Capítulo 17—El casamiento con los incrédulos
Amada hermana L.: He sabido que Vd. piensa casarse con uno que no está unido con Vd. en la fe religiosa, y temo que Vd, no haya pesado cuidadosamente este asunto importante. Antes de dar un paso que ha de ejercer influencia sobre toda su vida futura, le ruego que estudie cuidadosamente, y con oración, el asunto. ¿Habrá de resultar esta nueva relación una fuente de verdadera felicidad? ¿Le ayudará en la vida cristiana? ¿Agradará a Dios? ¿Será el suyo un ejemplo seguro para otros?4TS 88.1
Antes de dar su mano en matrimonio, toda mujer debe averiguar si aquel con quien está por unir su destino es digno. ¿Cuál ha sido su pasado? ¿Es pura su vida? ¿Es de un carácter noble y elevado el amor que expresa, o es un simple cariño emotivo? ¿Tiene los rasgos de carácter que la harán a ella feliz? ¿Puede encontrar verdadera paz y gozo en su afecto? ¿Le permitirá conservar su individualidad, o deberá entregar su juicio y su conciencia al dominio de su esposo? Como discípula de Cristo, no se pertenece; ha sido comprada con precio. ¿Puede ella honrar los requerimientos del Salvador como supremos? ¿Conservará su alma y su cuerpo, sus pensamientos y propósitos, puros y santos? Estas preguntas tienen una relación vital con el bienestar de cada mujer que contrae matrimonio.4TS 88.2
Se necesita religión en el hogar. Únicamente ella puede impedir los graves males que con tanta frecuencia amargan la vida conyugal. Únicamente donde reina Cristo puede haber amor profundo, verdadero y abnegado. Entonces las almas quedarán unidas, y las dos vidas se fusionarán en armonía. Los ángeles de Dios serán huéspedes del hogar, y sus santas vigilias santificarán la cámara nupcial. Quedará desterrada la degradante sensualidad. Hacia arriba, hacia Dios, serán dirigidos los pensamientos; y a él ascenderá la devoción del corazón.4TS 88.3
El corazón anhela amor humano, pero este amor no es bastante fuerte, ni puro, ni precioso para reemplazar el amor de Jesús. Únicamente en su Salvador puede la esposa hallar sabiduría, fuerza y gracia para hacer frente a los cuidados, responsabilidades y pesares de la vida. Ella debe hacer de él su fuerza y guía. Dése la mujer a Cristo antes que darse a otro amigo terrenal, y no forme ninguna relación que contraríe esto. Los que quieren disfrutar verdadera felicidad, deben tener la bendición del cielo sobre todo lo que poseen, y sobre todo lo que hacen. Es la desobediencia a Dios la que llena tantos corazones y hogares de miseria. Hermana mía, a menos que quiera tener un hogar del que nunca se levanten las sombras, no se una con un enemigo de Dios.4TS 89.1
Como quien espera encontrar estas palabras en el juicio, le suplico que considere el paso que se propone dar. Pregúntese: “¿Apartará un esposo incrédulo mis pensamientos de Jesús? ¿Ama los placeres más que a Dios? ¿No me inducirá a disfrutar las cosas en que él se goza?” La senda que conduce a la vida eterna, es penosa y escarpada. No tome sobre sí pesos adicionales que retarden su progreso. Vd. tiene demasiada poca fuerza espiritual y necesita ayuda en vez de impedimentos.4TS 89.2
El Señor ordenó al antiguo Israel que no se relacionara por casamientos con las naciones idólatras que lo rodeaban: “Y no emparentarás con ellos: no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo.” Se da la razón de ello. La sabiduría infinita, previendo el resultado de tales uniones, declara: “Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá presto.” “Porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra.” “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones; y que da el pago en su cara al que le aborrece, destruyéndolo: ni lo dilatará al que le odia, en su cara le dará el pago.” 4TS 89.3
En el Nuevo Testamento hay prohibiciones similares acerca del casamiento de los cristianos con los impíos. El apóstol Pablo, en su primera carta a los corintios declara: “La mujer casada está atada a la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es; cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor.” También en su segunda epístola escribe: “No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el fiel con el infiel? ¿y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” 4TS 90.1
Hermana mía, ¿osará Vd. despreciar estas indicaciones claras y positivas? Como hija de Dios, súbdita del reino de Cristo, comprada con su sangre, ¿cómo puede Vd. relacionarse con quien no reconoce sus requerimientos, que no está dominado por su Espíritu? Las órdenes que he citado, no son palabras de hombre, sino de Dios. Aunque el compañero de su elección fuese dignó en todos los demás respectos (y me consta que no lo es), no ha aceptado la verdad para este tiempo; es incrédulo, y el Cielo le prohibe a Vd. unirse con él. Vd. no puede, sin peligro para su alma, despreciar esta recomendación divina.4TS 90.2
Yo quiero advertirle su peligro antes que sea demasiado tarde. Vd. escucha palabras dulces y agradables, y se siente inducida a creer que todo andará bien; pero no lee los motivos que inspiran esas hermosas frases. Vd. no puede ver las profundidades de la perversidad oculta en el corazón. Vd. no puede mirar detrás de las escenas, y discernir las trampas que Satanás está tendiendo para su alma. El quisiera inducirla a seguir una conducta que la haga fácilmente accesible, para disparar las saetas de la tentación contra Vd. No le conceda la menor ventaja. Mientras Dios obra sobre la mente de sus siervos, Satanás obra por medio de los hijos de la desobediencia. No hay concordia entre Cristo y Belial. Los dos no pueden armonizar. El relacionarse con un incrédulo es ponerse en el terreno de Satanás. Vd. agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección. ¿Puede Vd. incurrir en tales desventajas al pelear la batalla por la vida eterna?4TS 90.3
Tal vez Vd. diga: “Pero yo he dado mi promesa, y no la puedo retractar.” Le contesto: Vd. ha hecho una promesa contraria a las Sagradas Escrituras; por lo que más quiera retráctela sin dilación, y con humildad delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que la indujo a hacer una promesa tan temeraria. Es mucho mejor retirar una promesa tal, en el temor de Dios, que cumplirla y por ello deshonrar a su Hacedor.4TS 91.1
Recuerde Vd. que tiene un cielo que ganar, una senda abierta a la perdición que rehuir. Dios quiere decir lo que dice. Cuando prohibió a nuestros primeros padres que comiesen del fruto del árbol del conocimiento, su desobediencia abrió las compuertas de la desgracia para todo el mundo. Si andamos en forma que contraríe a Dios, él nos contrariará a nosotros. Nuestra única seguridad consiste en rendir obediencia a todos sus requerimientos, cueste lo que cueste. Todos están fundados en una sabiduría y un amor infinitos.4TS 91.2
El espíritu de mundanalidad intensa que existe ahora, la disposición a no reconocer derechos superiores que los de la complacencia propia, constituyen una de las señales de los postreros días. “Como fué en los días de Noé—dijo Cristo,—así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó a todos.” Los miembros de esta generación se están casando y dando en casamiento con el mismo desprecio temerario de los requerimientos de Dios que se manifestaba en los días de Noé. Hay en el mundo cristiano una indiferencia asombrosa y alarmante para con las enseñanzas de la Palabra de Dios acerca del casamiento de los cristianos con los incrédulos. Muchos de los que profesan amar y temer a Dios prefieren seguir su propia inclinación antes que aceptar el consejo de la sabiduría infinita. En un asunto que afecta vitalmente la fidelidad y el bienestar de ambas partes, para este mundo y el venidero, la razón, el juicio y el temor de Dios son puestos a un lado, y se deja que dominen el impulso ciego y la determinación obstinada. Hombres y mujeres que en otras cosas son sensatos y concienzudos cierran sus oídos a los consejos; son ciegos a las súplicas y ruegos de amigos y parientes, y de los siervos de Dios. La expresión de caución o amonestación es considerada como entrometimiento impertinente, y el amigo que es bastante fiel para hacer una reprensión, es tratado como enemigo. Todo esto está de acuerdo con el deseo de Satanás. El teje su ensalmo en derredor del alma, y ésta queda hechizada, infatuada. La razón deja caer las riendas del dominio propio sobre el cuello de la concupiscencia, la pasión no santificada predomina, hasta que, demasiado tarde, la víctima se despierta para vivir una vida de miseria y servidumbre. Este no es un cuadro imaginario, sino un relato de hechos ocurridos. Dios no sanciona las uniones que ha prohibido expresamente. Durante años, he venido recibiendo cartas de diferentes personas que habían contraído matrimonios desgraciados, y las historias repugnantes que me fueron presentadas, bastan para hacer doler el corazón. No es cosa fácil decidir qué consejo se puede dar a estas personas desdichadas, ni cómo puede aliviarse su condición, pero su triste suerte debe servir de advertencia para otros.4TS 91.3
En esta época del mundo, cuando las escenas de la historia terrenal están por clausurarse pronto, y estamos por entrar en el tiempo de angustia como nunca lo hubo, cuantos menos sean los casamientos contraídos, mejor para todos, tanto hombres como mujeres. Sobre todo, cuando Satanás está trabajando con todo engaño de iniquidad en aquellos que perecen, eviten los creyentes relacionarse con los incrédulos. Dios ha hablado. Todos los que le temen se someterán a sus sabias recomendaciones. Nuestros sentimientos, impulsos y afectos deben fluir hacia el cielo, no hacia la tierra, en el vil y bajo conducto de los pensamientos y las complacencias sensuales. Ahora es tiempo de que cada alma esté como a la vista del Dios que escudriña los corazones.4TS 93.1
Amada hermana mía, como discípula de Jesús, Vd. debe indagar cuál será la influencia del paso que está por dar, no sólo sobre sí misma, sino sobre otros. Los que siguen a Cristo han de colaborar con su Maestro; deben ser “irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa—dice Pablo,—entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo.” Hemos de recibir los brillantes rayos del Sol de justicia, y por nuestras buenas obras debemos dejarlos resplandecer sobre otros, como claros y constantes reflejos, que nunca se manifiestan por rachas ni se empañan. No podemos estar seguros de que no estamos perjudicando a quienes nos rodean, a menos que estemos ejerciendo una influencia positiva que los conduzca hacia el cielo.4TS 93.2
“Sois mis testigos”—dijo Jesús,—y en cada acto de nuestra vida debemos preguntar: ¿cómo afectará nuestra conducta a los intereses del reino del Redentor? Si Vd. es verdadera discípula de Cristo, elegirá andar en sus pisadas, por doloroso que sea para sus sentimientos naturales. Dice Pablo: “Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” Vd., Hna. L., necesita sentarse a los pies de Jesús, y aprender de él, como María antiguamente. Dios requiere de Vd. una completa entrega de su voluntad, sus planes y propósitos. Jesús es su conductor; Vd. debe mirar a él, en él debe confiar, y no debe permitir que nada la separe de la vida de consagración que Vd. debe a Dios. Su conversación debe concernir al cielo, del cual Vd. espera al Salvador. Su piedad debe ser de tal carácter que se haga sentir entre todos los que entren en su esfera de influencia. Dios requiere de Vd. que en cada acto de la vida rehuya la misma apariencia del mal. ¿Está Vd. haciéndolo? Vd. está bajo la más sagrada obligación de no empequeñecer ni comprometer su santa fe uniéndose con los enemigos del Señor. Si Vd. está tentada a despreciar las recomendaciones de su Palabra porque otros lo hayan hecho, recuerde que también su ejemplo ejercerá influencia. Otros harán como Vd. hace, y así el mal se extenderá. Si mientras Vd. profesa ser hija de Dios, se aparta de sus requerimientos, ocasionará un daño infinito a aquellos que la miran en busca de dirección.4TS 93.3
La salvación de las almas debe ser el blanco constante de los que moran en Cristo. Pero ¿qué ha hecho Vd. para mostrar las alabanzas de Aquel que la sacó de las tinieblas? “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.” Sacuda Vd. esta infatuación fatal que entorpece sus sentidos y paraliza las energías del alma.4TS 94.1
Son presentados delante de nosotros los mayores incentivos a ser fieles, los más altos motivos, las más gloriosas recompensas. Los cristianos han de ser los representantes de Cristo, hijos e hijas de Dios. Son sus joyas, sus tesoros peculiares. Acerca de todos los que se mantengan firmes, declara: “Andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos.” Los que lleguen a los portales de la bienaventuranza eterna no considerarán demasiado grande ningún sacrificio que hayan hecho.4TS 94.2
Que Dios le ayude a soportar la prueba, y a conservar su integridad. Aférrese por la fe a Jesús. No falte a su Redentor.—Santa Elena, California, 13 de febrero de 1885.4TS 95.1
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“¿Deben los padres—pregunta Vd.—elegir para sus hijos una compañera o un compañero sin tener presente el deseo de ellos? Yo le hago la pregunta como debe ser: ¿Debe un hijo o una hija elegir compañero sin consultar primero a los padres, cuando un paso tal habrá de afectar materialmente la felicidad de los padres, si tienen alguna afección por sus hijos? ¿Y debe ese hijo, no obstante el consejo y las súplicas de sus padres, persistir en seguir su propia voluntad? Contesto decididamente: No; aun cuando nunca se haya de casar. El quinto mandamiento prohibe semejante conducta. “Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.” Este es un mandamiento con una promesa que el Señor cumplirá seguramente para con aquellos que obedecen.4TS 95.2
Los padres prudentes nunca elegirán compañeros para sus hijos sin respetar sus deseos. Nadie ha querido hacer esto en su caso. Pero la mayor parte de lo que la juventud de nuestra época llama amor es tan sólo impulso ciego, que Satanás origina para lograr su destrucción.—Testimonies for the Church 5:108, 109.4TS 95.3