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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161)

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    Manuscrito 156—1. El alquiler de templos adventistas
    2. Normas por escrito
    3. El carácter de Daniel revelado
    4. El santuario y el arca

    1. El alquiler de templos adventistas2MI 303.1

    El pasado sábado hizo una semana que cumplí con una cita para hablar en una iglesia en San Francisco. Tuvimos un excelente encuentro. Parecía existir un ferviente deseo de oír, e interés en lo que dijimos.2MI 303.2

    Esa fue la primera vez que hablé en la Iglesia de San Francisco desde mucho antes del terremoto y del incendio. El edificio se encontraba mejor de lo que yo me esperaba. El salón de reuniones es amplio y está bien cuidado. En la plataforma2MI 303.3

    _______________

    Solicitado por Arthur L. White para utilizarlo en una carta contestando la pregunta respecto a la actitud de Elena G. de White relacionada al alquiler de templos adventistas a grupos protestantes para sus cultos los domingos. y al frente el piso está cubierto con una alfombra roja con flecos. La alfombra está bien conservada y ha sido muy bien cuidada. El pulpito está bien arreglado.

    Tu abuelo y yo fuimos los que hicimos planes para la construcción de ese edificio. Unos pocos nos apoyaron y todos colaboramos lo mejor que pudimos.2MI 304.1

    Las ventanas tienen amplios vitrales, lo cual contribuye a dar una buena impresión. El bautisterio está bien arreglado. En la parte de atrás del pulpito las paredes son giratorias, para así mostrar el bautisterio a la audiencia. No puedo dejar de expresar mi agradecimiento porque el Señor protegió del terremoto y del incendio a este amplio templo. Es algo que hoy apreciamos grandemente.2MI 304.2

    La iglesia está siendo alquilada a los presbiterianos para sus cultos los domingos. Esto nos crea algunos pequeños inconvenientes en ciertas ocasiones, pero debido a que el templo de ellos quedó destruido, se sienten muy agradecidos por el privilegio de utilizar el nuestro.2MI 304.3

    En de los salones de abajo hay un dispensario con dependencias bien equipadas. La obra que ha sido realizada en este lugar ha sido una bendición para muchos, especialmente después del incendio.— Carta 18a, 1906, pp. 1, 2 (a Mabel E. Workman, 15 de noviembre de 1906).2MI 304.4

    * * *

    2. Normas por escrito2MI 304.5

    El correo para Estados Unidos saldrá mañana, y tengo mucho que escribir. He escrito diecisiete páginas desde las tres de la mañana, preparadas para el correo que sale de Cooranbong a las nueve de la mañana. Tan pronto como tomo la pluma en la mano, dejo de estar a oscuras respecto a qué escribir. Es tan sencillo y claro como si una voz que me hablara: «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos» [Sal. 32: 8]. «Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas” [Prov. 32. 6].2MI 304.6

    Debemos confiar en el Señor con todo nuestro corazón. Hemos probado al Señor. Contamos con la segura palabra en la que podemos confiar.— Manuscrito 89, 1900, p. 2 (diario personal, 1o de enero de 1900).2MI 304.7

    * * *

    ------------------

    Solicitado por Francis D. Nichol para su uso en una futura obra respecto al Espíritu de Profecía.

    3. El carácter de Daniel revelado2MI 305.1

    Daniel, lleno del Espíritu de Jesucristo, solicitó que los sabios de Babilonia no fueran ejecutados. Los seguidores de Cristo no poseen los atributos de Satanás, quien se goza al exasperar y afligir a las criaturas de Dios. Ellos tienen al Espíritu de su Maestro que dijo: «Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” [Luc. 19: 10]. Si Daniel hubiera poseído el mismo celo religioso que tan rápidamente se inflama en las iglesias de hoy, y que lleva a la gente a afligir, oprimir y destruir a los que no sirven a Dios según el plan de ellos; le habría dicho a Arioc: «Estos hombres que pretenden ser sabios están engañando al rey. No poseen el conocimiento que afirman tener, y deberían ser ejecutados. Deshonran al Dios del cielo, adoran ídolos, y sus vidas no honran a Dios en absoluto. Mejor que mueran. Llévame, no obstante, a la presencia del rey y yo le mostraré a él la interpretación”. La transformadora gracia de Dios se manifestó en su siervo, y el rogó de manera ferviente por las vidas de los aquellos que luego en secreto, y de manera engañosa, hicieron planes que pensaron pondrían fin a la vida de Daniel. Aquellos hombres sintieron celos de Daniel debido a que él obtuvo el favor de reyes y nobles y fue honrado como el hombre más destacado en Babilonia.— Carta 90, 1894, p. 3 (a «Dear Children» [A “Queridos hijos”], 29 de mayo de 1894).2MI 305.2

    * * *

    4. El santuario y el arca2MI 305.3

    Podría decir mucho respecto al santuario, al arca que contiene la ley de Dios, la cubierta del arca, que es el propiciatorio, los ángeles a cada lado del arca, y otras cuestiones relacionadas con el santuario celestial y el gran Día de la Expiación. Podría hablar mucho respecto a los misterios del cielo, pero mis labios están cerrados. No me siento motivada a intentar describirlos.2MI 305.4

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    Solicitado por el Dr. Alger Johns para utilizarlo en discusiones de clase en la Universidad Andrews.

    Solicitado el Centro White de Berrien Springs, Michigan, para usarlo en respuesta a preguntas que se suscitan con cierta frecuencia.

    No me atrevería a hablar de Dios así como ustedes han hablado de él. El es «alto y sublime», y su gloria llena los cielos. «Voz de Jehová que quiebra los cedros; ¡quiebra Jehová los cedros del Líbano!». «Mas Jehová está en su santo templo: ¡calle delante de él toda la tierra!” [Isa. 6: 1; 57: 15; Eze. 17: 22; Sal. 29: 5; Hab. 2: 20].2MI 306.1

    Mi hermano, cuando usted se sienta tentando a hablar de Dios, del lugar en que él está, o de lo que él es; recuerde que al respecto, el silencio es elocuencia. «Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde” estás colocando tus descuidados y no santificados pies «tierra santa es» [Éxo. 3: 5].— Carta 253, 1903, p. 7 (a John H. Kellogg, 20 de noviembre de 1903).2MI 306.2

    Patrimonio White, Washington D.C.,

    23 de diciembre de 1963

    Llegamos a aquel lugar, Sands, Virginia, cerca de las doce [el miércoles, 5 de noviembre]. Por lo general el tren llega a las doce. Encontramos al hermano Lewis que vive a unas tres millas de Washington [Virginia], esperándonos con un coche. Recorrimos una milla. El hermano Robinson y Willie White fueron andando. Cerca del lugar de reuniones construido por nuestros hermanos, había un edificio propiedad del hermano Painter. En aquel momento estaba vacío y los hermanos se mudaron allí para alojar a los visitantes. Tenemos un lugar muy cómodo, pero que contrasta con la amplitud y abundancia de alojamientos en Salamanca. Pocas veces durante nuestros viajes nos encontramos tan bien acomodados como en casa del hermano Hicks. No tenemos queja, ya que aquí el pueblo del Señor está haciendo el máximo esfuerzo, y nos sentimos plenamente satisfechos. En su mayor parte son pobres, aunque hay algunos más acomodados, y que pueden ayudar al sostenimiento y progreso de la causa de Dios. El hermano Painter es adinerado. Dios lo ayude a cumplir plenamente con su deber en la causa y en la obra del Maestro.2MI 308.1

    Sands, Virginia. Jueves, 6 de noviembre de 1890. El hermano Robinson, Sara McEnterfer, Willie White y yo fuimos acogidos por el hermano Lewis, que nos llevó con su coche y con caballos a unas ocho millas para ver las cuevas. Entramos a un edificio, y luego de pagar un dólar cada uno se nos suministró un guía, yo quedé sorprendida por lo que contemplaron mis ojos. Es casi imposible ofrecer una descripción de aquel lugar. Era maravilloso, demasiado maravilloso para describirlo. Pasamos una hora y media alumbrándonos con luces eléctricas y linternas, o con una lata con velas, tres en cada lata. Regresamos, deteniéndonos para comer en el lugar llamado Sands. El camino era bastante irregular, pero disfrutamos mucho el paseo. Hacía fresco, el sol brillaba y la vista era agradable. Me alegré por el privilegio del paseo. Nos vino muy bien. Recibí cartas del hermano McClure, de Emma White y del hermano [J. S.] Washburn.2MI 308.2

    Sands, Virginia. Viernes, 7 de noviembre de 1890. Me levanté a las cinco y dediqué un rato a la oración, suplicando la presencia del Señor y su gracia, y sabiduría de lo alto. Le pedí al Señor que me diera salud y que liberara mi corazón de dolores y enfermedad. Creo que escuchará mi oración y me dará el mensaje para demostrar el Espíritu a su pueblo. Estuve departiendo unos minutos con algunos miembros de la familia, hermanos que han venido desde Virginia del Oeste, cruzando las montañas.2MI 308.3

    Escribí varias páginas esta mañana, y asistí a la reunión matinal. Hablé con soltura. Se presentaron muchos preciosos testimonios. Dije a los asistentes que me reuniría con ellos cada mañana, si el Señor me daba fuerzas. Necesitan instrucción, «mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea” [Isa. 28: 10, RVA]. ¡Oh, cuánto anhelo que sean conscientes de las ricas promesas de Dios y que consideren todas sus posibilidades, todos su privilegios, para que le pidan a Jesús todo lo que necesiten!2MI 309.1

    Hablé nuevamente a las dos y media de la tarde. El lugar estaba repleto y más de la mitad no eran creyentes, pero aun así escucharon con gran atención. El Señor me dio fuerzas para hablar con gran energía y poder durante una hora y media. Quiero alabar al Señor porque él está renovando mis fuerzas y permitiéndome ser portadora del mensaje que él me ha encomendado. ¡Oh, cuánto anhelo el bautismo del Espíritu Santo! Deseo que el pueblo también lo tenga. Todos lo necesitamos. Anhelamos recibir las ricas bendiciones del Señor con el fin de representar a Cristo ante pueblo. He enviado al correo dieciséis páginas, todas, menos cuatro, las he redactadas hoy.2MI 309.2

    Sands, Virginia. Sábado, 8 de noviembre de 1890. Me levanté tem prano, y después de buscar al Señor en oración escribí muchas páginas. A las ocho y media fui a la reunión matinal y les presenté la charla de la mañana. Traté de revivir la fe de ellos al relatarles mi experiencia en Salamanca. Los corazones parecieron ser tocados. Los exhorté a pedirle mayores bendiciones al Señor, y a confiar en que él los bendeciría, y a que, luego que se hayan ido no mantengan dudas al respecto. El Señor desea que seamos firmes y persistentes como fue Elías y la viuda importuna que obtuvieron lo que pedían debido a que no cejaron.2MI 309.3

    Hablé esta tarde con la casa llena. El Señor me concedió poder y gracia para presentar la verdad al pueblo para suscitarles la necesidad de buscar al Señor, de poner en orden su propia casa y sus corazones, así como la necesidad de obedecer las Escrituras al educar a sus hijos en el temor y el conocimiento del Señor. Mi tema fue el de la comisión de Cristo a sus discípulos de Hechos [1: 8].2MI 309.4

    El Señor me dio bastante soltura para hablar al pueblo de la necesidad de que todo seguidor de Cristo asuma que es un misionero en favor de Dios, un agente humano a través del cual el Señor comunicará sus bendiciones a los demás.2MI 310.1

    Moisés pasó cuarenta años como pastor de ovejas en una preparación para conocerse a mismo, y para purificarse vaciándose de todo; de manera que el Señor pudiera hacer su voluntad en él. El Señor no empleó como obreros a simples autómatas en lo intelectual, o en sus sentimientos. Ambos aspectos son de importancia para realizar la tarea, pero estos rasgos del carácter humano deben ser liberados de defectos, no para hablar de la voluntad de Dios, sino para cumplirla. «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios» [Juan 7: 17]. Moisés recibió su adiestramiento de parte de Dios. Sufrió un largo proceso de cambio de mentalidad con el fin de prepararlo para que fuera el caudillo de las huestes de Israel.2MI 310.2

    La inspiración nos llegará a los seres humanos a través del designio de Dios, pero no le llegará a nadie que conserve un elevado concepto de su propia superioridad intelectual. Todo aquel a quien Dios emplee para hacer la voluntad divina, debe tener un humilde concepto de sí mismo y buscar iluminación en perseverante búsqueda. Dios no requerirá que nadie pase por un aprendizaje y que se hunda en el desprecio a sí mismo, incapacitándose cada vez más. Dios llama a todo aquel con quien él colabora a que piense, ore y confíe y crea con todas sus fuerzas.2MI 310.3

    Al igual que Moisés, muchos han tenido que desaprender con el fin de luego recibir las enseñanzas que necesitaban. Moisés tuvo necesidad de adiestrarse a sí mismo mediante los más estrictos métodos de disciplina mental y moral, y Dios trabajó con él antes de que pudiera estar capacitado para adiestrar a otras personas mental y emocionalmente. Moisés había sido educado en la corte de Egipto. No se escatimó nada con el fin de adiestrarlo para que fuera un comandante militar. Le fueron inculcadas las falsas teorías de los idólatras egipcios, y las influencias que lo rodeaban y todo lo que sus ojos contemplaban muy difícilmente hubiera podido ser ignorado o modificado por él. Lo mismo sucede con muchos que han tenido una educación incorrecta en algunos aspectos. Toda la idólatra impureza de las filosofías paganas debió ser eliminada de la mente de Moisés, punto por punto, elemento por elemento. Jetro lo ayudó en muchos aspectos para que adquiriera una fe correcta, según él mismo la entendía. Moisés estaba dirigiéndose hacia lo alto, hacia la luz para así ver a Dios con actitud humilde. Jehová Dios se le reveló. Aquel concienzudo adiestramiento intelectual en Egipto, como pastor en medio de montañas al aire libre, lo convirtieron en un profundo pensador y en un firme hacedor de la Palabra de Dios.2MI 310.4

    El Señor ha hecho todo por nosotros. ¿Qué hemos hecho nosotros? ¿Nos convertiremos en fieles administradores de su gracia? ¿Recibiremos del Señor Jesús sus dones, para impartirlos? «No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» [1 Juan 2: 15]. Nuestra vida debe ser una prueba de fe. Hemos de reconocer que se nos ha extendido una mano celestial. Al apartar nuestro diezmo para Dios podremos también presentar dones y ofrendas. Ese es el método del Señor para liberar nuestras almas de la mundanalidad, de la codicia y del egoísmo. Él nos ha hecho sus mayordomos. Dios bendice a todos los que lo aman con el fin de que ellos sean una bendición para los demás. Con los dones impartidos de Dios en nuestras manos, hemos de sentir que el Señor nos ha hecho sus mayordomos, para ser usados por él. Dios ha unido mi corazón con el corazón de Cristo, que entregó su vida y todos los honores y riquezas del cielo para que todos, mediante la fe, alcancemos las riquezas eternas.2MI 311.1

    Sands, Virginia. Sábado, 8 de noviembre de 1890. Hace un tiempo estupendo. Willie White habló en la mañana con gran soltura y su discurso dejó una impresión positiva en todos los oyentes. Esa es precisamente lo que el Señor quiere que él realice. Su labor tiene que ir más en esa línea, ya que él tendrá que acompañarme de un lugar a otro mientras yo me muevo entre el pueblo de Dios. Nunca ninguno de mis hijos me ha acompañado. He estado sola, con Sara McEnterfer como mi acompañante. Ha llegado el momento de que la cosa cambie. Willie es corresponsal de las misiones en el extranjero y yo lo necesito, y él tiene que estar preparado para predicar el evangelio a todo el mundo allá por donde vaya.2MI 311.2

    Ya en la tarde, yo hablé acerca de Juan 17. El Señor me concedió una buena porción de su Santo Espíritu. El lugar estaba repleto. Pedí que pasaran al frente los que deseaban buscar al Señor de manera más ferviente, así como aquellos que deseaban entregarse por entero al Señor como un sacrificio. Al principio nadie se movió, pero en poco tiempo muchos pasaron al frente y presentaron testimonios de confesión. Tuvimos hermosos momentos de oración y todos se sintieron contritos, llorando y confesando sus pecados. Ojalá que todos puedan darse cuenta de que tienen el privilegio de utilizar sus recursos para suplir necesidades, poniéndose al día con el Señor al devolverle la parte que es suya, para el avance de su causa en el mundo.2MI 311.3

    Sands, Virginia. Domingo, 9 de noviembre de 1890. Asistí a la reunión de la mañana y les hablé a los congregados. Había todo un gentío llegando a la reunión. Apenas la mitad pudo entrar al salón. El hermano Miles habló por la mañana.2MI 312.1

    Yo hablé por la tarde acerca de Mateo 6: 19: «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen”. Me sentí en libertad de dirigirme a los asistentes, aunque apenas la mitad había podido entrar al salón. Contamos a ciento treinta y cinco dentro. Afuera se colocaron plataformas al lado de las ventanas y muchos se subieron a ellas, poniéndose de pie en esas plataformas de madera, mientras que otros permanecían pie a tierra. Se abrieron las ventanas para que todos pudieran escuchar. Muchos estaban en posiciones incómodas, apiñados lo más cerca posible de las ventanas, para escuchar la Palabra de vida. La plataforma en el frente estaba abarrotada de hombres y mujeres.2MI 312.2

    Me dije: «Si Jesús estuviera aquí sería una ocasión de mucho provecho”. Oh, qué difícil es aceptar la idea de que Jesús está realmente entre nosotros, pero esa es la realidad. Recordé las muchas ocasiones cuando multitudes se reunieron para escuchar a Jesús. En esas grandes congregaciones existe algo de confusión, todos apiñados. Pero Jesús en forma paciente soportó la rudeza de alguna gente y todos los inconvenientes, y lo mismo debemos hacer nosotros si deseamos sembrar las semillas de la verdad en los corazones. Me sorprendí al ver que había tanta tranquilidad allí. Muchos, muchos, permanecieron de pie todo el rato. La mayoría apenas se movió de su lugar en la hora y media durante la cual hablé.2MI 312.3

    Yo habría preferido que nos hubiéramos acomodado en una carpa grande donde todos hubiésemos cabido bien sentados. Pero esa oportunidad para alcanzar a muchos de todas las clases sociales es ahora parte de la eternidad, y nunca sabremos el resultado del mensaje allí presentado, sino hasta el día del juicio. Oh, ¡cuánto desearía que aquellos que afirman creer en la verdad, la enseñen también a los demás! Aquellos que pueden predicar la verdad deberían ser fieles. Pero hay una gran obra por hacer, y únicamente el Espíritu Santo puede tocar los corazones para que sirvan a Dios, ganando almas para Cristo.2MI 312.4

    Sands, Virginia. Lunes, 10 de noviembre de 1890. Esta mañana me he quedado dormida hasta más tarde que de costumbre. Han dado las cinco antes de que me levantara. Después de un período de oración, escribí sobre algunos asuntos importantes que me vinieron a la mente durante un sueño. Sé que era un mensaje para este pueblo. Lo leí durante la primera reunión de la mañana. Las reuniones fueron buenas. Exhorté a todos los presentes a que entraran en acción ante las responsabilidades que Dios les había dado en nuestro país y en el extranjero. El Señor Jesucristo ha dejado en sus enseñanzas importantes lecciones respecto a la fe, al amor y a lo que el cielo y la tierra piden de nosotros. El Señor Jesús, el Redentor del mundo, conoce el corazón humano. El sabe de los riesgos y los peligros de las tentaciones de Satanás para hacer del mundo algo del todo absorbente. Ahí es donde tenemos el riesgo. Si esas tentaciones triunfan, el amor de Dios será desterrado del alma y el amor del mundo llenará el vacío. Ningún poder terrenal puede cambiar eso. El amor de Dios ha llevado el poder divino de vuelta al corazón humano. Al colaborar con el esfuerzo humano, este poder puede desalojar el amor al mundo manteniendo vigente la visión de un mundo mejor.2MI 313.1

    Hablé de Juan 14 en la tarde, y la casa estaba llena. El Señor derramó abundantemente su Santo Espíritu. Hubo entre los presentes un buen número de no creyentes. Esperábamos que al hacer el llamamiento a los que desearan ponerse enteramente de parte del Señor, que varios habrían tenido el valor para responder, pero algo los retuvo. El enemigo parecía tener poder sobre ellos, y nadie tomaba la iniciativa. Después de mucho insistir, y de un período especial de oración, algunos respondieron; sin embargo, creimos que debería haber habido una mejor respuesta. Hicimos nuestra parte. No pudimos hacer más. Nos sentimos defraudados, sin embargo, por la poca disposición a actuar. Sabíamos que muchos que estaban en el salón no estaban preparados para trabajar para el Maestro, ya fuera en su propia casa, en el vecindario o en la iglesia; sin embargo, parecía que estaban bajo un hechizo.2MI 313.2

    Oramos de manera muy ferviente a Dios, pidiendo su Santo Espíritu. Deseaba recibir fuerzas para llevar las cargas y cumplir con la labor, según el Señor me lo fuera encomendado. Sentía el deseo de pedir el bautismo del Espíritu del Señor para aquellos que habían sido colocados como pastores del rebaño. Sé por supuesto que ellos necesitaban el poder transformador de Dios, en aquel momento en sus corazones, que estaban por desfallecer, antes de que estuvieran preparados para fortalecer al remanente. Me dolía el corazón al ver que aquellos que profesan amar a Dios no están avanzando paso a paso de una luz a otra mayor, para así responder a lo que el Señor nos está pidiendo. ¿Por qué han de permanecer en un estado de tibieza, ni fríos ni calientes?2MI 313.3

    «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder» [Mat. 5: 14]. Medito en las grandes posibilidades y oportunidades que se nos presentan en estos últimos días como pueblo de Dios «si andamos en luz, como él está en luz” [1 Juan 1: 7]. Al acercarnos al fin de la historia terrenal, obtendre - mos mayor poder, en proporción a las pruebas a las que nos veremos sometidos. No debemos darle vueltas y más vueltas en la cabeza a nuestras a nuestras dudas, sometiéndonos a las perplejidades de la incredulidad y de la mundanalidad; angustiándonos, murmurando y vacilando. Más bien debemos confiar en el Señor, en perfecta obediencia a su voluntad, y veremos la salvación de Dios cada día. Él nos concede a diario fortaleza según la necesitemos: poder y gracia en proporción a las pruebas, sufrimientos y conflictos que nos veamos obligados a enfrentar.2MI 314.1

    El Señor le dice a la iglesia: «¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?» [Mat. 20: 6]. «Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar» [Juan 9: 4, NVI]. No es el momento de hacer planes y de buscar la forma en que podamos distraernos, regodeándonos en nuestros ensueños, y aplicando nuestros propios métodos. La mente puede alcanzar logros superiores si se encamina por la vía correcta, pero si no se desarrolla apropiadamente no se elevará más allá de las ciénagas terrenales; se asentará en el polvo. El Señor desea que su pueblo tenga una más profunda y rica experiencia para bendición de todo el mundo. El Señor espera que desarrollemos nuestras facultades mentales para sobreponernos a todas las vicisitudes. Dios debe ser colocado como el centro de todo. A los asuntos terrenales no se les debe permitir que sean lo prioritario.2MI 314.2

    El Señor Jesús en su obra y en sus instrucciones eleva su voz para romper el hechizo de la infatuación que se apodera de las mentes humanas y nos hace esta trascendental pregunta: «¿De qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué puede dar uno a cambio de su alma?” [Mar. 8: 36, 37, RVC].2MI 314.3

    La enfermedad y la muerte están presentes en nuestro mundo, e ignoramos cuándo ha de terminar nuestro tiempo de prueba. Me es doloroso pensar que si se les pidiera a algunos arreglar sus cuentas, muchos lo harían con dolor, lamentos y remordimiento debido a que su tiempo de prueba fue empleado por entero en su complacencia personal. El alma —los intereses eternos del alma— ha sido temerariamente descuidada para atender a asuntos de poca importancia. La mente se mantiene ocupada, como desea Satanás, con asuntos egoístas y de ninguna relevancia; y el tiempo pasa a la eternidad sin que haya preparación alguna para el cielo.2MI 315.1

    ¿Con qué podemos comparar la pérdida del alma humana? Esa es una pregunta que cada uno debe contestar por sí mismo: si ganar los tesoros de la vida eterna, o perderlo todo debido al descuido de colocar a Dios y a su justicia como su primera y única preocupación. Jesús, el Redentor del mundo, que entregó su preciosa vida para que todo hijo e hija de Adán pueda tener vida —vida eterna en el reino de Dios—, contempla con tristeza el gran número de aquellos que dicen ser cristianos y que no lo sirven a él, sino que se sirven a sí mismos. Apenas piensan en las realidades eternas, por lo que él les recuerda la rica recompensa que aguarda a los fieles que le sirvan en forma indivisa. El Señor pone las realidades eternas al alcance de ellos, los invita a considerar el costo de ser un seguidor fiel y obediente de Cristo y les dice: «No podéis servir a Dios y a las riquezas» [Mat. 6: 24].2MI 315.2

    El Señor desea que todo el mundo reconozca su responsabilidad respecto al empleo de su precioso tiempo aquí en este mundo, para que a diario produzca frutos en buenas obras. Este es el único objetivo digno de cada mortal: utilizar los talentos que Dios le da manteniendo el blanco de alcanzar resultados eternos.2MI 315.3

    «En esto es glorificado mi Padre: en que lleven mucho fruto” [Juan 15: 8, RVC]. El corazón debe ser resguardado. El jardín debe ser liberado de la mala hierba de la vanidad, y toda circunstancia de la vida debe ser ubicada de forma que no oculte al cielo de nuestra vista. Las enseñanzas de Cristo deben sembrar las preciosas semillas de la verdad en el terreno del corazón, para que produzca cien veces tanto, preciosos frutos de vida eterna.— Manuscrito 45, 1890, 111 («At Sands [Stanley], Virginia» [En Sands (Stanley), Virginia], diario personal, 411 de noviembre de 1890).2MI 315.4

    Aquí [en Salamanca, Nueva York], he hablado tres veces. No paro de pensar en ello. Me sentía un tanto desanimada, pensando que tenía que cancelar los siguientes compromisos. Cuando me arrodillé para orar, de repente la gloria del Señor brillo en derredor mío. La presencia divina parecía llenar por completo la habitación. Me sentí feliz, inmensamente feliz. Apenas dormí esa noche debido al gozo que inundaba mi corazón y a la paz y el consuelo recibidos del Señor que imparte todo conocimiento. No mencioné más la idea de volver a casa, sino que fui a la estación del tren en medio de una tormenta de nieve, y tuvimos que quedarnos en el hotel esa noche. Al día siguiente, al mediodía, estábamos en Sands, Virginia. Aquí hemos tenido unas excelentes reuniones. He hablado en varias ocasiones. Willie habló el sábado por la mañana con gran soltura. Nuestras reuniones concluyeron la noche del lunes.2MI 316.1

    Me sentí feliz de haber tenido el privilegio de hablar a este pueblo. Todos parecían estar muy ansiosos de escuchar el testimonio que el Señor me había dado para ellos. Fuimos bendecidos con un tiempo agradable en todo momento. El domingo, la gente vino de muy diversos lugares, y también vinieron personas de fuera. Aproximadamente la mitad pudo entrar al lugar de reuniones. Se colocaron plataformas en un nivel elevado. Se abrieron las ventanas y cientos de personas permanecieron de pie en las plataformas, fuera del edificio. Los pasillos estaban repletos; todos los asiento ocupados; mientras todos escuchaban atentamente. Me sorprendí al ver la quietud y el interés demostrados.2MI 316.2

    Sí, el Señor ha obrado en favor nuestro en esta gira.— Carta 72a, 1890, pp. 14 (a Albert Harris, 12 de noviembre de 1890).2MI 316.3

    Patrimonio White, Washington D.C.,

    23 de abril de 1964