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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)

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    Manuscrito 110—La reforma prosalud debe ser presentada con cautela

    Creo firmemente que el fin de todas las cosas está a las puertas; por tanto, cada talento que Dios nos ha concedido debe ser empleado en el más noble y sabio servicio a Dios. El Señor ha sacado a un pueblo del mundo a fin de prepararlo no solo para un cielo puro y santo, sino para ser colaboradores con Dios mediante la sabiduría que les concederá; desea alistar a un pueblo para el gran día del Señor.2MI 97.1

    Mucha luz se ha dado respecto a la reforma de la salud, pero es fundamental que todos tratemos este tema con franqueza y que lo defendamos con prudencia. En nuestra experiencia hemos visto que muchos no han presentado la reforma de salud de tal forma que tuviera un impacto positivo en los que recibieran sus enseñanzas. La Biblia está repleta de sabios consejos, e incluso el comer y el beber reciben una atención adecuada. El privilegio más elevado que el ser humano puede disfrutar es ser participante de la2MI 97.2

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    Solicitado por Arthur L. White para dar respuestas a interrogantes relacionadas con la reforma de salud. Publicado en The Review and Herald, 25 de junio de 1959. naturaleza divina. Además, la fe que nos une en una sólida relación con Dios, transformará y moldeará la mente y la conducta, al punto de que nos volveremos uno con Cristo. Nadie debería, por sus hábitos intemperantes, satisfacer sus apetencias como para debilitar el delicado trabajo de la maquinaria humana, y de esa forma disminuir las facultades de la mente o del cuerpo. El ser humano ha sido comprado por el Señor.

    Si somos partícipes de la naturaleza divina, viviremos en comunión con nuestro Creador y valoraremos su obra. Como David exclamaremos: «Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado” [Sal. 139: 14]. No debemos creer que los órganos del cuerpo nos pertenecen, como si nosotros los hubiéramos creado. Todas las facultades que Dios ha concedido al cuerpo humano deben ser valoradas: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios» [1 Cor. 6: 19, 20].2MI 98.1

    No debemos tratar incorrectamente nada que tenga relación con la mente, el alma o el cuerpo. No podemos abusar de ningún órgano frágil del cuerpo humano, sin tener que asumir las consecuencias que conlleva transgredir las leyes de la naturaleza. La religión de la Biblia, cuando es llevada a la vida práctica, asegura el máximo desarrollo mental.2MI 98.2

    En la Palabra de Dios la temperancia ocupa un sitial muy elevado. Si obedecemos las Escrituras podremos ascender más y más alto. El peligro de la intemperancia es patente. La ventaja que se encuentra a nuestra alcance por la temperancia se nos presenta explícitamente en toda la Escritura. La voz de Dios nos dice: «Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» [Mat. 5: 48].2MI 98.3

    El ejemplo de Daniel nos ha sido dado para que lo estudiemos cuidadosamente y asimilemos las lecciones que Dios desea que aprendamos del ejemplo que se nos brinda en la historia sagrada.2MI 98.4

    Deseamos presentar la temperancia y la reforma de la salud desde una perspectiva bíblica, siendo muy cuidadosos para no irnos a los extremos mientras abogamos en favor de dicha reforma. Seamos prudentes, no incrustemos en la reforma de salud falsas conclusiones según nuestras ideas peculiares; entretejiendo en dicha reforma nuestros propios rasgos de carácter, considerándolo todo como si fuera la voz de Dios y condenando a todo aquel que no piense como nosotros. Se requiere tiempo para enseñar a alguien a alejarse de los hábitos incorrectos.2MI 98.5

    Los hermanos y hermanas plantean preguntas respecto a la reforma de la salud. Algunos están tomando la luz de los testimonios en cuanto a la reforma de la salud, para hacer de ello un requisito. Ellos escogen declaraciones de algún aspecto de la alimentación que se considera como cuestionable: advertencias e instrucciones dirigidas a determinados individuos que estaban por entrar, o que habían entrado, a una senda de maldad. Se anclan en esas citas y las enfatizan tanto como les es posible, entretejiendo con dichas declaraciones sus propios, peculiares y objetables rasgos de carácter. Luego las comparten enfáticamente, haciendo de ellas un requisito, para impulsarlas de tal manera que lo único que pueden hacer es daño.2MI 99.1

    Se necesita la mansedumbre y la humildad de Cristo. La moderación y la cautela son imprescindibles, pero ellos no poseen estos deseables virtudes del carácter. Necesitan que se les imponga el molde divino. Dichas personas pueden apropiarse de la reforma de la salud y hacer mucho daño sembrando prejuicios en las mentes al punto de que los oídos se cierren para no escuchar la verdad.2MI 99.2

    La reforma de la salud, correctamente utilizada, será una puerta por donde la verdad podrá entrar con un gran éxito. Sin embargo, presentar incorrectamente la reforma de la salud, haciendo de dicho tema el eje del mensaje, ha servido para crear prejuicios entre los no creyentes y para impedir el acceso a la verdad, dando la impresión de que somos extremistas. No obstante, el Señor desea que seamos sabios y que entendamos cuál es su voluntad. No debemos dar motivo alguno para que se nos considere como extremistas. Eso nos colocaría a nosotros, y a la verdad que Dios nos ha encomendado presentar al pueblo, en una gran desventaja. Si introducimos al yo no consagrado en lo que siempre hemos de presentar como una bendición, la misma se convertirá en una piedra de tropiezo.2MI 99.3

    Algunos seleccionarán las expresiones más contundentes de los testimonios y la forzarán para aplicarlas a cualquier caso, sin tomar en cuenta o sopesar las circunstancias en las que se ofrecen dichos consejos y advertencias, creando así impresiones malsanas en las mentes de la gente. Siempre habrá algunos que estarán dispuestos a aferrarse de algo especial con el fin de someter a los demás a un examen rígido y severo, e introducirán rasgos de sus propios caracteres en dicha reforma. Esto, desde un mismo principio, aumentará la reacción agresiva de aquellos a quienes podrían ayudar si los trataran en forma cuidadosa, compartiendo una saludable influencia que ganaría a la gente para su causa. Se dedican a su tarea, agrediendo a la gente. Seleccionan algunos puntos de los testimonios y luego tratan de forzar a todos para que los acepten, generando disgustos en lugar de ganar almas. Crean divisiones, cuando deberían y podrían haber fomentado la paz.2MI 99.4

    Se me ha mostrado el peligro que corren las familias de temperamento volátil, en las que predominan los impulsos camales. No deberían permitir que sus hijos incluyan huevos en su alimentación ya que este tipo de comidas —huevos y carne de animales — estimula y enardece las pasiones camales. Esto provocará que les resulte difícil vencer la pecaminosa tentación de abusar de su cuerpo, algo que en esta época se practica en forma casi universal. Dicha práctica debilita las facultades físicas, mentales y morales además de que es un impedimento en el camino que conduce a la vida eterna.2MI 100.1

    Se me mostraron algunas familias que se encuentran en esa deplorable condición. Debido a este degradante pecado, esas familias viven en una condición en la que la verdad de Dios no puede hallar acceso a sus corazones o a sus mentes. Esta práctica lleva a la desesperanza, al engaño, a prácticas licenciosas y a corromper y contaminar otras mentes, incluso de niños muy jóvenes. Una vez que se ha establecido dicho hábito es más difícil de vencer que el apetito por el licor o por el tabaco.2MI 100.2

    Estos males tan extendidos me llevaron a escribir las declaraciones que he expresado. Aunque los reproches personales fueron dados como señales para algunos individuos; también sirven de advertencia a otras familias, además de amonestar a aquellos que fueron corregidos y censurados. No obstante, permitan que los testimonios hablen por sí mismos. Algunas personas no deberían recopilar las declaraciones más fuertes, dirigidas a individuos y familias, atizando todo ello porque desean utilizar el látigo y tener a quienes azotar. Esos personajes activos y obstinados harían mejor si utilizaran la Palabra de Dios así como los testimonios que presentan la necesidad de tolerar, de amar, de una perfecta unidad y de trabajar celosa y perseverantemente. Cuando sus corazones hayan sido enternecidos y subyugados por la gracia de Cristo, con espíritus humillados y llenos del elíxir de la bondad; no fomentarán prejuicios, ni causarán disensión, ni debilitarán las iglesias.2MI 100.3

    La interrogante respecto a si debemos consumir mantequilla, carne o quesos, no debe ser presentada a nadie como una prueba; más bien es nuestro deber educar y presentar los peligros de aquellas cosas que son objetables. Los que recopilan todo esto y tratan de im ponerlo a los demás, no saben lo que están haciendo. La Palabra de Dios ha proporcionado pruebas de fe a su pueblo. Guardar la santa ley de Dios, el sábado, es una prueba; una señal entre Dios y su pueblo a través de las generaciones sin fin. El corazón del eterno mensaje del tercer ángel son los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo.2MI 101.1

    Nos toca presentar al té, al café, al tabaco y al alcohol como licencias pecaminosas del apetito. No podemos colocar en el mismo nivel a la carne, a los huevos, a la mantequilla, al queso y a otros artículos que se llevan a la mesa. No se los debe enarbolar, como si fueran la razón de nuestro proceder. Los mencionados al principio: el té, el café, el tabaco, la cerveza, el vino y todas las bebidas alcohólicas, no deberían ser consumidos con moderación, sino totalmente eliminados. Esos narcóticos venenosos no deben ser tratados de la misma forma que los huevos, la mantequilla y el queso. Originalmente los productos de origen animal no estaban incluidos en la alimentación del ser humano. Hay muchas evidencias de que la carne de animales muertos es peligrosa por las enfermedades que se esparcen rápidamente por todo el mundo, por la maldición que se acentúa como consecuencia de los hábitos y crímenes de los seres humanos. Nos toca presentar la verdad. Nos incumbe ser cuidadosos y usar el sentido común para seleccionar los alimentos que producirán la mejor sangre, y aquellos que mantendrán la sangre en una condición no febril. — Manuscrito 5, 1881 (con relación al Manuscrito, «Proper Use of the Testimonies on Health Reform» [El adecuado uso de los testimonios relacionados a la reforma de la salud], 23 de marzo de 1881).2MI 101.2

    Patrimonio White

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