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El Ministerio de Publicaciones

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    Capítulo 39—Un testigo para todas las naciones

    No sabemos cuál prosperará—Ha habido un descuido causado por nuestra pereza y una incredulidad criminal entre nosotros como pueblo; esto nos ha mantenido a la retaguardia sin hacer la obra que Dios nos ha dejado y que consiste en permitir que nuestra luz brille delante de los que pertenecen a otras naciones. Se siente temor en aventurarse y no se quiere correr riesgos en la obra, temiendo que la inversión de medios no traiga resultados. ¿Qué pasaría si se usan los medios y sin embargo no podemos ver que algunas almas han sido salvadas por ellos? ¿Qué pasaría si malgastáramos una porción de nuestros medios? Mejor es trabajar y mantenerse activo que no hacer nada. Vosotros no sabéis qué cosa prosperará, si esto o lo otro.MPu 434.1

    Dios tendrá hombres que arriesgarán cualquier cosa y todo lo que tienen para salvar almas. Aquellos que no avancen sino hasta que puedan ver todo trecho del camino con claridad delante de ellos, no rendirán ningún beneficio en este tiempo para el progreso de la verdad divina. Debe haber ahora obreros que avancen en la oscuridad tanto como en la luz, y que se mantengan firmes y valientes pese a los desánimos y las esperanzas frustradas, que trabajen con fe, con lágrimas y con paciente esperanza, y siembren junto a todas las aguas, confiando en el Señor para que él traiga los frutos. Dios llama a hombres de nervio, de esperanza, de fe y de persistencia, para que trabajen.—Notas Biográficas de Elena G. de White, 235, 236.MPu 434.2

    Experiencia con un cultivador de cítricos australiano—Había un hombre a quien apreciábamos mucho, juntamente con su familia. Le gustaba leer y poseía una granja grande donde cultivaba las naranjas más escogidas y los mejores limones, y también otras frutas. Pero no se afirmó en la verdad al comienzo, de modo que llegó el momento cuando la abandonó. Me hablaron de esto. Durante la noche el ángel del Señor parecía estar junto a mí diciéndome: “Ve a ver al Hno.—; llévale tus libros porque esto salvará su alma. Lo visité llevando algunos de mis libros grandes.” Hablé con él como si él estuviera con nosotros Le hablé acerca de sus responsabilidades. Le dije: “Hermano mío, Ud. tiene grandes responsabilidades. Considere a todos sus vecinos. Ud. es responsable de cada uno de ellos. Ud. conoce la verdad, y si la ama y la vive con integridad ganará almas para Cristo”.MPu 434.3

    Me miró en forma extraña, como si quisiera decirme: “Yo no creo que Ud. sabe que he abandonado la verdad, que he permitido a mis hijas asistir a los bailes y a la escuela dominical, y que no guardamos el sábado”. Pero yo lo sabía. Sin embargo le hablé como si él estuviera con nosotros. Le dije: “Le ayudaremos a comenzar a trabajar por sus vecinos. Deseo obsequiarle algunos libros”. Dijo: “Tenemos una biblioteca donde conseguimos libros”. Le contesté: “No veo ningún libro aquí. Tal vez sus escrúpulos no le permiten pedir los libros prestados en la biblioteca. He venido para obsequiarle estos libros, para que sus hijos puedan leerlos, y porque esto los fortalecerá”. Nos arrodillamos y oramos, y cuando nos levantamos, él dijo mientras las lágrimas corrían por su cara: “Me alegro porque Ud. ha venido a verme. Le agradezco por los libros”.MPu 435.1

    La próxima vez que lo visité, me contó que había leído una parte de Patriarcas y profetas. Dijo: “Yo no podría cambiar ni una sola sílaba. Cada párrafo habla directamente al alma”.MPu 435.2

    Pregunté al hermano cuál de mis libros grandes consideraba él el más importante. Contestó: “Los presté todos a mis vecinos, y el hotelero piensa que El conflicto de los siglos es el mejor. Pero—añadió con labios temblorosos—, yo creo que Patriarcas y profetas es el mejor. Ese libro fue el que me sacó del fango”.MPu 435.3

    Solamente resta añadir que el hermano se puso firmemente de parte de la verdad. Toda su familia se unió a él y han sido los instrumentos para salvar a otras familias.—El Evangelismo, 330, 331.MPu 435.4

    Veintidós años después de la siembra de la semilla—Después de haber terminado la reunión [uno de los cultos del congreso de Míchigan], una hermana me tomó sinceramente de la mano, expresando gran regocijo por encontrarse de nuevo con la Hna. White. Preguntó si yo recordaba haber visitado una vez una casa de madera en los bosques, veintidós años atrás. Ella nos sirvió un refrigerio, y yo le dejé un librito titulado: Experience and Views.MPu 436.1

    Declaró que había prestado ese librito a sus vecinos, a medida que nuevas familias se establecían en su vecindario hasta que el librito se gastó casi completamente; expresó su gran deseo de obtener otro ejemplar del mismo libro. Sus vecinos estaban profundamente interesados en él, y se sentían anhelosos de ver a la autora. Dijo que cuando la visité, le hablé de Jesús y de las hermosuras del cielo, y que las palabras fueron habladas con tal fervor, que quedó encantada y que nunca las había olvidado. Desde ese tiempo el Señor había enviado a pastores para predicarles la verdad, y ahora había todo un grupo de observadores del sábado. La influencia de ese librito, ahora gastado por el uso, se había extendido de uno a otro, realizando su obra silenciosa, hasta que el terreno estaba listo para la simiente de la verdad.MPu 436.2

    Bien recuerdo el largo viaje que realizamos hace veintidós años, en Míchigan. Estábamos de viaje para realizar una reunión en Vergennes. Nos encontrábamos a veinte kilómetros de nuestro destino. Nuestro conductor había recorrido repetidamente el camino, y lo conocía bien, pero se vio obligado a reconocer que se había perdido. Viajamos sesenta y cinco kilómetros ese día, por los bosques, sobre troncos y árboles caídos, donde apenas había un rastro de camino...MPu 436.3

    No podíamos entender por qué debíamos ser abandonados en este extraordinario errar por el desierto. Nunca no sentimos más satisfechos que cuando distinguí un pequeño claro en el cual había una cabaña, donde encontramos a la hermana que mencioné. Bondadosamente nos dio la bienvenida a su hogar, y nos proporcionó un refrigerio, que fue recibido con agradecimiento. Mientras descansábamos, hablé con la familia y les dejé un librito. Ella lo aceptó alegremente, y lo ha conservado hasta el día de hoy.MPu 436.4

    Durante veintidós años, las idas y venidas que caracterizaron ese viaje nos han parecido misteriosas, pero aquí encontramos todo un grupo que ahora está compuesto por creyentes en la verdad, y que atribuye su primer conocimiento a la influencia de ese librito. La hermana que tan bondadosamente atendió nuestras necesidades se regocija ahora en la luz de la verdad presente, juntamente con muchos de sus vecinos.—El Evangelismo, 328, 329.MPu 437.1

    Testimonio personal con publicaciones—He obsequiado mis obras más grandes a familias que no estaban en la verdad, y he oído el testimonio de algunas de ellas que decían que fueron esos libros, que reflejaban silenciosamente la luz sobre la Palabra de Dios, los que los convirtieron a la verdad. He obsequiado a familias no menos de quinientos dólares en libros, y por este medio la obra avanza constantemente.—Carta 48, 1899.MPu 437.2

    Distribución de publicaciones en los trenes—Había un mayor número de pasajeros en el vagón cuando viajamos al Este el año pasado, pero durante todo el viaje no ocurrió nada que alterara la tranquilidad.MPu 437.3

    Durante el viaje regalé varios de mis libros, y quienes los recibieron se mostraron muy complacidos. Obsequié un ejemplar de Palabras de vida del gran Maestro al Sr. Phillips [el conductor], quien dio muestras de profundo aprecio por el regalo.—Carta 135, 1905.MPu 437.4

    Obsequio de libros grandes y pequeños—Obsequiamos muchos de nuestros libros grandes y pequeños a familias [que asistían a congresos campestres] que no estaban en condición de comprarlos; les pedimos que los leyeran y que luego los compartieran con sus vecinos. De este modo pusimos a una familia a trabajar por las familias vecinas. Se reunían y leían los libros en voz alta. Como resultado, la convicción arraigó en los corazones de algunos, lo que produjo conversiones.—Carta 102, 1908.MPu 437.5

    Un incidente en Samoa—Una pareja desembarcó en Samoa. La dama, Sra. Goward, vio El Deseado de todas las gentes y manifestó su admiración por esta obra. Se lo regalé, y además le di Educación cristiana. Posteriormente dijo que cuando comenzó a leerlo, no pudo dejarlo. Añadió que nunca había visto impresas cosas tan iluminadoras y beneficiosas. Su esposo ha estado leyendo El Deseado de todas las gentes. Dice que es un libro admirable. Ambos están muy agradecidos por estas obras. Ahora se van de Samoa con rumbo a otra isla...MPu 438.1

    Tenemos que sembrar junto a todas las aguas. Las semillas sembradas producirán algunos frutos. Oré al Señor para que abriera el camino y yo pudiera encontrar a alguien a quien obsequiarle un ejemplar de El Deseado de todas las gentes, y como resultado se produjo esta oportunidad.—Carta 190, 1900.MPu 438.2

    La obra hecha con las publicaciones debe aumentar mucho—Los libros y las revistas que salen de nuestras casas editoras tienen una obra definida y de mucho alcance que realizar. Estas publicaciones no deben repetir ni examinar los errores que constantemente llegan para apartar la mente de lo que es la verdad. Los artículos publicados deben tratar de la verdad de Dios y presentar instrucciones claras concernientes a las verdades salvadoras para este tiempo...MPu 438.3

    A medida que la obra avanza, debiera aumentar la circulación de nuestras publicaciones en todos los idiomas. Nuestras casas editoras trabajan actualmente en muchos países, y envían la verdad en francés, danés y alemán, y en otros idiomas extranjeros. Debe existir un espíritu de armonía y unidad mientras se lleva a cabo la obra; no tenemos tiempo para perder en contenciones y rivalidades. La verdad debe ir a todas partes como una lámpara encendida. Que cada mente capaz de razonar tenga el privilegio de escuchar la verdad para este tiempo.—Manuscrito 61, 1909.MPu 438.4

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