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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)

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    Manuscrito 100—Las instituciones de Washington D. C. no deben ser controladas por Battle Creek

    Soñé que participaba en una junta en la que se discutían algunos asuntos relacionados con la obra médica en el Distrito de Columbia. Varios de los presentes dijeron que consideraban favorable cerrar el sanatorio de la ciudad cuando se terminara la construcción de los edificios y se amueblara el sanatorio en Takoma Park. Luego, uno de los presentes, lleno de sabiduría y entendimiento divinos, se refirió a la importancia de mantener en la ciudad cualquier2MI 47.1

    -------------

    Solicitado por el pastor R. Ruhling a petición de los administradores del Sanatorio de Washington. entidad que pusiera en alto los principios de la verdad bíblica. Las semillas de la verdad también debería sembrarse entre los personajes influyentes de la capital del país.

    El sanatorio es un excelente medio para esparcir la luz que iluminará a los que tienen la responsabilidad de elaborar las leyes que rigen a la nación. Médicos y ayudantes que puedan representar la verdad como esta debería ser presentada, han de vincularse con el sanatorio de Washington.2MI 48.1

    Un sanatorio en Washington permitirá que nuestras instituciones en Takoma Park sean reconocidas, por lo que hay que hacer todo lo posible para colocar allí a la gente más talentosa. Dios desea que la luz de la verdad ilumine a funcionarios y senadores, con el fin de que desaparezcan muchos prejuicios infundados. Si ahora se cerrara el sanatorio que ha estado funcionando en la ciudad de Washington, le haríamos un grave daño a la causa de Dios.2MI 48.2

    Espero ver que nuestro pueblo aporte suficientes recursos para que diversas ramas de nuestra obra sean establecidas en la importante ciudad de Washington.2MI 48.3

    He escrito esta carta con mucha rapidez, porque quiero que salga en el correo de esta tarde; pero estoy segura de que próximamente escribiré más.— Carta 114, 1907, pp. 1, 2 (a los hermanos Daniells, Kress, e Irwin, 2 de abril de 1907).2MI 48.4

    No deberíamos desembolsar grandes sumas de dinero para comprar terrenos y edificar costosos edificios en Washington. Ese no el propósito por cual estamos aquí. La instrucción que he recibido es que nuestro sanatorio y nuestras escuelas deben tener un tamaño moderado.— Carta 273, 1904, p. 1 (a E. A. Sutherland y P. T. Ma gan, 28 de julio de 1904).2MI 48.5

    Anoche me despertaron antes de las once, para escuchar el mensaje que debía ser transmitido a nuestras iglesias. Escribí muchas páginas, y a las cuatro me recosté un rato [...].2MI 48.6

    La obra aquí [en Washington] sigue adelante con mucha firmeza. Me pareció bien que estuviéramos aquí para ayudar a los obreros que participaron en una junta. En las edificaciones no hay que gastar dinero a fin de dar una muestra de ostentación. Los edificios deben ser sencillos y modestos. No debería construirse un sanatorio enorme; porque no haremos de esto una moderna Jerusalén. Ya se le ha dicho con mucha claridad a los obreros. No podemos invertir todos nuestros recursos en un solo lugar. Debemos hacer planes prudentes y frugales.— Carta 267, 1904, pp. 1, 2 (al hermano Hayward, 24 de julio de 1904).2MI 48.7

    Hemos de llevar a cabo nuestra obra con fervor y seriedad en la ciudad de Washington. En cada parte de la ciudad hemos de tener personas escogidas, para que presenten el mensaje de advertencia.2MI 49.1

    Hay que hacer todo lo posible para facilitar la conversión de los amigos y vecinos que no son creyentes. Hablen con ellos de la verdad para este tiempo; oren por ellos.2MI 49.2

    «No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Entonces les declararé: “Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”» [Mat. 7: 2123].2MI 49.3

    Exhorto a nuestros pastores en Washington a que trabajen tanto como les sea posible en el campo, de manera que puedan llevar el mensaje a los que no conocen las Escrituras [...].2MI 49.4

    Parte del tiempo que se dedicó discutir asuntos de negocios, pudo haberse empleado en buscar fervorosamente al Señor y pedir su poder y dirección para limpiar nuestras almas de pecado y convertirnos. Se me ha presentado que el Señor tiene ricas bendiciones para su pueblo en Washington. En la obra de publicaciones, en el sanatorio, había una rica experiencia espiritual que los dirigentes principales pudieron haber obtenido; pero no lo hicieron. Se dedicó mucho tiempo a tratar problemas difíciles, que no debieron abordarse hasta que se hubiera recibido el poder transformador de Dios por medio de la oración y de una sincera humillación. El Espíritu Santo esperaba que reconocieran su condición, pero muchos, a causa de su ceguera, no percibieron su verdadera condición espiritual. Se debieron haber hecho confesiones con esa humildad que sale a relucir cuando la persona aborrece su alma inconversa.— Carta 162, 1909, pp. 1, 2 («A nuestros dirigentes en puestos de responsabilidad en Washington», lº de diciembre de 1909).2MI 49.5

    Hace varios años que el Señor me dio instrucciones en cuanto al establecimiento de un sanatorio en Washington, separado e independiente del de Battle Creek.2MI 49.6

    Desde mi regreso de Australia, he recibido luz en cuanto a que los que están firmes en la fe deberían colocarse resueltamente del lado del Señor. Han de trabajar con todas las fuerzas que el Señor les ha concedido, para contrarrestar las influencias centralizadoras que se han desarrollado alrededor de la obra médica en Battle Creek.2MI 50.1

    Con suma claridad, el Señor me ha mostrado que no debemos permitir que el personal médico de Battle Creek dirija la obra en Washington; porque, a menos que haya un gran cambio, ellos [los de Battle Creek] influirán para contravenir el plan de Dios para Washington. Mientras que ellos [los de Battle Creek] continúen aceptando principios que Dios ha condenado, ¿cómo se honrará al Señor mientras se siga el modelo de Battle Creek en todas nuestras instituciones médicas? Los que fijarán los parámetros para nuestra obra médica en Washington han de ser personas de mucha fe, que entiendan claramente los firmes principios de la verdad que nos han sido dados como pueblo.2MI 50.2

    De vez en cuando el Señor me ha presentado muchas cosas rela cionadas con los peligros de los médicos que se han agrupado en Battle Creek. En diversas ocasiones he visto al Dr. Kellogg recorriendo caminos falsos, deseando recibir el crédito de ser el principal en la obra médica misionera. En sus expresiones, él suele dar la impresión de que es el creador de la obra médica misionera. Pero esa honra no le corresponde a nadie. El Maestro y Líder de su pueblo es el Señor, no el ser humano. Dios ha tocado los corazones de personas en diferentes lugares para que se dediquen a esta obra. Les ha dado la sabiduría para crear planes y estrategias, y ellos han llevado adelante la obra que se les ha encomendado. El deseo del Señor es que el Dr. Kellogg preste especial atención a la comisión que se le ha dado, y que deje en libertad a sus hermanos para que realicen la obra según se las indicaciones del Señor.— Carta 256, 1903, pp. 13 (A los dirigentes de M. M. & B. Int. Association, 25 de octubre de 1903).2MI 50.3

    Hemos visto los edificios de la escuela. Ellos constituyen una lección práctica en cuanto a la manera en que deberíamos efectuar nuestra tarea. Ahora tenemos que dar otro paso al construir el edificio principal del sanatorio. Para instruir a los alumnos, es preciso que dicha institución trabaje en armonía con la escuela. Sería un grave error dejar al sanatorio para lo último. Debe realizarse un gran esfuerzo y emplearlo en la construcción del sanatorio. Sigan los mejores diseños, den la mejor terminación posible de acuerdo con los recursos destinados a dicha obra. Convendrá al sanatorio, que se hagan planes para edificar pequeñas residencias más adelante. Esas casas serán una gran bendición en más de un sentido. Habrá pacientes que necesitarán más tranquilidad que la que ofrece un edificio grande. Los que están muy enfermos, los que no pueden subir y bajar escaleras, ni usar un ascensor, y que no pueden abrir y cerrar de puertas, obtendrán una gran bendición en la quietud imperante en esas pequeñas casas.2MI 50.4

    La escuela y el sanatorio tienen que trabajar unidas. La salvación de las almas debe ser el principal objetivo de la obra que se realiza en ambas instituciones. ¿Qué es la verdad, la verdad bíblica? ¿Qué abarca? Esas preguntas tienen que ser respondidas en nuestras instituciones. «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» [Mar. 8: 34]. En esto consiste la verdadera educación. A los alumnos se les debe enseñar a sentir una gran preocupación por las almas por las que Cristo ha dado su vida. Los maestros del colegio han de prepararse para presentar charlas de salud a los alumnos.— Manuscrito 86, 1905, 2, 3 («A los Dirigentes de la Asociación General y a las Juntas Administrativas del Sanatorio de Washington de la Escuela de Adiestramiento”, 14 de julio de 1905).2MI 51.1

    No hay que imponer ninguna restricción a la obra en Takoma Park. Se me ha mostrado que la capital del país tiene que gozar de todas las ventajas posibles. Los obreros en ese lugar han de llevar la verdad ante las instituciones de poder; los recursos deben fluir a dicho campo para que la obra impacte favorablemente a esas personas que están acostumbradas a lo sofisticado y a la abundancia. No hemos de dar una mala impresión a esos funcionarios, puesto que tal vez la única relación que tengan con nuestro pueblo y con el mensaje del tercer ángel, será a través del sanatorio. Resulta imprescindible que los recursos desembolsados para la obra en Washington sean administrados con mucha prudencia [...].2MI 51.2

    Refiriéndose a nuestra labor en Washington, se dijo lo siguiente: «No se le deben poner impedimentos a la obra en el corazón del país. El sanatorio tiene que hacer su parte para convencer a las personas influyentes en Estados Unidos de la importancia del mensaje del tercer ángel. De igual modo, nuestros libros deben ser manejados de tal manera que se garantice una mayor circulación».2MI 51.3

    En la construcción del sanatorio de Washington ha de primar la sencillez y el buen gusto. Esta institución tiene que realizar una obra importante en favor de los habitantes de la ciudad. Por medio de su influencia, surgirán preguntas sobre nuestra fe y se brindará información que impactarán a varios. Alguien que está respaldando la causa de la verdad presente en Washington será una continua ayuda ante cualquier eventualidad. Aferrémonos con firmeza a los principios de la verdad. Cuidemos vigilantemente nuestras almas, para que no seamos hallados en contienda contra el Espíritu de Dios. Vistamos la armadura de la justicia de Cristo. Seamos fuertes; sí, seamos fuertes.— Manuscrito 55, 1907, pp. 2, 4, 5 («La obra en Washington, D. C.» [La obra en Washington, D. C.], 30 de mayo de 1907).2MI 51.4

    Patrimonio White

    1958