Mujeres misioneras
Las mujeres, tanto como los hombres, pueden sembrar la verdad donde pueda obrar y hacerse manifiesta. Pueden ocupar su puesto en esta crisis, y el Señor obrará por su intermedio. Si las compenetra el sentimiento de su deber y si trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán el dominio propio que este tiempo demanda. El Señor hará brillar la luz de su rostro sobre esas mujeres animadas por el espíritu de sacrificio, y les dará un poder superior al de los hombres. Pueden realizar en las familias una obra que los hombres no pueden hacer, una obra que penetra hasta la vida interior. Pueden acercarse a los corazones de personas a las cuales los hombres no pueden alcanzar. Su cooperación es necesaria. Las mujeres discretas y humildes pueden hacer una buena obra al explicar la verdad en los hogares. Así explicada, la Palabra de Dios obrará como una levadura, y familias enteras serán convertidas por su influencia.—Joyas de los Testimonios 3:346.SC 35.2
Todas las que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir y un sincero amor a la verdad. El yo y el egoísmo deben ser eliminados de la vida. Dios pide obreras fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, orando con las personas a las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las almas.—Joyas de los Testimonios 2:405.SC 35.3
Las hermanas pueden trabajar eficientemente para conseguir suscriptores para nuestros periódicos, y de esta manera llevar la luz a muchas mentes.—The Review and Herald, 10 de junio de 1880.SC 36.1
Hay mujeres nobles que han tenido el valor moral de decidirse en favor de la verdad frente al peso de la evidencia. Han aceptado concienzudamente la verdad. Tienen tacto, percepción y buena capacidad, y pueden llegar a ser obreros de éxito para su Maestro. Se necesitan mujeres cristianas.—The Review and Herald, 19 de diciembre de 1878.SC 36.2
Nuestras hermanas pueden actuar como obreros vigilantes, escribiendo y sondeando los verdaderos sentimientos de amigos que hayan recibido nuestros periódicos y folletos. ... Se necesitan mujeres de firmes principios y carácter decidido, mujeres que crean que vivimos de hecho en los últimos días, y que tenemos el último mensaje de amonestación que debe darse al mundo. ... Estas son las personas que Dios puede usar en la obra con nuestros folletos y en la labor misionera. ... Estas hermanas pueden hacer de muchas maneras un trabajo precioso para Dios al distribuir folletos y diseminar juiciosamente la revista Signs of the Times (Señales de los Tiempos).—The Review and Herald, 19 de diciembre de 1878.SC 36.3
Yo no recomiendo que la mujer trate de conquistar el derecho del voto o de ocupar puestos públicos; pero puede hacer una gran obra como misionera, enseñando la verdad por medio de la correspondencia epistolar, distribuyendo folletos y solicitando suscripciones para periódicos que contengan las solemnes verdades para este tiempo.—The Review and Herald, 19 de diciembre de 1878.SC 36.4
Si hubiera veinte mujeres donde ahora hay una, que hicieran de esta santa misión su obra escogida, veríamos muchos más conversos a la verdad.—The Review and Herald, 2 de enero de 1879.SC 37.1
Se necesitan mujeres para trabajar, mujeres que no estén engreídas, sino que sean mansas y humildes de corazón, y que trabajen con la mansedumbre de Cristo donde pueden hallar algo que hacer por la salvación de las almas.—The Review and Herald, 2 de enero de 1879.SC 37.2
Centenares de nuestras hermanas podrían comenzar a trabajar hoy si lo quisieran. Deben vestirse ellas mismas y a sus hijos con sencillez, con vestidos durables y limpios, carentes de adorno, y dedicar el tiempo que han usado en ostentación innecesaria a la obra misionera. Pueden escribirse cartas a los amigos que están distantes. Nuestras hermanas pueden reunirse para tomar consejo acerca de la mejor forma de trabajar. Puede ahorrarse dinero para ser presentado como una ofrenda a Dios, para ser invertido en periódicos y folletos que se envíen a sus amistades. Las que ahora no hacen nada deben ponerse al trabajo. Que cada hermana que pretende ser una hija de Dios sienta en verdad la responsabilidad de ayudar a todos los que están a su alcance.—The Review and Herald, 12 de diciembre de 1878.SC 37.3
Nuestras hermanas han estado demasiado dispuestas a buscar excusas para no llevar responsabilidades que exijan pensamiento y estricta aplicación de la mente; sin embargo, ésta es precisamente la disciplina que necesitan para perfeccionar la experiencia cristiana. Pueden ser obreras en el campo misionero, manifestando un interés personal en la distribución de folletos y periódicos que presenten correctamente nuestra fe.—The Review and Herald, 12 de diciembre de 1878.SC 37.4
Hermanas, no os canséis de la obra misionera vigilante. Este es un trabajo en el cual todas podéis ocuparos con éxito, si solamente os relacionáis con Dios. Antes de escribir cartas de consulta, siempre elevad vuestros corazones a Dios en oración, a fin de que tengáis éxito en conseguir algunas ramas silvestres que puedan ser injertadas en la vid verdadera, y lleven fruto para la gloria de Dios. Todos los que con corazones humildes participen en esta obra, estarán educándose de continuo como obreros en la viña del Señor.—The Review and Herald, 10 de junio de 1880.SC 38.1