Llamados de las situaciones comunes de la vida
Los humildes han de ocupar su puesto como obreros. Al compartir los pesares de sus semejantes como el Salvador compartió los de la humanidad, por la fe lo verán obrar con ellos.—Obreros Evangélicos, 39.SC 31.3
En todos los campos, cercanos y lejanos, habrá hombres que serán llamados a dejar el arado y los negocios que ocupan de costumbre el pensamiento, para prepararse junto a hombres de experiencia. A medida que aprendan a trabajar con éxito, anunciarán la verdad con poder. Merced a las maravillosas operaciones de la Providencia divina, montañas de dificultades serán removidas y arrojadas al mar. El mensaje, que tanto significa para los habitantes de la tierra, será oído y comprendido. Los hombres verán dónde está la verdad. La obra progresará más y más hasta que la tierra entera sea amonestada; y entonces vendrá el fin.—Joyas de los Testimonios 3:332.SC 31.4
Dios puede y quiere emplear a aquellos que no recibieron una educación cabal en las escuelas de los hombres. El dudar de su poder para hacerlo, es una incredulidad manifiesta; es limitar el poder omnipotente de Aquel para quien nada es imposible. ¡Ojalá se manifestase menos de esta prevención desconfiada e inoportuna! Deja muchas fuerzas de la iglesia sin emplear; cierra el camino, de modo que el Espíritu Santo no pueda emplear a los hombres; mantiene en la ociosidad a quienes están dispuestos y ansiosos por trabajar en la obra de Cristo; desanima a entrar en la obra a muchos que llegarían a ser eficientes obreros de Dios, si se les diese una oportunidad justa.—Obreros Evangélicos, 503, 504.SC 32.1
Es el privilegio de cada alma progresar. Los que están relacionados con Cristo crecerán en la gracia y en el conocimiento del Hijo de Dios hasta llegar a la plena estatura de hombres y mujeres. Si todos los que aseveran creer la verdad hubiesen sacado el mejor partido de su capacidad y oportunidad de aprender y obrar, podrían haber llegado a ser fuertes en Cristo. Cualquiera que sea su ocupación—agricultores, mecánicos, maestros o pastores—, si se hubiesen consagrado completamente a Dios habrían llegado a ser obreros eficientes para el Maestro celestial.—Joyas de los Testimonios 3:57.SC 32.2
Los que en la iglesia tienen talento suficiente para ocuparse en algunas de las diversas vocaciones de la vida, tales como la enseñanza, la edificación, la fabricación de productos y la atención de una granja, generalmente debieran ser preparados para trabajar por la edificación de la iglesia, actuando en juntas directivas o como maestros de la escuela sabática, ocupándose en la labor misionera, o llenando los diferentes cargos relacionados con la iglesia.—The Review and Herald, 15 de febrero de 1887.SC 32.3
Para continuar su obra, Cristo no escogió la erudición o la elocuencia del Sanedrín judío o el poder de Roma. Pasando por alto a los maestros judíos que se consideraban justos, el Artífice maestro escogió a hombres humildes y sin letras para proclamar las verdades que habían de llevarse al mundo. A esos hombres se propuso prepararlos y educarlos como directores de su iglesia. Ellos a su vez habían de educar a otros, y enviarlos con el mensaje evangélico. Para que pudieran tener éxito en su trabajo, iban a ser dotados con el poder del Espíritu Santo. El Evangelio no había de ser proclamado por el poder ni la sabiduría de los hombres, sino por el poder de Dios.—Los Hechos de los Apóstoles, 15.SC 33.1
Entre aquellos a quienes el Salvador había dado la comisión: “Id, y doctrinad a todos los gentiles” (Mateo 28:19), se contaban muchos de clase social humilde, hombres y mujeres que habían aprendido a amar a su Señor, y habían resuelto seguir su ejemplo de abnegado servicio. A estos humildes hermanos, así como a los discípulos que estuvieron con el Salvador durante su ministerio terrenal, se les había entregado un precioso cometido. Debían proclamar al mundo la alegre nueva de la salvación por Cristo.—Los Hechos de los Apóstoles, 87.SC 33.2