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El Ministerio de Publicaciones

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    Capítulo 31—Administración y promoción esmeradas

    Pagad las deudas—Dios desea que aprendamos lecciones de las experiencias pasadas. A él no le agrada que sus instituciones se endeuden. Ha llegado el tiempo cuando tenemos que dar un carácter distintivo a la obra al rehusar construir edificios grandes y costosos. No tenemos que repetir los errores del pasado y hundirnos cada vez más en el pozo de las deudas. Debemos, en cambio, procurar definidamente pagar las deudas que todavía pesan sobre nuestras instituciones. Las iglesias pueden ayudar en esto si así lo desean. Los miembros a quienes Dios ha concedido recursos pueden invertir su dinero en la causa, sin cobrar intereses, o bien aplicando intereses bajos; y mediante sus ofrendas voluntarias pueden contribuir a sostener la obra. El Señor nos pide que devolvamos con gozo una parte de los bienes que nos ha prestado y que así nos convirtamos en sus benefactores.—Testimonies for the Church 9:71.MPu 367.1

    Economía en las cosas pequeñas—Hágase una estimación adecuada del costo de producción de las publicaciones, y luego que todos los empleados de la casa editora encuentren el modo de economizar en toda forma posible, aunque esto produzca considerables inconvenientes. Detened toda fuga de dinero. Tomad en cuenta las cosas pequeñas. Las pérdidas menores se acumulan al final. Buscad lo pequeño, reunid los fragmentos para que nada se pierda, porque muchos que se preocupan de los asuntos más grandes, nunca han aprendido a cuidar y ahorrar en las cosas menores. No perdáis los minutos, porque arruinan las horas. La diligencia perseverante, el trabajo realizado con fe, siempre será coronado por el éxito. Algunos obreros piensan que preocuparse de las cosas pequeñas está por debajo de su dignidad. Consideran que ocuparse de las minucias es evidencia de que se posee una mente estrecha y un espíritu inferior. Prestad atención a las fugas nenores; ahorrad los ingresos pequeños. Las vías de agua más insignificantes han hundido muchos barcos. Ninguna burla ni broma debiera impedir que ahorremos en las pequeñeces. No debiera desperdiciarse ninguna cosa que pudiera ser útil. La falta de economía endeudará nuestras instituciones. Aunque se reciba mucho dinero, éste se perderá en los pequeños desperdicios que ocurren en todos los ramos de la obra. La economía no es tacañería.MPu 367.2

    Todos los empleados de la casa editora debieran ser fieles centinelas interesados en cuidar las cosas pequeñas, para que nada se desperdicie. Debieran preocuparse de supuestas necesidades que consumen dinero innecesariamente. Algunas personas pueden vivir mejor con un sueldo de cuatrocientos dólares anuales que otras que reciben ochocientos. Sucede lo mismo con nuestras instituciones. Algunos administradores pueden manejarlas con mucho menos capital que otros. Dios desea que todos los obreros practiquen la economía, y especialmente que aprendan a ser mayordomos fieles.—Manuscrito 1, 1879.MPu 368.1

    Equilibrio de utilidades entre los Centros de Publicaciones Adventistas y los editores—He sentido profundo interés en la obra misionera con revistas y folletos, y puede ser que mis firmes y urgentes exhortaciones hayan contribuido definidamente a moldear su organización tal como existe en la actualidad. Pero la última impresión que tengo, al leer lo que escribí el otoño pasado, me muestra que existe el gran peligro de incluirlo todo en la obra misionera con revistas y folletos. Esta acción misionera vigilante es como una rueda dentro de otra rueda, pero al mismo tiempo no debe absorber otros intereses.MPu 368.2

    La editorial no debe ser menoscabada en ningún sentido para mantener a esta sucursal en vigoroso estado financiero, dejando las ganancias para la sociedad misionera de folletos y revistas, mientras que la casa editora recibe escasas ganancias o ningún beneficio.—Carta 2, 1880.MPu 368.3

    No hay que publicar los errores—El [Dios] ha revelado que los dirigentes debieran estar en armonía. No debieran imprimir artículos o presentar ciertos temas ante nuestro pueblo, hasta que después de analizarlos juntos obtengan una cabal comprensión, y concuerden entre ellos.MPu 369.1

    No importa cuáles hayan sido los errores cometidos en la Sociedad Misionera Internacional de Folletos, los motivos fueron los mejores; y aunque este asunto se haya llevado bastante lejos y demasiado resueltamente, en desproporción con los demás ramos de la obra sin el discernimiento debido, no sería conveniente publicar este hecho en nuestras revistas. Debiéramos corregir estos errores tan pronto como sea posible entre nosotros mismos, sin darles publicidad.—Manuscrito 1, 1879.MPu 369.2

    Libros innecesarios y Biblias costosas—En mi última visión se me mostró que tanto usted como el pastor F se encontraban en peligro de dar un ejemplo de extravagancia en la inversión de dinero en libros que no tratan de la verdad presente. Muchos que no necesitan estos libros y que no obtendrían ningún beneficio si nuestros ministros se los ofrecieran en venta, los comprarían si se les dice que la ganancia beneficia a la sociedad misionera de folletos y revistas; y con el dinero gastado en esta forma debieran haber comprado publicaciones con la verdad presente, que necesistan. Debiera haber un compás de espera antes de comenzar a comprar Biblias costosas. Cuando ministros pobres ven estas Biblias bien presentables y extravagantes, las comprarán aunque no dispongan de dinero, y como resultado no podrán adquirir los libros que tratan de nuestra fe.—Carta 2, 1880.MPu 369.3

    Normas liberales para animar a los ministros—Cuando se resolvió eliminar esta pequeña fuente de ingreso de los ministros, que obtenían vendiendo libros para suplementar sus sueldos, me hice esta reflexión: Esto está mal. Producirá una fuerte reacción. Estoy segura que con este movimiento se está amortiguando el ánimo y el espíritu de los ministros, por lo que no debo guardar silencio. Aprecio tanto los intereses de cada parte de la causa como mi vida misma, y cada ramo tiene importancia. Se me mostró que era peligroso hacer tan absorbente la obra misionera con folletos y revistas, que mediante una multiplicidad de planes se torne confusa e intrincada. El ángel me repitió: “Exceso de organización”.—Carta 2, 1880.MPu 369.4

    Precios justos para las publicaciones—Las casas editoras son propiedad de nuestro pueblo, y todos debieran trabajar hasta lograr elevarlas por encima de sus estrecheces financieras. Las casas editoras, con el fin de hacer circular las publicaciones, han aceptado los precios excesivamente bajos que se les han ofrecido; a causa de esto, han recibido ganancias tan bajas que no han podido hacer nuevas ediciones de los mismos libros. Esto se ha hecho con las mejores intenciones, pero no con un juicio experimentado y previsor.MPu 370.1

    El bajo precio de las publicaciones no ha permitido que las casas editoras acumularan un capital operativo. Esto no se percibió con claridad ni se investigó debidamente. Este hecho indujo a la gente a valorar menos las obras, y no se comprendió plenamente que una vez que estas publicaciones se han vendido a bajo precio, resulta muy difícil distribuirlas al precio que realmente deben tener.MPu 370.2

    Nuestros ministros no han tenido el aliento ni el incentivo adecuados. Deben tener recursos financieros para vivir. Ha habido una lamentable falta de previsión al colocar precios tan bajos a nuestras publicaciones, y también al permitir que las ganancias beneficiaran mayormente a las Sociedades Misioneras de Folletos. Estos asuntos se han llevado a extremos, debido a lo cual se producirá una reacción. Para que las Sociedades Misioneras de Folletos puedan florecer, también deben florecer las editoriales que publican los libros. Si se debilitan estas organizaciones, si se permite que las casas editoras se endeuden, también las Sociedades Misioneras de Folletos fracasarán.MPu 370.3

    Ha habido una administración errada, aunque no intencionalmente, sino por el fervor y el entusiasmo por promover la obra misionera. En la distribución y amplia circulación de las revistas, los folletos y las hojas sueltas, las instituciones que producen estas publicaciones se han debilitadado abrumadoramente con problemas financieros. Siempre existe el peligro de llevar cualquier buena obra a extremos. Personas responsables corren el peligro de convertirse en hombres de una sola idea, de concentrar sus pensamientos sobre un solo ramo de la obra, descuidando otros sectores del gran campo misionero.—Testimonies for the Church 4:597.MPu 371.1

    Errores cometidos al bajar los precios—Como pueblo tenemos que ser cuidadosos en todas las cosas. No hay la mínima seguridad para nadie, a menos que busquemos diariamente la sabiduría de Dios sin arriesgarnos a actuar por cuenta propia. El peligro nos rodea constantemente, por lo que debemos usar todas las precauciones necesarias para que ningún ramo de la obra se convierta en una especialidad, mientras se dejan rezagados otros intereses.MPu 371.2

    Se ha incurrido en errores al bajar los precios de las publicaciones para hacer frente a ciertas dificultades. Hay que cambiar esta práctica. Los que la establecieron eran administradores sinceros. Pensaron que su liberalidad motivaría a ministros y feligreses a trabajar con más empeño para aumentar la demanda de estas publicaciones.MPu 371.3

    Los ministros y los feligreses deben actuar con nobleza y liberalidad en su trato con nuestras casas editoras. En vez de maniobrar y formar planes para conseguir revistas, folletos y libros a los precios más bajos, debieran estudiar la forma de hacer que la gente comprenda el verdadero valor de las publicaciones. Todos los centavos que se han extraído de miles de publicaciones han causado la pérdida de miles de dólares a nuestras casas editoras, cuando unos pocos centavos más pagados por cada comprador difícilmente habrían sido notados.—Testimonies for the Church 4:598.MPu 371.4

    Libros vendidos excesivamente baratos—A continuación se dio instrucción para el Pastor Haskell, y se le dijo que en su vehemencia por proporcionar a la gente la verdad preciosa contenida en sus libros, en su deseo de que todos sintieran que los libros tenían un valor mayor que su costo, y que se animara a todos a hacerlos circular ampliamente, estaba vendiéndolos a un precio excesivamente bajo, con lo que hacía demasiado pesada su propia carga.MPu 372.1

    Nuestro Consejero dijo: “Los libros debieran venderse de tal modo que el autor no quede desprovisto de recursos y que la casa editora obtenga un margen de ganancia apropiado a fin de contar con recursos para llevar a cabo su obra”.—Testimonies for the Church 9:73.MPu 372.2

    Los precios bajos son una mala norma comercial—Tanto usted como A han cometido el error de rebajar los precios de nuestros libros a un nivel tan bajo que la editorial no ha podido prosperar. Esta fue una mala táctica comercial. Ustedes dos consideraron acertados estos planes, pero en realidad fue lo peor que hubieran podido hacer por la casa editora. Han rebajado el valor de los libros; cuando éstos se venden a un precio tan bajo, resulta muy difícil aumentarlo para venderlos por su valor real.—Carta 2, 1880.MPu 372.3

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