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El Gran Movimiento Adventista

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    Le piden a la señorita Harmon que relate sus visiones

    Cerca de una semana después de su primera visión, en una reunión que se realizó en casa de su padre, la Srta. Harmon tuvo una segunda visión en la que se le pidió que diera a conocer a otros lo que se la había revelado. Ella estaba muy perpleja por saber cómo podría hacer lo que el Señor le pedía. Su salud era tan pobre que sufría físicamente, y por todas las apariencias le quedaba poco tiempo de vida. Ella tenía solo 17 años de edad, pequeña y frágil, no acostumbrada a la sociedad, y naturalmente tan tímida y retraída que le era doloroso encontrarse con extraños. Ella oró fervorosamente durante varios días, y hasta tarde en la noche, pidiendo que se le quitara esa carga, y fuera puesta sobre otra persona más capaz de llevarla que ella. Pero la luz del deber no cambió, y las palabras del ángel resonaban continuamente: “Haz conocer a otros lo que te he revelado”.GMA 171.2

    Mientras estaba en este estado mental de perplejidad, la Srta. Harmon asistió a otra reunión en la casa de su padre. En esta reunión el grupo estaba unido en oración ferviente por ella, y una vez más ella se consagró al Señor, y se sintió dispuesta a ser usada para su gloria. Mientras oraba, la espesa oscuridad que la envolvía se disipó; y como ella dijo más tarde, una luz brillante, como una bola de fuego, vino hacia ella, y al caer sobre ella, su fortaleza se retiró, y pareció estar en la presencia de Jesús y de los ángeles. Otra vez se le repitió: “Haz conocer a otros lo que te revelé”. Ella dijo que rogó fervientemente que si debía ir y contar lo que el Señor le había revelado, pudiera ser protegida de la exaltación. Entonces un ángel le dijo que su oración fue contestada, y que si ella estuviera en peligro de exaltación, sería afligida con enfermedad. El ángel le dijo: “Si entregas el mensaje fielmente, y soportas hasta el fin, comerás del fruto del árbol de vida, y beberás del río del agua de vida”.GMA 171.3

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