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Elena G. de White en Europa

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    Las carpas constituyen un éxito rotundo

    En ocasión del tercer concilio europeo anual celebrado en Basilea en 1885, se había acordado adquirir carpas para usarlas en los diversos países europeos. ¿Cuál fue el resultado de esa gestión?EGWE 250.1

    O. A. Olsen presentó un entusiasta informe acerca del uso de carpas en Escandinavia. En Noruega no surgió ningún problema para conseguir una buena ubicación a un precio razonable, y durante cinco semanas, a fines del verano, contaron con una excelente asistencia de público—mejor aún de la que habían tenido en los salones. El veredicto de Olsen fue: “Las carpas constituyen un éxito en Noruega”, y esperaba que también sirviesen en Dinamarca y Suecia.EGWE 250.2

    En Francia e Italia también dieron buen resultado, a pesar de que D. T. Bourdeau tuvo algunas dificultades con estudiantes alborotadores en las fases iniciales del ciclo de reuniones celebrado en Nimes.EGWE 250.3

    Pero los problemas más difíciles surgieron en Inglaterra. La turbulencia política que acompañó a las elecciones generales celebradas el año anterior, redujo abruptamente la cantidad de oyentes. El clima húmedo deterioró las carpas con bastante celeridad e hizo aún más difícil mantener un ambiente confortable para el público. Sin embargo, existía la fuerte impresión de que el uso de carpas podía resultar provechoso en Inglaterra. Los gastos no superaban a los de un salón y se podían celebrar reuniones ininterrumpidamente; la asistencia era, por lo general, más numerosa que en los salones y la novedad de la carpa implicaba una buena publicidad.EGWE 250.4

    El concilio llegó a la conclusión de que quedaba demostrado que se podían usar carpas con éxito en los países europeos, y declaró: “Expresamos nuestra gratitud a Dios por este medio y recomendamos el uso de carpas dondequiera constituyan el método más conveniente para el progreso de la verdad”.—The Review and Herald, 2 de noviembre de 1886.EGWE 251.1

    A medida que la obra fue avanzando en Europa, se hizo cada vez más evidente la necesidad de contar con obreros competentes. El concilio reafirmó sus resoluciones anteriores de abrir escuelas regulares de capacitación para obreros bíblicos, predicadores y colportores, e incluso solicitó a la Asociación General que enviara algunos obreros idóneos para enseñar en ellas. Se llamó a un colportor escandinavo de experiencia. Para Inglaterra fueron llamados dos ministros veteranos, S. N. Haskell y E. W. Farnsworth. Además se propuso establecer en Liverpool una misión y centro de preparación urbano, donde los obreros pudieran aprender a realizar la obra misionera en los barcos, y a colportar con mejores resultados.EGWE 251.2

    Entre bambalinas seguía en pie, por supuesto, la eterna pregunta: ¿Cuánto iban progresando individualmente los obreros? L. R. Conradi reemplazó a D. T. Bourdeau en la junta directiva principal de tres de las misiones de Europa Central. Allí todos se preguntaban si algunas personas se sentirían ofendidas. Pero Bourdeau aceptó el cambio sin quejarse. También observaban a otro hombre: O. A. Olsen. Aunque todavía era nuevo en Europa, Guillermo C. White envió un informe muy favorable acerca de su trabajo al pastor G. I. Butler. Decía, entre otras cosas, lo siguiente:EGWE 251.3

    “Puedo decirle que el Hno. O. A. Olsen fue una verdadera columna. Hizo un buen trabajo. El se consideraba torpe para asumir esta responsabilidad, ya que éste fue su primer concilio, y no se sentía capaz de manejar las cosas, pero cuando habló fue directo al punto” (carta de G. C. White, 6 de noviembre de 1886).EGWE 251.4

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