hay huérfanos que podrían ser atendidos, pero algunos no se arriesgan a tomarlos a su cargo, porque esto les representaría mucho más trabajo del que ellos ansían realizar, y les dejaría muy poco tiempo para complacerse a sí mismos. Pero cuando el Rey haga la investigación, esas almas indolentes, mezquinas, egoístas, aprenderán que el cielo es para aquellos que han sido obreros, aquellos que se han negado a sí mismos por amor de Cristo. Ninguna provisión ha sido hecha para los que jamás han tenido especial cuidado en amar y velar por otros fuera de ellos mismos. El terrible castigo con que el Rey amenaza a los que estén a su mano izquierda, en este caso, no será a causa de sus grandes crímenes. No serán condenados por las cosas que hicieron, sino por las que no hicieron. No habéis hecho aquellas cosas que el cielo os asignó para realizar. Os habéis complacido a vosotros mismos y os tocará la suerte de los egoístas.—Ibid. 2:27.MB 237.1

    Sed hijas de benevolencia—A mis hermanas puedo decir: Sed hijas de benevolencia. El Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Vosotras podéis pensar que si encontráis un chico sin defectos, podríais recogerlo y cuidar de él; pero el perturbaros con un muchacho vagabundo, que debe olvidar muchas cosas y aprender otras de nuevo, enseñarle el dominio propio, es una obra que rehusáis emprender. Enseñar al ignorante, compadecer y reformar a los que siempre han sido instruidos en el mal, no es tarea leve; el cielo ha colocado precisamente a los tales en vuestro camino. Son bendiciones disfrazadas (Ibid.).MB 237.2

    Las que tienen verdadero corazón de madre—Las madres que han educado sabiamente a sus hijos sienten el peso de la responsabilidad, no solamente por sus propios hijos, sino por los hijos de sus vecinos. Un verdadero y amante corazón de madre alcanza a todos aquellos con quienes ella se relaciona. Con un decidido esfuerzo, trata de atraer almas descarriadas a Cristo. Con su ayuda y fortaleza, es capaz de realizar mucho. Y los que no tienen hijos tienen responsabilidades que cumplir. En la mayoría de los casos, pueden recibir en sus hogares a criaturas huérfanas y desamparadas. Estas pueden ser preparadas, por amor de Cristo, para practicar esas virtudes tan necesarias en nuestro mundo.—Manuscrito 34, 1899.MB 237.3

    Permitid que la condición de esos pequeños desamparados impresione el corazón de cada madre, para que ella pueda ejercitar el amor maternal hacia los niños huérfanos desamparados. Su desamparo conmueve todo don de Dios dado a la naturaleza humana.—The Medical Missionary, 1 de abril de 1895.MB 238.1

    En la amante atmósfera de un hogar cristiano—Hay además un sinnúmero de niños privados por completo de la dirección de sus padres y de la influencia suavizadora de un hogar cristiano. Abran los cristianos sus corazones y sus casas para recibir a estos desamparados. La tarea que Dios ha encomendado a cada uno en particular no deben transferirla a una institución de beneficencia ni abandonarla a la caridad mundana. Si los niños no tienen parientes que puedan atenderlos, encárguense los miembros de la iglesia de encontrarles casa que los reciba. El que nos hizo dispuso que viviéramos asociados en familias, y la naturaleza del niño se desarrollará mejor en la atmósfera de amor de un hogar cristiano.MB 238.2

    Muchos que no tienen hijos, harían una buena obra si se encargaran de los hijos de otros. En vez de cuidar de animalitos y dedicarles nuestros afectos, atendamos más bien a los pequeñuelos, cuyo carácter puede formarse según la imagen divina. Demos nuestro amor a los miembros desamparados de la familia humana. Veamos a cuántos de estos niños podemos educar en la disciplina y la amonestación del Señor. Muchos son los que al obrar así recibirían gran beneficio ellos mismos.—El Ministerio de Curación, 155.MB 238.3

    Por qué la responsabilidad incumbe primariamente a la iglesia—Dios ha colocado a los pobres y a los dolientes bajo nuestro cuidado y ha de cuidárselos como Cristo los cuidaba. El Señor quiere que se haga esta obra en las diferentes iglesias, y no que estos infortunados dependan tanto de las instituciones; pues al hacer esto se quitaría de las manos de las iglesias la obra que precisamente Dios les ha asignado.MB 239.1

    Cuando mueren padres y madres que dejan hijos desvalidos, la iglesia debiera cuidar de los huérfanos. Abrid vuestro corazón, vosotros los que tenéis el amor de Dios, y llevadlos a vuestros hogares.—Manuscrito 105, 1899.MB 239.2

    Orfanatorios—Cuando se haya hecho todo lo posible para atender a los huérfanos en nuestros propios hogares, quedarán todavía muchos menesterosos en el mundo que deberán ser atendidos. Pueden ser andrajosos, toscos y en ningún sentido atrayentes; pero fueron comprados con precio, y son tan estimables a la vista de Dios como nuestros propios pequeñuelos. Son propiedad de Dios, y por ellos son responsables los cristianos. Sus almas—dice Dios—“demandaré de tu mano”.MB 239.3

    Cuidar de estos menesterosos es buena obra; pero en esta época del mundo, el Señor no ordena a nuestro pueblo que establezca grandes y costosas instituciones con este fin. Sin embargo, si hay entre nosotros quienes se sientan llamados por Dios a establecer instituciones dedicadas a cuidar de los niños huérfanos, cumplan lo que consideran su deber. Pero al cuidar de los pobres del mundo, deben solicitar la ayuda del mundo. No deben recurrir al pueblo al cual el Señor confió la obra más importante que haya sido dada a los hombres, que consiste en proclamar el último mensaje de misericordia a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. La tesorería del Señor debe tener un superávit para sostener la obra del Evangelio en “las regiones lejanas”.MB 239.4

    Dispongan de solicitantes sabios los que sienten la preocupación de establecer estas instituciones, para presentar sus necesidades y recoger fondos. Despierten a la gente del mundo, recurran a las iglesias de otras denominaciones los hombres que sienten la necesidad de que se haga algo en favor de los pobres y huérfanos. En toda iglesia hay quienes temen a Dios. Diríjanse a ellos, porque Dios les ha dado esta obra. ...MB 240.1

    El propósito de un asilo de huérfanos no debe ser solamente proveer a los niños con alimentos y ropas, sino colocarlos bajo el cuidado de maestros cristianos que los educarán en el conocimiento de Dios y de su Hijo. Los que trabajan en este sentido deben ser hombres y mujeres de corazón grande, que se inspiraron con entusiasmo a los pies de la cruz del Calvario. Deben ser hombres y mujeres de cultura y abnegación; que trabajarán como Cristo trabajó, para la causa de Dios y de la humanidad.—Joyas de los Testimonios, 523, 524.MB 240.2

    Pequeñas instituciones semejantes a un hogar—Estas instituciones, para ser eficaces, deberían estar organizadas, en todo lo posible, según el modelo de un hogar cristiano. En vez de grandes establecimientos que amparen a gran número de niños, deberían ser más bien pequeñas instituciones colocadas en varios puntos. En vez de encontrarse dentro o cerca de alguna gran ciudad, convendría que estuvieran en el campo, donde pueden adquirirse tierras de cultivo, y donde los niños podrían entrar en contacto con la naturaleza y tener los beneficios de una educación industrial.MB 240.3

    Los encargados de semejante hogar deberían ser hombres y mujeres de gran corazón, de cultura y de abnegación; hombres y mujeres que emprendieran la obra por amor a Cristo y que educaran a los niños para él. Bajo un cuidado tal, muchos niños sin familia y desamparados podrían prepararse para ser miembros útiles de la sociedad, para honrar a Cristo y ayudar a su vez a otros.—El Ministerio de Curación, 157.MB 241.1

    La importancia de pedir consejo—Dios no bendecirá a los que procedan sin pedir consejo de sus hermanos. No debe confiarse de cualquier adventista que suponga que es completo en sí mismo, y que en todo momento puede seguir con seguridad su propio criterio y juicio, pues no camina en la luz así como Cristo está en la luz. Habrá muchos que no tienen un correcto sentido de lo que están haciendo. Los hombres necesitan ideas claras, espiritualidad profunda. Dios desea que cada hombre que se ocupa en su servicio proceda con sensatez, pesando los motivos que impulsan sus movimientos.—Manuscrito 26, 1902.MB 241.2

    Si obedeciéramos las instrucciones de Dios—En la Palabra de Dios abundan las instrucciones acerca de cómo debemos tratar a la viuda, al huérfano y al pobre doliente y menesteroso. Si todos acatasen estas instrucciones, el corazón de la viuda cantaría de gozo; los pequeñuelos hambrientos serían alimentados; se vestiría a los indigentes; y revivirían los que están a punto de perecer. Los seres celestiales nos observan y cuando, impulsados por nuestro celo en favor del honor de Cristo, nos coloquemos en el camino de la providencia de Dios, estos mensajeros celestiales nos impartirán nuevo poder espiritual, para que podamos combatir las dificultades y triunfar sobre todos los obstáculos.—Joyas de los Testimonios 2:522.MB 241.3

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