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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)

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    Manuscrito 122&mdashCristo por encima de todo Las reuniones campestres

    Recibimos su carta y le damos las gracias por ella. Willie acaba de entrar a mi habitación y me informa que mañana zarpa un barco para Sudáfrica sin escalas. Son las cuatro de la tarde, y creo que no debo desperdiciar esta buena oportunidad. Estamos tan lejos que cuando tenemos la oportunidad de comunicarnos por carta, debemos hacerlo.2MI 153.1

    Tengo un gran interés por ustedes en Africa, y de acuerdo con la luz que el Señor se ha dignado concederme respecto a ese país, él tiene muchas almas preciosas que deben escuchar el mensaje de misericordia y advertencia que debe ser presentado al mundo. Si los obreros se ocultaran en Jesús permitiendo que únicamente él se muestre, si caminaran humildemente con Dios, si fueran hacedores de las2MI 153.2

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    Material no publicado, en exposición permanente en «Sunny side», la residencia de Elena G. de White en Coorabong, Australia. enseñanzas que Cristo nos ha dado en su Palabra, entonces los seres celestiales cooperarían con sus esfuerzos, y no reclamarían ni una sola partícula de gloria para sí mismos, sino que le darían toda la gloria a Dios. Seguramente ustedes verán la salvación de Dios mientras contemplan a Jesús y confían plenamente en él, y él los cubrirá con el manto de su justicia. El gran peligro vendrá de quienes buscan ser los primeros en todo. El Señor Jesús no aprueba esa actitud y se alejará de cualquiera que procure la supremacía personal.2MI 153.3

    Necesitamos el Santo Espíritu de Dios, y podríamos recibirlo si no exaltáramos nuestros egos miserables y finitos. Nuestra tarea es abrir la puerta del corazón y permitir que Jesús entre. Él está llamando para que le permitamos entrar.2MI 154.1

    Hay algunas almas desvalidas que preguntan cómo pueden encontrar a Jesús. ¿Por qué preguntan eso, si Jesús ha estado buscándolas, y se encuentra a la puerta, llamando? Él dice: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo” [Apoc. 3: 20]. Almas en duda, almas incrédulas: ¿Le abrirán ustedes la puerta? Jesús está ante la puerta de sus corazones. Dejen pues entrar al Huésped celestial.2MI 154.2

    Hemos estado en Nueva Zelanda durante un poco más de tres meses. He hablado cuarenta y dos veces y redactado cuatrocientas páginas de tamaño carta. He visitado Auckland, Kaeo y Napier. Nuestra reunión campestre fue excelente gracias a la obra realizada por el Espíritu de Dios en los corazones humanos, en la conversión de almas y la recuperación de apóstatas; así como en el precioso co nocimiento que muchos recibieron. Las amonestaciones no fueron rechazadas, sino que llevaron almas al arrepentimiento y a la confesión, así como a renunciar a los pecados. Había mucho que poner en orden. El egoísmo y la infidelidad de los que están relacionados con diferentes ámbitos de la obra, fueron identificados y denunciados. Hay muchos en este país que desean hacer las cosas a su manera. No reconocen la importancia de conservar la unidad en los planes de acción, y de trabajar y actuar de acuerdo con el Modelo, Cristo Jesús.2MI 154.3

    Todo el mundo tiene que entender, ya sea en Africa, en este país o en cualquier otro, que para trabajar en la obra de Cristo en palabras, en juntas y en la planificación, tenemos que adherirnos a la oración de Cristo: «Para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” [Juan 17: 2123]. [...]2MI 154.4

    Hemos de revelar a Cristo tal como él es: «dulcísimo, y todo en él codiciable», y «distinguido entre diez mil” [Cant. 5: 16; 10]. ¡Que manera de difuminar su gloria los profesos seguidores, que piensan como mundanos, que son desobedientes, desagradecidos e impíos! ¡Qué lamentable es que el Señor Jesús sea colocado en último lugar! ¡Su misericordia, su paciencia, su tolerancia, y su incomparable amor son negados; y su honra velada por la maldad de sus profesos seguidores!2MI 155.1

    ¿Cuánto más va a durar todo eso? ¿Acaso no recibimos en la escuela de Cristo una completa educación especial? Si la imagen de Cristo es contemplada por ojos ungidos espiritualmente, ustedes podrán decir: «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre”. «De su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia» [Juan 1: 14, 16].2MI 155.2

    Que se aparte de la iniquidad todo aquel que haya pronunciado el nombre de Cristo. Exalten a Jesús. Hablen de su amor, mencionen su poder. Que el yo se desvanezca detrás de la gloria de su persona y del gran poder de la cruz del Calvario. Oh, escudriñen y prueben sus corazones ante Dios. Si su evangelio es predicado, ustedes se regocijarán, sin importar por quién haya sido predicado. Si ustedes aman a Jesús, cada uno será un obrero juntamente con Dios, y tendrán éxito en llevar almas a Jesús; las cuales a su vez mediante su influencia conducirán a otras almas al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.2MI 155.3

    Ya es hora de que seamos ungidos con poder de lo alto. Satanás y todos sus agentes del mal, están actuando con incansable ardor para oponerse al bien. Jamás ha existido una combinación más poderosa, establecida para neutralizar el ejemplo y las enseñanzas de Cristo, para sembrar las semillas de infidelidad respecto a la inspiración de las Escrituras y para socavar sus cimientos. Así que les pregunto: ¿Dónde está la luz y el poder que soportará esta terrible y creciente oscuridad que está cubriendo al mundo cual velo mortuorio?2MI 155.4

    Satanás se está moviendo sigilosamente con todo su poder, para inspirar a los seres humanos a que formen alianzas y coaliciones del mal en contra de la luz, y en contra de la Palabra de Dios. La aposta sía, el papado y un cuasipapado se unen con el profeso cristianismo en una íntima y poderosa confraternidad. El desprecio de la inspiración, la exaltación de las ideas humanas de los llamados eruditos —así como algunas tendencias científicas—, están colocando el conocimiento humano por encima de la sabiduría divina y por encima de la genuina santidad.2MI 155.5

    Estas son señales de los últimos días. Todo aquel que cree en Jesucristo tiene que dejar de hacer declaraciones oscuras y sombrías, y utilizar el don de la palabra para ensalzar a Jesús presentando testimonios que magnifiquen, honren y reverencien la Palabra de Dios; mostrando su gran valor y destacando su enorme trascendencia. El evangelio se da a conocer por su poder, igualmente se manifiesta en vidas consecuentes, santas y puras de los que son creyentes, oidores y hacedores de la Palabra. La unidad y el amor entre los creyentes darán al mundo la impresión de que la Palabra de Dios es verdadera. Mostrarán la validez del carácter divino de la Palabra de Dios en forma pura, decidida, fiel y sin componendas.2MI 156.1

    «Vosotros sois mis testigos» [Isa. 43: 10], dijo Jesús. «La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo” [Juan 1: 9]. A todos los que hemos creído en la verdad se nos pide: «¡Levántate, resplandece porque [...] la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!” [Isa. 60: 1]. Que cada alma se humille delante de Dios, buscándolo en toda humildad y acatamiento. Entonces el Señor la exaltará, concediéndole abundantemente su Santo Espíritu. La misericordia y el amor de Dios se manifestarán en forma gloriosa y triunfante.— Carta 110, 1893, pp. 1, 2, 68 (a Asa T. Robinson, 24 de abril de 1893).2MI 156.2

    He tenido el privilegio de presenciar durante las últimas cinco semanas, algo que me ha producido gran gozo: un pueblo ansioso, hambriento y dispuesto a escuchar la Palabra de Dios, presentada con claridad bajo una nueva luz. La Palabra de Dios ha sido presentada con poder y la manifestación del Espíritu. El Señor ha enviado al profesor Prescott no como un vaso vacío, sino como un vaso lleno de tesoros celestiales, para que el pueda dar a cada uno su porción de alimento en el momento preciso. Esto es lo que desea el pueblo de Dios en todo lugar.2MI 156.3

    No podemos dudar ni por un momento que el Señor ha tenido en cuenta la gran necesidad de su pueblo de ese precioso alimento que está recibiendo. Es muy difícil desviar lo suficiente la atención del pueblo de las cuestiones materiales, para que escuche verdad tras verdad hasta que se interese en oír más. Es todavía más difícil hacer que los amantes de los placeres y de la mundanalidad escuchen a los mensajeros de Dios pronunciar las palabras de Juan: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» [Juan 1: 29]. Las multitudes han acudido a la carpa para oír, y muchos han escuchado y se han beneficiado. Muchos están profundamente interesados y acuden una y otra vez.2MI 156.4

    La esencia de nuestro mensaje es la cruz del Calvario. Esa es nuestra advertencia e invitación. Ese es nuestro estímulo para los que sufren, el rico festín que colocamos delante de los creyentes. Gracias a la acción del Espíritu de Dios para arrepentimiento, lla mamos la atención de los que no han sido iluminados respecto a la verdad para este tiempo. Con un anhelante deseo fijan su vista en la cruz del Calvario. Ciertamente todos seremos tan impresionados por esa maravillosa contemplación que estudiaremos más y más profundamente la verdad, para hacer que un maravilloso amor fluya de labios santificados. Saldremos adelante unidos a Cristo.2MI 157.1

    El Espíritu Santo obra tanto en el que predica como en el oyente. Ambos son instruidos por Dios. Lo sabemos porque lo hemos visto en la vida de personas presentes en esta reunión. El Señor obra a través de sus ministros y a través de los oyentes. Ellos así lo atestiguan, y por mi parte yo digo que nunca antes había escuchado exposiciones de la Biblia tan interesantes. Alguien dijo: La Biblia parece ser un precioso filón inagotable. Una vez concluidas las reuniones, muchos dieron testimonio de todo el bien que de ellas habían recibido. Cuando ven a Maggie Hare tomando notas taquigráficas, parecen un rebaño de ovejas hambrientas, pidiendo se les entregue una copia. Desean leer y estudiar cada punto presentado. Las almas han sido instruidas por Dios.2MI 157.2

    El hermano Prescott ha presentado la verdad con un estilo claro y sencillo, y abundante en elementos nutritivos. El pastor Corliss ha presentado varios sermones y ponencias bíblicas que han sido muy bien recibidos. El hermano Daniells y el hermano Colcord han puesto en alto la palabra de luz con claridad y de modo positivo. El Señor ha utilizado a esos pastores para glorificar su nombre. Se han brindado instrucciones en diferentes aspectos con el fin de preparar a hombres y mujeres para que sean colaboradores de Dios. La semana pasada se bautizaron diecinueve personas.2MI 157.3

    Necesitamos que la verdad se presente en nuevos lugares. De acuerdo con la luz que Dios me ha dado, es un error realizar nuestros congresos campestres siempre en el mismo lugar. No es prudente celebrar los grandes congresos campestres una y otra vez en la misma ubicación. Conviene trasladar las reuniones a otras localidades, dentro o cerca de las ciudades; donde los residentes tengan la oportunidad de escuchar los principios de nuestra fe. Es un una equivocación pensar en el ahorro de un poco de dinero, cuando lo que se debe tomar en cuenta es más bien poder brindarle al pueblo la oportunidad de oír el mensaje de advertencia, y ofrecerle la oportunidad de recibir la luz. Reduzcan los gastos en algunos otros aspectos, en lugar de privar a las ciudades del gran beneficio y del amplio conocimiento que podrían adquirir mediante la verdad bíblica.2MI 157.4

    Muchos serán llevados por la curiosidad, a asistir a nuestros congresos campestres anuales. Los que vengan motivados por la curiosidad podrían convencerse y convertirse a la verdad. Han oído hablar de los adventistas del séptimo día, sin embargo no conocen directamente el mensaje. Hemos sabido de muchos que residen en diferentes lugares donde nuestros congresos campestres se han celebrado, que expresan lo sorprendidos que están al saber que creemos en Jesucristo, y que creemos en su divinidad. Comentan: «Se me había dicho que este pueblo no predica a Cristo, pero jamás había yo asistido a reuniones en las que Cristo fuera más exaltado y enseñado, que en los sermones y en todos los programas de dichas reuniones”.2MI 158.1

    ¿Acaso podríamos los adventistas del séptimo día predicar otra doctrina? En ella se centra nuestra esperanza de vida eterna. No hay otra opción, sino exaltar al hombre del Calvario. Todos los pastores deberían presentar al pueblo la única esperanza del mundo, Cristo. Es la gente que no ha asistido la que acepta afirmaciones completamente falsas basándose en aquello de «Me han dicho que ellos dicen...». ¿Qué podemos hacer para que las falsedades se vea que no son más que eso, falsedades inspiradas por Satanás para minimizar el impacto de la verdad de Dios?2MI 158.2

    Los que desempeñan puestos de responsabilidad deberían concentrarse menos en ahorrar recursos y esfuerzos para nuestros congresos campestres, teniendo en cuenta si conviene celebrarlos en un mismo lugar todos los años, al considerar los grandes beneficios que se podrían ofrecer a otras localidades a las que no ha llegado la verdad. La gran importancia de los mensajes que Dios ha encargado a sus ministros, es un tema digno de ser considerado y de ser inteligentemente planificado.— Carta 113, 1895, pp. 13 (al Dr. John H. Kellogg y esposa, 17 de noviembre de 1895, reproducida completa).2MI 158.3

    Sunnyside, Cooranbong, lunes 1º de enero de 1900. El año 1899 ha pasado a la eternidad con todo su registro sellado, para ser abierto cuando el juicio comience y los libros sean abiertos. «Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo y ningún lugar se halló ya para ellos. Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” [Apoc. 20: 11, 12].2MI 159.1

    Hoy me consagro a Dios de nuevo. Tenemos el privilegio de ser llamados a colaborar con Jesucristo. Debemos trabajar por nuestra salvación con temor y temblor. Es Dios quien obra en nosotros el querer y el hacer por su buena voluntad, «pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios» [1 Cor. 6: 20]. ¿Por qué titubeamos? ¿Por qué flaqueamos? ¿Por qué nos desanimamos? Nuestro misericordioso redentor nos ha dicho con sus propios labios: «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”; «Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» [Fil. 2: 5, Mat. 16: 24]. Si alguno de ustedes no deja todo por amor a Cristo, él le dice: «No podrá ser mi discípulo” [Luc. 14: 26]. Esas son las condiciones de nuestro discipulado en la carrera cristiana. Cristo, que se dio a sí mismo ha expuesto positivamente las normas de nuestro discipulado. Nos convertimos en seguidores de él cuando cumplimos las condiciones que él ha estipulado. Ahí está la norma de nuestro deber, en la clara luz de un perfecto y autorizado ejemplo. Cristo Jesús es nuestra única esperanza. Confiemos en él. Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús. Cristo nos ordena claramente que lo sigamos, y al hacerlo no andaremos en oscuridad. Démosle gracias al Señor Jesús.2MI 159.2

    Sunnyside, Cooranbong, martes 2 de enero de 1900. Me siento agradecida por el reparador sueño de anoche. El Señor es bueno y digno de ser grandemente alabado. William C. White, mediante un telegrama fue convocado a Sydney para reunirse con el hermano Salisbury. En Melbourne hay en venta una prensa a un precio muy bajo. Si tuviéramos los medios podría ser adquirida para Coorabong y para la imprenta de Melbourne. Ruego al Señor que él nos guíe en todo lo que hagamos. Debemos ser prudentes al dar cada nuevo paso.2MI 159.3

    El ojo izquierdo me ha estado dando problemas, pero le he pedido al Señor que me lo sane y que me evite contratiempos. Él todo lo puede. Satanás es el destructor y Cristo el restaurador. El Señor lo ha prometido y yo creo que recibo lo que le pido. Él jamás ha dicho: «Me buscan en vano». Ese dolor en el ojo izquierdo es una dura y amarga prueba para mí. He estado utilizando el derecho para que lleve la carga: para que haga el trabajo de ambos ojos. Estoy escribiendo con el ojo izquierdo vendado. No obstante, no puedo ver prácticamente nada; sino únicamente escribir. Estoy rogando: «Señor, aumenta mi fe para que consiga confiar plenamente en ti”. Cada prueba que el Señor nos envía será para nosotros una bendición, si somos capaces de darnos cuenta de que es así.2MI 160.1

    El correo para Estados Unidos saldrá mañana, y tengo mucho que escribir. He redactado diecisiete páginas desde las tres de la ma ñana, listas para el correo que sale desde Coorabong a las nueve en la mañana. Me ha resultado tan evidente y claro como cuando oigo una voz que me habla: «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos» [Sal. 32: 8]. «Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas” [Prov. 32. 6].2MI 160.2

    Debemos confiar en el Señor de todo corazón. Hemos probado al Señor. Tenemos la infalible Palabra en la que podemos confiar. Cristo nos asegura: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» [Juan 8: 12]. «Si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz” [Mat. 6: 22]. Gloria a Dios, porque yo he visto el cumplimiento de su promesa. Desde que era niña, con once años, vengo confiando en sus promesas. Así que entregaré mi desvalida alma a Aquel que me ha comprado con su propia sangre.— Manuscrito 89, 1900, pp. 1, 2 (diario personal, 19 de enero de 1900).2MI 160.3

    Patrimonio White,

    lº de noviembre de 1960

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