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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)

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    Manuscrito 143—La alimentación, el trabajo manual y la educación de la voz en las escuelas adventistas

    No sé quién cocina en el internado, pero les ruego que no encomienden a cualquiera la preparación de la comida para los alumnos del colegio; a menos que sea alguien que posea un conocimiento cabal de la buena cocina. Así los alumnos recibirán la mejor instrucción de lo que implica cocinar de modo saludable. Los alimentos mayormente líquidos, la pastelería, los postres; preparados al estilo europeo, no son el mejor alimento para servirlo a un grupo de hambrientos alumnos, necesitados de pla tos más sustanciosos. Es necesario contratar a la persona que mejor cocine y que tenga buena preparación. Si yo tuviera que hablarles a las familias de ustedes, les diría lo2MI 213.1

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    Material relativo a consejos para los educadores. Solicitado por E.C. Walker, empleado de Pacific Union College, para utilizarlo en sus funciones administrativas. mismo. Pero este no es un asunto que únicamente concierna a las familias, estoy hablando para el bien de la heredad del Señor, de los hijos de Dios. La mesa de los internados no debe ser controlada por la ideas de una persona, por sus gustos, costumbres o hábitos. No obstante, consigan la mejor cocinera, y busquen ayudantes que ella, como responsable de la cocina, pueda supervisar. Los alumnos pagan por su alimentación, así que ofrézcanles una buena comida, sólida y nutritiva.— Carta 46, 1893, p. 5 (a William W. Prescott, 5 de septiembre de 1893).

    El programa que se ha aplicado es directamente contrario a la luz que Dios me ha dado. Ha quedado ya dicho de modo claro y concreto, que a Dios no le complace la concentración de tantas instituciones grandes en Battle Creek. Se acerca el momento cuando se entenderá por qué; entonces dejará de ser una cuestión de fe, para convertirse en una realidad. En lugar de concentrarlo todo en Battle Creek, se ajustaría mejor a la voluntad divina que la obra se esparciera por un territorio más amplio. Battle Creek no debe ser una Jerusalén donde todos acudan a adorar. Ya hay demasiado concentración de energías ahí. En otras ciudades existe la necesidad de instalaciones y medios para que la obra avance. Puede haber ventajas aparentes en ampliar los edificios escolares, pero hacerlo no está entre los planes de Dios2MI 214.1

    A los jóvenes no se les ha inculcado que la abnegación, llevar la cruz por amor a Cristo, debe ser parte de su experiencia religiosa. Los jóvenes creen que es correcto que se les mantenga y eduque, y que pueden gastar para complacer sus impulsos, para satisfacer sus apetitos egoístas.2MI 214.2

    Existe un gran peligro de que padres y educadores, tanto de palabra como los hechos, estimulen el amor a sí mismos y las pretensiones de grandeza de los jóvenes. Utilizan lisonjas y satisfacen todos sus capricho, y así estimulan su deseo de autocomplacencia; y así los jóvenes forjan un patrón de carácter que los inhabilita para los deberes comunes de la vida diaria. Cuando los alumnos acuden a nuestras escuelas no valoran lo suficiente sus privilegios; no toman en cuenta que el propósito de la educación es prepararlos para ser útiles en esta vida y para la vida futura en el reino de Dios. Actúan como si la escuela fuera un lugar donde han de perfeccionarse en los deportes, como si eso fuera lo importante en la educación, y acuden preparados y equipados para ese tipo de adiestramiento. Están completamente equivocados de principio a fin. No es para nada lo conveniente en estos momentos; no habilita a los jóvenes para alistarse como misioneros, para soportar dificultades y privaciones ni para dedicar su energía a la mayor gloria de Dios.2MI 214.3

    No debe rechazarse el entretenimiento que sirve como ejercicio y recreación; no obstante, debe practicarse dentro de unos límites precisos ya que de otra forma conducirá a amar el entretenimiento por sí mismo, y alimentará el deseo de buscar la complacencia egoísta. [...]2MI 215.1

    Todos deben aprender a ahorrar, a economizar. Cada dólar desperdiciado en frivolidades, o entregado a amistades que lo emplearán para alimentar su orgullo y su egoísmo, es como si se lo sustrajeran a la tesorería de Dios.2MI 215.2

    El entrenamiento y la disciplina a los que ustedes se someten, para tener éxito en sus juegos, no los capacita para convertirse en soldados de Cristo, para pelear sus batallas y lograr victorias espirituales. El dinero empleado en vestuario con el fin de presentar un vistoso espectáculo en esos torneos, es un dinero que hubiera podido ser empleado para el avance de la causa de Dios en nuevos lugares, llevando la verdad a aquellas almas que están en la oscuridad del error. ¡Ojalá que Dios les concediera a todos la verdadera convicción de lo que significa ser cristiano! Significa ser como Cristo. El no vivió para complacerse a sí mismo.2MI 215.3

    El Señor me ha presentado muchas cosas y me ha mostrado los peligros a los que muchos de nuestros jóvenes se exponen a causa de ideas erróneas. No han de llevarlos en brazos como si fueran bebés, mimados y consentidos, proporcionándoles dinero como si nunca hubiera de faltar. No los lleven a creer que existe un banco del que pueden retirar fondos para cubrir cualquier supuesta necesidad. El dinero debe ser considerado como un don que Dios nos confía para llevar a cabo su obra, para edificar su reino. Los jóvenes no han de recibir la impresión de que puede ser utilizado para satisfacer todos sus deseos. Es necesario que aprendan a controlar sus apetencias.2MI 215.4

    Ni los educadores, ni nadie a quien Dios haya confiado recursos, deben actuar imprudentemente y dañar a nuestros jóvenes, haciéndoles creer que hay que estar apuntalándolos en todos y cada uno de los pasos de su vida escolar. No hay que liberarlos de toda posible preocupación o responsabilidad. Es preciso que aprendan a valerse por sí mismos y a ser independientes. Necesitan encontrar un empleo útil, por humilde que sea, que les brinde el necesario desarrollo de sus aptitudes físicas. Los padres y educadores deberían proporcionar a los jóvenes un empuje inicial, y luego dejarles saber que han de utilizar al máximo sus propios recursos, aprovechando el tiempo en todo sentido posible con el fin de ayudarse a sí mismos. Esto representará la mejor educación, y la de más utilidad, que les sea posible obtener. Algo que contribuirá en gran medida en su favor es el trabajo físico, con el fin de obtener recursos para sufragar tanto como les sea posible sus propios gastos. Su carácter será más firme si aprenden la negación propia en la escuela de la pobreza, como lo hicieron los presidentes [de los Estados Unidos Abraham] Lincoln y [James A.] Garfield. Los mejores y de los más célebres personajes, aquellos que se colocaron valerosamente del lado del bien, han sido los que han tenido éxito gracias a su propio esfuerzo. No tuvieron tiempo para dedicarse a inútiles diversiones, ni dispusieron de dinero para gastarlo en espectáculos pugilísticos. Entre las más provechosas lecciones que los jóvenes pueden recibir se encuentran las que les enseñen el valor del dinero, y que les permitan adquirir hábitos de diligencia y frugalidad.— Carta 47, 1893, pp. 1, 68 (a William W. Prescott, 25 de octubre de 1893).2MI 215.5

    En nuestras escuelas existe una gran deficiencia en lo que se refiere a la creatividad, a la redacción y a la contabilidad. Estas materias son tan esenciales en la vida práctica, como pueden serlo los conocimientos gramaticales. La contabilidad debería considerarse como una de las más importantes ramas de la educación. Ni uno de cada veinte sabe cómo llevar cuentas en forma correcta. También debería prestarse atención a la lectura, ya que es un aspecto de la educación que se ha descuidado en demasía. Se requiere bastante práctica para leer como es debido. A causa de este descuido, se pierde la mitad de las demás enseñanzas. Los maestros que no están capacitados para brindar instrucción en este sentido, y para enseñar buena pronunciación y con buena entonación; deberían ponerse a aprender hasta que ellos mismos puedan leer con la entonación correcta, y con un timbre de voz nítido y preciso. [...]2MI 216.1

    Los educadores podrían realizar una mejor labor de la que hasta ahora han hecho. Las mentes deben ser moldeadas y los caracteres desarrollados mediante una gran dedicación de ellos, que con la ayuda de Cristo será del todo exitosa. Su labor tiene que ir acompañada de oración y fe, sabiendo que Dios bendecirá sus esfuerzos. Refuercen y consoliden en el temor de Dios todo esfuerzo, incluso aunque adolezca de grandes imperfecciones, con el fin de desarrollar las cualidades más nobles.2MI 216.2

    Muchos jóvenes poseen grandes talentos intelectuales que no se están aprovechando, debido a que no se les ha dado la oportunidad de desarrollarlos. Por otro lado, los maestros no han considerado la necesidad de pedir sabiduría a Dios para poder discernir las posibilidades y las aptitudes de los jóvenes. Su capacidad física ha sido fortalecida mediante el ejercicio, pero las facultades mentales continúan ocultas debido a que el discernimiento y el tacto dado por Dios al educador, no han sido puestos en práctica para aprovecharlos. A los jóvenes deben ofrecérseles ayuda para su desarrollo personal; deben ser atraídos, estimulados y animados, y exhortados a actuar; y todo ello con la máxima consideración, para que Dios sea glorificado. [...]2MI 217.1

    En nuestro colegio el interés no debería radicar tanto en graduar gigantes intelectuales, sino en tener éxito en la sagrada misión de formar a hombres y mujeres para que aprecien los principios nobles, y para vivir enfocados en la superior vida inmortal.— Manuscrito 30, 1896, pp. 1, 3, 4, 8 («True Aim and Purpose of Christian Colle ges” [El verdadero objetivo y propósito de los colegios cristianos], 3 de octubre de 1896).2MI 217.2

    Los alumnos, mientras estudian a autores y libros de texto parte del tiempo, deberían aprender con la misma aplicación el funcionamiento del organismo humano, y a la vez poner en práctica lo aprendido ejercitando sus miembros en el trabajo manual. De esa forma cumplirán con el propósito del Creador y se convertirán en hombres y mujeres de provecho.2MI 217.3

    Si los maestros hubieran asimilado las lecciones que el Señor desea que aprendan, no habría un grupo de alumnos cuyas cuotas deben ser sufragadas por alguien, ni tendrían que abandonar la escuela con una gran deuda en su haber. Los educadores no están haciendo ni la mitad de lo que les corresponde, cuando no hacen nada mientras están viendo como un joven se pasa años aplicado exclusivamente al estudio de los libros, mientras que no procura obtener los recursos para sufragar sus gastos. Cada caso deber ser analizado, cada joven seguido de cerca con cariño e interés, verificando su situación financiera. Una de las tareas que se le debe presentar al alumno, como esencial en sus estudios, ha de incluir el ejercer el buen juicio que Dios le ha concedido, equilibrando toda su capacidad física: cabeza, cuerpo, manos y pies. El empleo correcto del juicio propio, es el conocimiento más valioso que puede adquirirse. No debemos utilizar el cerebro únicamente, o realizar ejercicio físico nada más y quedarnos en eso; sino que debemos hacer el mejor uso de los diferentes elementos de la maquinaria humana: el cerebro, los huesos, los músculos; el cuerpo, la cabeza y el corazón. Si alguien no lo entiende así, no está capacitado para el ministerio.2MI 217.4

    El estudio del latín y el griego tiene muchas menos importancia para nosotros, para la sociedad y para Dios, que el cuidadoso estudio de la utilización de toda la maquinaria corporal. Es un pecado dedicarse al estudio de los libros, descuidando cómo familiarizarse con las diferentes formas de ser útil en la vida práctica. En el caso de algunos, constituye un mal hábito la devoción a los libros. Si no se utiliza la maquinaria física se favorece una actividad cerebral excesiva, facilitando la intromisión del diablo. Una vida que desconoce el edificio en que moramos, jamás será una vida plena.— Carta 103, 1897, pp. 2, 3 (a Edward A. Sutherland, 23 de julio de 1897).2MI 218.1

    Hay quienes, cuando todavía están en fase de formación, son perfectamente capaces de participar en las tareas educativas. Si los maestros utilizaran esa ayuda que tienen a su alcance, se evitarían mucho de su agobio y el exceso de trabajo. Hay alumnos a los que se puede pedir que dediquen parte de su tiempo a la enseñanza. Los alumnos no deben ser como aquellos que en la Palabra de Dios son descritos como los que «siempre están aprendiendo, pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad» [2 Tim. 3: 7]. Deben recibir para luego compartir.2MI 218.2

    El alumno no debería pensar que si se le pide que dirija una clase de lectura u ortografía, o alguna otra tarea, va a verse privado de tiempo suficiente para su propia formación. Tampoco debería llegar a pensar que esté perdiendo tiempo, porque no es así. Al compartir con los demás lo que ha recibido, prepara su mente para recibir aún más. Quizá recuerde, mientras se esfuerza por hacer lo mejor, que los ángeles enviados a ministrar a los herederos de la salvación, entienden su situación y guiarán su mente; y agudizarán su entendimiento al aportarle ideas que iluminarán cualquier asunto que haya que analizar, haciéndolo sencillo y claro.2MI 218.3

    El maestro joven que teme a Dios aprenderá mientras enseña. A medida que ideas valiosas le vayan surgiendo, debe dar gracias a Dios alabándolo porque de él fluye toda bendición, reconociéndolo y acreditándolo como la fuente de toda idea noble y verdadera.— Carta 142, 1901, pp. 4, 5 (a Edward A. Sutherland, 16 de octubre de 1901).2MI 218.4

    Queda mucho por hacer. Hay que educar, educar... ¡y educar! Que nadie los prive a ustedes de los medios necesarios. ¿Tienen imprenta? Deben tener una, si es que no la tienen ya; puesto que tendrán que imprimir gran parte de sus materiales, libros y diversas publicaciones necesarias para su trabajo. Necesitan un buen instructor que enseñe tipografía y el oficio de prensista a los alumnos, formándolos en todo lo necesario para este tipo de labores.2MI 218.5

    También necesitan el mejor y más experimentado contable que puedan conseguir. La contabilidad debe ser parte del currículo académico. Hagan de ella una especialidad.2MI 219.1

    En la escuela deben enseñar el cultivo de la voz. No descarten a la ligera este asunto, ya que si la expresión es defectuosa, todo conocimiento que se obtenga será de poco provecho. El cultivo de la voz es de gran importancia, de modo que la enseñanza de la verdad se haga con elegancia y buen estilo.2MI 219.2

    Al aprender a utilizar correctamente la voz al hablar, muchos que tienen poca capacidad torácica podrán salvar sus vidas. Traten de que los alumnos se mantengan erguidos echando los hombros hacia atrás. Las mujeres especialmente necesitan cultivar la voz.2MI 219.3

    En cada ejercicio de lectura, exija que los alumnos se expresen de modo inteligible, pronunciando claramente incluso las sílabas finales. Enseñen a los alumnos a evitar que la voz les decaiga al final de la frase. Exijan un tono de voz claro, sonoro y bien modulado hasta el final, incluyendo la última sílaba.2MI 219.4

    Muchos que utilizan sus órganos vocales en forma descuidada, de continuar hablando en forma defectuosa acabarán tísicos. Por falta de ejercicio, los pulmones perderán buen funcionamiento. Si en la respiración no se inhala el vital aire puro, para que nutra los pulmones, enfermarán como resultado.2MI 219.5

    Enseñen a todos los alumnos a hablar pausadamente. No permitan que se lea con rapidez o premura. Enséñenles que inhalar correctamente el aire dado por Dios es esencial, y que así al exhalarlo podrán fluir con claridad las palabras. De este modo se aprovechan las vitales propiedades del aire.— Carta 161, 1901, pp. 24 (a Percy T. Magan y Edward A. Sutherland, 5 de noviembre de 1901).2MI 219.6

    Patrimonio White,

    29 de agosto de 1962

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