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Estudios en Educación Cristiana

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    1. Comienzos de la Historia Educacional en los Estados Unidos

    La iglesia que rompe el yugo de la educación mundana y desarrolla y practica los principios de la educación Cristiana, triunfa.EEC 11.1

    “Ahora, como nunca antes, necesitamos comprender la verdadera ciencia de la educación. Si dejamos de entender esto nunca tendremos lugar en el reino de Dios” (Elena G. de White, Christian Educator, 1º de agosto de 1897).EEC 11.2

    “La ciencia de la verdadera educación es la verdad.… El mensaje del tercer ángel es verdad” (Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 135).EEC 11.3

    Se da por sentado que todos los adventistas del séptimo día creen que la educación cristiana y el mensaje del tercer ángel son la misma verdad. Los dos son tan inseparables como las raíces de un árbol y su tronco y ramas.EEC 11.4

    El objetivo de estos estudios es dar una comprensión mejor de la razón de la declinación y caída moral de las denominaciones protestantes en la época del clamor de medianoche, en 1844, y ayudarnos, como adventistas del séptimo día, a evitar sus errores al acercarnos al fuerte clamor, que pronto llegará al mundo.EEC 11.5

    Un breve repaso de la historia de las denominaciones protestantes muestra que su caída espiritual en 1844 fue el resultado de su fracaso en “comprender la verdadera ciencia de la educación”. Su fracaso en comprender y practicar una educación cristiana los descalificó para proclamar al mundo el mensaje de la segunda venida de Cristo. La denominación Adventista del Séptimo Día fue entonces llamada a la existencia para asumir la obra para la cual las iglesias populares dejaron de adiestrar a sus misioneros. La denominación protestante no podía dar el mensaje del tercer ángel, un movimiento de reforma, que es una advertencia contra la bestia y su imagen. Es importante que los jóvenes adventistas del séptimo día estudien seriamente las causas de la decadencia espiritual de estas iglesias en 1844, para que no repitamos su historia, y seamos puestos a un lado por el Espíritu de Dios, y así perder nuestro lugar en el reino. Si los adventistas del séptimo día han de tener éxito donde ellos fallaron, debemos tener un sistema de educación que repudie esos principios que en sí mismos desarrollan la bestia y su imagen. “Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales”.EEC 11.6

    El protestantismo, nacido en el siglo XVI, estaba a punto de perder su luz en Europa. Dios, entonces, preparó una nueva tierra, los futuros Estados Unidos, como cuna para la protección y desarrollo de estos principios, y de este país ha de salir el mensaje mundial que anuncia el regreso del Salvador.EEC 12.1

    “El deseo de tener libertad de conciencia fue lo que dio valor a los peregrinos para exponerse a los peligros de un viaje a través del mar, para soportar las privaciones y riesgos de las soledades selváticas y con la ayuda de Dios echar los cimientos de una gran nación en las playas de América…. La Biblia era considerada como la base de la fe, la fuente de la sabiduría y la carta magna de la libertad. Sus principios se enseñaban cuidadosamente en los hogares, en las escuelas y en las iglesias, y sus frutos se hicieron manifiestos, en lo que se ganó en inteligencia, en pureza y en templanza…. Quedaba demostrado que los principios de la Biblia son las más eficaces salvaguardias de la grandeza nacional” (Elena G. de White, El conflicto de los siglos, pp. 336, 337, 341).EEC 12.2

    Estos reformadores, al llegar a Norteamérica, renunciaron a las doctrinas papales en la iglesia y el estado, pero retuvieron el sistema papal de educación.EEC 12.3

    “No obstante haber renunciado al romanismo, los reformadores ingleses conservaron muchas de sus formas…. [Algunos] las consideraban como símbolos de la esclavitud de que habían sido libertados y a la cual no tenían ganas de volver…. Muchos deseaban ardientemente volver a la pureza y sencillez que caracterizaban a la iglesia primitiva… ‘Inglaterra había dejado de ser lugar habitable’. Algunos decidieron refugiarse en Holanda. A fin de lograrlo tuvieron que sufrir pérdidas, cárceles y mil dificultades… En su fuga habían tenido que abandonar sus casas, sus bienes y sus medios de subsistencia… Pero se acomodaron animosamente a la situación y no perdieron tiempo en la ociosidad ni en quejas inútiles… ‘Comprendían que eran peregrinos’…Aunque vivían en el destierro y en medio de contratiempos, crecían su amor y su fe; confiaban en las promesas del Señor, el cual no los olvidó en el tiempo de la prueba… Y cuando les pareció ver la mano de Dios señalándoles hacia más allá del mar una tierra en donde podrían fundar un estado, y dejar a sus hijos el precioso legado de la libertad religiosa, avanzaron sin miedo por el camino que la Providencia les indicaba… Los puritanos se unieron en solemne pacto como pueblo libre del Señor, para ‘andar juntos en todos sus caminos que les había hecho conocer’… En esto se manifestaba el verdadero espíritu de la Reforma, el principio esencial del protestantismo” (Ibíd., pp. 333-335).EEC 12.4

    El sistema educacional de la iglesia, que los había expulsado de su hogar nativo, era uno de los errores más serios de los cuales los puritanos no se apartaron. Este sistema de educación, aunque papal en espíritu, hasta cierto punto era protestante en su forma. El historiador escribe de las escuelas de los puritanos en el Nuevo Mundo, que sus cursos estabanEEC 13.1

    “ajustados al currículo sancionado por el tiempo del ‘college’. Enseñaban mucho latín y griego, un extenso curso de matemáticas, y eran básicamente fuertes del lado de las humanidades… Esto era una copia de la escuela de Rugby, Eton y otros colegios ingleses notables” (Richard G. Boone, Education in the United States, p. 71 [1889]).EEC 13.2

    Otra vez leemos: “Las raíces de este sistema estaban profundamente arraigadas en el gran sistema eclesiástico”. “De su formación temprana”, Dunster, uno de los primeros rectores de Harvard, “diseñó los cursos de Harvard mayormente siguiendo los de las universidades inglesas”. Tan fielmente copiaron el modelo inglés —la Universidad de Cambridge— que fueron llamados con ese nombre, y el historiador escribió acerca de Harvard: “En diversos casos jóvenes del país de origen fueron enviados a la Cambridge norteamericana para completar su educación”. Boone, hablando de los cursos de estudios de William and Mary antes de la Revolución, dice: “Todos seguían el modelo inglés”. De Yale, que comenzó más tarde, se dice: “Los reglamentos, en su mayor parte, eran los de Harvard, como también lo eran sus cursos de estudio”. Las escuelas más jóvenes seguían el modelo de las mayores. Es muy natural que Yale se estableciera según el sistema papal inglés, porque su fundador, Elihu Yale, había pasado veinte años en las escuelas inglesas. “Veinte años pasó en las escuelas y en estudios especiales” (Ibíd., pp. 24-40).EEC 13.3

    Los adventistas del séptimo día no deben ignorar este detalle: las tres escuelas principales de las colonias fueron establecidas por hombres que habían escapado de las doctrinas papales del Viejo Mundo; pero estos educadores, por causa de su preparación en estas escuelas papales y a causa de su ignorancia de la relación entre la educación y la religión, sin darse cuenta modelaron sus instituciones siguiendo el sistema educacional de la iglesia de la cual se habían retirado. Es sorprendente que estos reformadores ingleses, después de sacrificarse como lo hicieron por una causa digna, sin embargo permitieron que un sistema de educación, tan inadecuado para todos sus propósitos, fuera en realidad la niñera de sus hijos, de la que esos niños obtuvieron su alimento. No se dieron cuenta de que el carácter y la experiencia cristiana de estos niños dependían de la naturaleza del alimento que recibían. Si hubieran captado la relación de la educación del niño con la experiencia de la misma persona en la iglesia, no habrían tomado prestado este sistema papal de educación, sino que lo hubieran arrojado afuera como demasiado peligroso para tolerarse dentro de los límites del protestantismo.EEC 13.4

    Algunos hechos de la historia educacional aclararán la afirmación de que el sistema de educación en Oxford, Cambridge, Eton y Rugby era papal, y los reformadores de la Nueva Inglaterra, al seguir para sus escuelas tales modelos estaban plantando el sistema papal de educación en América del Norte. Laurie dice: “Oxford y Cambridge siguieron el modelo principalmente de París… Un gran número de maestros y alumnos dejaron París… De este modo, la porción inglesa de la Universidad (de París) fue a Oxford y Cambridge”. La relación de la Universidad de París, la madre de Cambridge y Oxford, con el papado se expresa de este modo: “Por cuanto era el centro del conocimiento teológico, recibió tantos privilegios del papa, y se mantuvo en estrecha relación con la sede papal” (Simon S. Laurie, The Rise and Early Constitution of Universties”, pp. 153, 1621, 242).EEC 14.1

    Lutero y Melanchton, los grandes reformadores del siglo XVI, comprendieron claramente que era imposible tener una reforma religiosa permanente sin educación cristiana. Así que no solo prestaron atención a las doctrinas del papado, sino también desarrollaron un sólido sistema de escuelas cristianas. Melanchton dijo: “Descuidar a los jovencitos en nuestras escuelas es igual que sacarle la primavera al año. Realmente quitan la primavera del año los que permiten que las escuelas decaigan, porque la religión no puede mantenerse sin ellas”. “Melanchton continuamente dirigió sus esfuerzos hacia el avance de la educación y la edificación de buenas escuelas cristianas… En la primavera de 1525, con la ayuda de Lutero, reorganizó las escuelas de Eisleben y Magdeburg”. Él declaró: “La causa de la verdadera educación es la causa de Dios” (Joseph Stump, Life of Philipe Melanchton, p. 81).EEC 14.2

    “En 1528 Melanchton preparó el ‘Plan de la escuela de Sajonia’, que sirvió como base de organización de muchas escuelas por toda Alemania”. Este plan consideró “una multiplicidad de estudios que no solo eran infructuosos sino aún dañinos… El maestro no debería recargar a los niños con demasiados libros” (F. V. N. Painter, A History of Education, p. 152). Estos reformadores advirtieron que la fortaleza de la iglesia papal residía en su sistema de educación, y le dieron un golpe aplastante al sistema, y al herirlo, pusieron a la iglesia papal de rodillas”. Los reformadores establecieron un sistema de escuelas cristianas que convirtió a los niños en protestantes. Esta revolución maravillosa en la educación y la religión fue realizada en una generación, en el breve espacio de la vida de un hombre.EEC 14.3

    Para dar una idea del poder en ese gran movimiento educacional cristianos, el historiador, hablando de varios países europeos, dice:EEC 15.1

    “La nobleza de ese país estudió en Wittenberg, y todos los colegios del país estaban llenos de protestantes… No más de una treintava parte de la población siguió siendo católica… Retuvieron a sus niños, además, de las escuelas [católicas]… Los habitantes de Mainz tampoco vacilaron en enviar a sus niños a las escuelas protestantes… Los conceptos protestantes extendieron sus energías vivificantes a los rincones más remotos y olvidados de Europa. Qué dominio inmenso habían conquistado en el espacio de cuarenta años… Veinte años habían pasado en Viena desde que un solo estudiante de la Universidad hubiera tomado las órdenes sacerdotales… Por este período los maestros en Alemania eran todos, casi sin excepción, protestantes. Todo el cuerpo de la generación naciente se sentaba a los pies de ellos y absorbían un odio al papa con los primeros rudimentos del conocimiento” (Leopold Von Ranke, History of the Popes, Their Church and State, in the Sixteenth and Seventeenth Centuries, 1844, pp. 164-167).EEC 15.2

    Después de la muerte de Lutero y Melanchton, los teólogos, en cuyas manos cayó la obra de la Reforma, en lugar de multiplicar las escuelas cristianas, se absorbieron en meras cuestiones técnicas de la teología, y pasaron por alto la mayor obra de la época. Vendieron su primogenitura por un plato de lentejas. Cuando los sucesores de Lutero y Melanchton dejaron de seguir la obra constructora, que se centraba mayormente en la educación de los jóvenes, que habían de ser los futuros misioneros y pilares de la iglesia, surgieron las disensiones internas. Gastaron su tiempo principalmente en criticar las ideas de algunos de sus colaboradores que diferían de ellos en algunos puntos sin importancia de la teología. De esta manera se volvieron destructivos en vez de constructivos. Prestaron mucha atención a las doctrinas, y gastaron la mayor parte de su energía en preservar la ortodoxia. Cristalizaron sus doctrinas en un credo; dejaron de desarrollarse, y perdieron el espíritu de la educación cristiana, que era el aceite para sus lámparas. El protestantismo degeneró en una ortodoxia muerta, y se separaron en facciones opuestas. La iglesia protestante, así debilitada, no podía resistir el gran poder de la educación papal rejuvenecida.EEC 15.3

    El éxito de los reformadores se había debido a su control de los jóvenes mediante su sistema de educación. Las escuelas papales fueron casi abandonadas durante la actividad de Lutero y Melanchton. Pero cuando estos reformadores murieron y sus sucesores llegaron a estar más interesados en la teología abstracta que en la educación cristiana, y pasaron su tiempo, energía y el dinero de la iglesia en predicar y escribir sobre teología abstracta, el sistema papal de escuelas, en recuperación, retornó a una lucha de vida o muerte con la iglesia protestante. El Papado se dio cuenta de que la existencia misma de la iglesia papal dependía de una victoria sobre las escuelas protestantes. Nos sorprende la habilidad y el tacto que los educadores papales usaron en su ataque, y la rapidez con la que obtuvieron la victoria. Esta experiencia debería ser una lección objetiva permanente para los adventistas del séptimo día.EEC 16.1

    Una escuela cristiana animada por el espíritu papal:—Los ojos de los sucesores de Lutero y Melanchton estuvieron enceguecidos. No comprendían “la verdadera ciencia de la educación”. No vieron su importancia, ni captaron cuánto dependía el carácter sobre la educación. “El verdadero propósito de la educación es restaurar la imagen de Dios en el alma” (Christian Education, p. 63). Satanás se aprovechó de esta ceguera para hacer que algunos de sus propios educadores, como lobos en ropa de ovejas, hicieran presa de los corderos. Uno de los principales entre éstos fue John Sturm, a quien estos reformadores ciegos suponían un buen protestante. Sturm introdujo prácticamente el sistema papal de educación entero en las escuelas protestantes de Estrasburgo. Y porque él pretendía ser protestante, los sucesores de Lutero miraron con favor todo su esquema educacional. Era considerado por los así llamados reformadores como el mayor educador de su tiempo, y su escuela llegó a ser tan popular entre los protestantes que fue tomada como modelo para las escuelas protestantes de Alemania, y su “influencia se extendió a Inglaterra, y de allí a Norteamérica… ‘Nadie que esté familiarizado con la educación que dan nuestras principales escuelas clásicas, Eton, Winchester y Westminster, hace cuarenta años, puede dejar de ver que su currículo estaba enmarcado en gran medida en el modelo de Sturm’”. El historiador dice que la ambición de Sturm era “reproducir a Grecia y Roma en medio de la civilización cristiana moderna” (A History of Education, p. 162).EEC 16.2

    Este lobo educacional, cubierto de un vellón cristiano, hizo grandes incursiones entre los corderos del rebaño, e hizo posible una victoria papal. El enemigo más peligroso de todos en una iglesia es una escuela propia, cristiana en su profesión, con “algunos maestros y administradores, convertidos solo a medias”, que están “acostumbrados… a los métodos populares”, que “ceden en algunas cosas y hacen reformas a medias;… prefiriendo trabajar de acuerdo con sus propias ideas” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 146), quienes, paso a paso, avanzan hacia la educación mundana, llevando a los corderos inocentes con ellos. En el día del juicio será más fácil para ese hombre que ha sido frío y un enemigo declarado de un movimiento de reforma, que para el que profesa ser un pastor, pero que ha sido un lobo con ropa de oveja, que engaña a los corderos hasta que son incapaces de salvarse a sí mismos. Es el golpe maestro del diablo para destruir la obra de Dios en el mundo, y no hay influencia más difícil de contrarrestar. Ninguna otra forma del mal es tan firmemente denunciada. “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o valiente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:15, 16).EEC 16.3

    La escuela de Sturm estaba a mitad de camino entre las escuelas cristianas de Lutero y Melanchton y las escuelas papales que la rodeaban. Ofrecía una mezcla de literatura medieval y clásica con una delgada capa de Escrituras entre medio como para dar efecto, y sazonada con las doctrinas de la iglesia. Su curso de estudios era impráctico; sus métodos de instrucción, mecánicos; se exaltaba la memorización; su gobierno era arbitrario y empírico.EEC 17.1

    “Un conocimiento muerto de palabras ocupaba el lugar de un conocimiento vivo de las cosas… Los estudiantes estaban obligados a aprender, pero no eran educados para ver y oír, para pensar y probar, y no eran conducidos a una verdadera independencia y perfeccionamiento personal; los maestros hallaban que su función era enseñar el texto prescrito, no el desarrollo armonioso del joven ser humano de acuerdo con las leyes de la naturaleza” (A History of Education, pp. 156, 157).EEC 17.2

    Macaulay, hablando de este sistema educativo, añade:EEC 17.3

    “Prometían lo que era impracticable; despreciaban lo que era practicable; llenaban el mundo con palabras largas y barbas largas; y lo dejaban tan malvado e ignorante como cuando lo encontraron” (Thomas B. Macaulay, “Lord Bacon” (Critical and Historical Essays Contributed to the Edinburgh Review, tomo 2, 1877, p. 389).EEC 17.4

    Las escuelas jesuitas:—Este estudio debería dejar claro que los maestros protestantes debilitaron e incapacitaron a la denominación protestante para el ataque que hizo el papado por medio del sistema opuesto de educación, introducido por Loyola, fundador de la Orden de los Jesuitas. Antes de esto, la iglesia católica se dio cuenta de su impotencia para resistir el gran movimiento del protestantismo, inaugurado por miles de misioneros adiestrados en las escuelas cristianas de Lutero y Melanchton. Notando el retorno de la iglesia protestante a la ortodoxia muerta bajo la ineficiente dirección de los sucesores de Lutero, el papado reconoció el punto vulnerable del protestantismo.EEC 17.5

    La orden de los jesuitas encontró su misión especial en combatir la Reforma. Como el medio más efectivo de frenar el progreso del protestantismo, apuntó a controlar la educación. “Desarrolló una intensa actividad educacional” en los países protestantes,EEC 18.1

    “y ganó una gran reputación por sus escuelas… Más que ninguna otra agencia, frenó el progreso de la Reforma, y aún tuvo éxito en traer de regreso territorio ya conquistados por el protestantismo… Trabajó principalmente por medio de sus escuelas, de las cuales estableció y controló un gran número… Cada miembro de la orden llegó a ser un maestro práctico y competente” (A History of Education, pp. 167-169).EEC 18.2

    Los siguientes métodos de enseñanza son característicos en las escuelas jesuitas: “La memoria se cultivaba como un medio de mantener a raya la libertad de pensamiento y la claridad del juicio”. En lugar del autogobierno, su método de disciplina era una “sistema de desconfianza mutua, espionaje y traición. La obediencia implícita libraba a los alumnos de toda responsabilidad en cuanto a la justificación moral de sus actos” (Karl Rosenkranz, The Philosophy of Education, pp. 270, 271).EEC 18.3

    “Los jesuitas daban gran importancia a la emulación… ‘El que sabe cómo excitar la emulación ha encontrado el auxiliar más poderoso en su enseñanza… Nada será más honroso que sobrepasar a un compañero, y nada más deshonroso que ser sobrepasado. Se distribuían premios a los mejores alumnos con la mayor solemnidad posible. Procuraban resultados deslumbrantes con los cuales asombrar al mundo. Un desarrollo bien equilibrado no era nada… Los jesuitas no apuntaban a desarrollar todas las facultades de sus alumnos, sino meramente las facultades receptoras y de repetición… [Cuando un alumno] podía exhibir en forma brillante los recursos de una memoria bien provista, había alcanzado el punto más elevado al que los jesuitas procuraban conducirlo. La originalidad y la independencia mentales, el amor por la verdad por sí misma, el poder de reflexionar, y de formar juicios correctos, no eran meramente descuidados, eran suprimidos en el sistema jesuita” (A History of Education, pp. 171-173).EEC 18.4

    “El sistema jesuita de educación… tuvo un éxito notable, y por un siglo casi todos los hombres destacados de la cristiandad salieron de las escuelas jesuitas” (The Philosophy of Education, p 271).EEC 18.5

    El éxito de las escuelas jesuitas:—Con respecto al éxito del sistema educativo jesuita en superar a los protestantes descuidados e indiferentes, leemos: “Lograron que prevalezca su sistema”. Impidieron que las escuelas protestantes avanzaran y, como parásitos, les absorbieron su vitalidad. “Sus labores estuvieron principalmente dedicadas a las universidades… Los protestantes sacaban a sus hijos de escuelas distantes, y los ponían bajo el cuidado de los jesuitas… [Los jesuitas] ocuparon las cátedras como profesores… Conquistaron a los alemanes en su propio territorio, en sus casas, y les arrancaron una parte de su tierra nativa” (History of the Popes, Their Church and State, pp. 170-172). Esta conquista rápidamente pasó a casi todos los países europeos. Conquistaron Inglaterra al llevar a los jóvenes ingleses a Roma, educarlos en escuelas jesuíticas, y enviarlos de regreso como misioneros y maestros a su tierra natal. Y de este modo se establecieron en las escuelas de Inglaterra. Los jesuitas también invadieron al nuevo mundo, llegando a estar sólidamente establecidos, y desde entonces usaron sus métodos característicos. Aquí, como en otras partes, su único propósito es “obtener el dominio exclusivo de la educación, de modo que al tomar a los jóvenes en sus manos pueden modelarlos según sus propios moldes” (Richard E. Thompson, Footprints of the Jesuits, p. 419).EEC 19.1

    “En el espacio de cincuenta años desde el día en que Lutero quemó la Bula de León ante las puertas de Wittenberg, el protestantismo obtuvo su máximo predominio¸ un predominio que pronto perdieron, y que nunca volvieron a tener” (Thomas B. Macaulay, “Essay on Von Ranke’s History of the Popes”, The Edinburgh Review, pp. 236, 237).EEC 19.2

    “¿Cómo es que el protestantismo hizo tanto, pero no hizo más? ¿Cómo es que la iglesia de Roma, habiendo perdido una gran parte de Europa, no solo dejó de perder, sino que en efecto recuperó casi la mitad de lo que había perdido? Esta es ciertamente una pregunta muy curiosa e importante” (Ibíd., p. 227).EEC 19.3

    Ya hemos tenido la respuesta, pero está bien enunciada por Macaulay, quien entendió la parte que desempeñaron las escuelas jesuíticas fundadas por Loyola:EEC 19.4

    “Tal fue el célebre Ignacio de Loyola quien en la gran reacción, realizó la misma labor que Lutero en el gran movimiento protestante. A los pies de los jesuitas, los jóvenes de las clases altas y medias se criaron de la niñez a la adultez, desde los primeros rudimentos hasta los cursos de retórica y de filosofía… La gran orden salió en conquista y para conquistar… Su primer objetivo era no impulsar a nadie fuera de los límites de la iglesia”. (Ibíd., pp. 240, 241).EEC 19.5

    La caza de herejes derrota la causa de los protestantes:—Macaulay propone de este modo las causas de esta derrota del protestantismo, y el éxito del papado:EEC 20.1

    “La guerra entre Lutero y León era una guerra entre una fe firme y la incredulidad; entre el celo y la apatía; entre la energía y la indolencia; entre la seriedad y la frivolidad; entre una moralidad pura y el vicio. Una guerra muy diferente era la que el protestantismo degenerado tuvo que enfrentar contra un catolicismo regenerado”, [hecho posible por el sistema educativo jesuítico]. (Ibíd., pp. 244, 245).EEC 20.2

    “Los reformadores habían contraído algunas de las corrupciones que habían sido justamente censuradas en la Iglesia de Roma. Se habían vuelto tibios y mundanos. Sus grandes líderes de antaño habían sido llevados a la tumba y no habían dejado sucesores… Por todas partes del lado protestante vemos languidez; por todas partes del lado católico vemos ardor y devoción. Casi todo el celo de los protestantes estaba dirigido en contra de ellos mismos. Dentro de la iglesia católica no había disputas serias sobre puntos de doctrina… Por otro lado, la fuerza que debía haber servido para la batalla de la Reforma se agotó en conflictos civiles”. (Ibíd., p. 245).EEC 20.3

    El papado aprendió una lección amarga al tratar con los herejes. Desde la Reforma conserva las fuerzas de estos y las utiliza.EEC 20.4

    Macaulay dice:EEC 20.5

    “Roma comprende completamente lo que ninguna otra iglesia entendió alguna vez: cómo tratar con los entusiastas… La iglesia católica no se somete al entusiasmo ni lo prescribe, sino lo utiliza… De acuerdo con esto, lo alista (al entusiasta) en su servicio… Para un hombre con esta actitud no hay lugar dentro de los límites de la institución (las iglesias protestantes ortodoxas). Él no ha asistido a un colegio… y se le dice que si permanece en la comunión de la iglesia tiene que hacerlo como oyente, y que, si ha decidido ser un maestro, tiene que comenzar siendo un cismático (hereje). Pronto habrá hecho su decisión; arenga en Tower Hill o en Smithfield. Se forma una congregación, y en pocas semanas, la iglesia (protestante) ha perdido cien familias para siempre”. (Ibíd.., pp. 247-249).EEC 20.6

    El papado fue más sabio que los protestantes en tratar con los que se volvieron un tanto irregulares en sus ideas. Usó poco tiempo en juzgarlos. Dirigió sus esfuerzos, en lugar de intentar sacarlos de la iglesia por la fuerza.EEC 20.7

    “El entusiasta ignorante a quien la iglesia de Inglaterra… convierte en un enemigo muy peligroso, la iglesia católica lo convierte en un campeón. Le pide que se deje crecer la barba, lo cubre con una toga y un capuchón, hechos de un material áspero y oscuro, le ata una soga a la cintura y lo envía para enseñar en nombre de ella. Él no le cuesta nada. No le quita ni un ducado al clero regular. Vive con las limosnas de los que respetan su carácter espiritual, y están agradecidos por sus instrucciones… Toda esta influencia se emplea para fortalecer la iglesia… De este modo la iglesia de Roma reúne en ella misma toda la fortaleza del establecimiento (organización) y toda la fuerza del disenso… Pongan a Ignacio de Loyola en Oxford. Con certeza llegará a ser la cabeza de una secesión formidable. Pongan a Juan Wesley en Roma. Seguramente será el primer general de la nueva sociedad dedicada al interés y el honor de la iglesia”. (Ibíd., pp. 249-250).EEC 20.8

    La iglesia de Roma, desde su rejuvenecimiento, está literalmente viva, con soldados decididos, entusiastas y celosos, que no saben nada sino vivir, gastarse y morir por la iglesia. Ella está decidida a conquistar y recuperar a las denominaciones protestantes humilladas, quebrantadas y completamente subyugadas. Ella tiene en todas partes, por medio de sus maestros, editores, y oficiales públicos jesuitas, hombres que trabajan para modelar el pensamiento público, para capturar los cargos públicos importantes y controladores del gobierno, y más que todo, para obtener el control de las mentes de los niños y jóvenes protestantes por medio de sus maestros. Ella valora ese principio eterno, y lo utiliza: “Instruye al niño en el camino en que debe andar, y cuando fuere viejo no se apartará de él”. Déjenme educar a un niño hasta los doce años, dicen los católicos, y será siempre un católico. Podemos ahora comprender mejor por qué aquellos reformadores ingleses no comprendieron el carácter y el peligro del sistema escolar en boga en Cambridge, Oxford, Eton y Westminster, y sin quererlo, plantaron este sistema de educación en las costas de su nuevo hogar y en todas sus escuelas cristianas. En ignorancia lo fomentaron y lo esparcieron, y sus sucesores, como los sucesores de Lutero y Melanchton, llegaron a estar tan infectados con el espíritu de Roma que por 1844 las iglesias protestantes eran moralmente iguales a su madre.EEC 21.1

    En esto hemos estado repasando las raíces que produjeron el árbol de la educación en los Estados Unidos. Mientras Harvard, la primera escuela en Nueva Inglaterra, al principio “fue poco más que una escuela de adiestramiento para los ministros”, y “la Biblia se estudiaba sistemáticamente”, no obstante resulta evidente a cualquier estudiante del curso de estudios de Harvard que, aparte de la enseñanza de la Biblia, su currículo seguía el modelo de Eton, Rugby y otra escuelas inglesas notables, basadas todas en el sistema de Sturm. Yale, William and Mary, y otras instituciones de los Estados Unidos siguen este mismo modelo. Contemplen a la Norteamérica protestante educando a sus niños en escuelas que seguían el modelo de las escuelas papales de Sturm.EEC 21.2

    El secreto del rechazo de las denominaciones protestantes en 1844 está contenido en la historia de la educación que acabamos de dar. Vemos que, mientras se aferraron a las formas del protestantismo, su sistema educativo continuaba instilando en el estudiante la vida del papado. Esto producía una forma de protestantismo imbuida con el espíritu del papado. Esto es Babilonia. ¿No deberían nuestros estudiantes cuestionar seriamente el carácter del sistema educativo en el que se encuentran, para no aparecer en la compañía de esas cinco vírgenes insensatas que son rechazadas en el tiempo del fuerte clamor, así como las grandes iglesias cristianas fueron rechazadas en el tiempo del clamor de medianoche porque no entendieron “la verdadera ciencia de la educación”? No “se alinearon con la educación verdadera”, y rechazaron el mensaje.EEC 22.1

    Algunos hombres en este país recibieron de Dios ciertas ideas divinas de reformas en el gobierno civil durante los días de la herida del papado. Estos hombres se atrevieron a enseñar y practicar estas verdades. Fomentaron los principios del gobierno civil hasta el punto en que el mensaje del tercer ángel pudo ser entregado bajo su protección. Pero el sistema papal de educación, como lo practicaron las iglesias protestantes, era una amenaza constante para este reforma civil, porque las iglesias no se separaban del curso medieval clásico con el otorgamiento de títulos y honores, sin los cuales es difícil que la aristocracia y el imperialismo prosperen tanto en la iglesia o el estado. Pero a pesar de que las iglesias no se apartaron de este sistema, los reformadores civiles repudiaron todas las coronas, títulos y honores que habían perpetuado la aristocracia y el imperialismo europeos. Por cuanto las iglesias todavía se aferraban al sistema educacional del papado, llegaron a ser responsables, no solo por el espíritu papal dentro de sí mismas, sino también por el regreso del imperialismo tan claramente manifestado en nuestro gobierno, y especialmente notorio en tales tendencias hacia la centralización como los consorcios, monopolios y sindicatos.EEC 22.2

    El año 1844 fue uno de los períodos más críticos de la historia de la iglesia desde los días de los apóstoles. La mano de la profecía había estado señalando hacia ese año durante siglos. Todo el cielo estaba interesado en lo que estaba por ocurrir. Los ángeles trabajaban con intenso interés en favor de aquellos que pretendías ser seguidores de Cristo, para prepararlos para aceptar el mensaje que se había de proclamar al mundo. Pero la historia relatada más arriba muestra que las denominaciones protestantes se aferraron al sistema de educación tomado del papado, que las incapacitaba totalmente ya sea para recibir o para dar el mensaje. En consecuencia, les era imposible adiestrar a los hombres para proclamarlo.EEC 22.3

    El mundo se estaba acercando al gran día de la expiación en el santuario celestial, el año 1844. Antes de esa fecha, la historia registra un movimiento educacional cristiano y un despertar religioso muy notables. Las iglesias populares se acercaban rápidamente hacia su prueba crucial. Y Dios sabía que era imposible que ellas pudieran proclamar aceptablemente el mensaje final a menos que se “alinearan con la educación verdadera”, a menos que tuvieran una clara comprensión de “la verdadera ciencia de la educación”. Estas palabras les eran aplicables: “Ahora como nunca antes necesitamos comprender la verdadera ciencia de la educación. Si no podemos comprender esto, nunca tendremos lugar en el reino de Dios” (Elena G. de White, Christian Educator, 1º de agosto de 1897).EEC 23.1

    Lo que las iglesias protestantes afrontaban en el año 1844, nosotros como adventistas del séptimo día estamos afrontando hoy. Veremos cómo las denominaciones protestantes se opusieron a los principios de la educación cristiana, y de este modo no adiestraron a sus jóvenes para proclamar el clamor de medianoche. Los jóvenes adventistas del séptimo día, miles de los cuales están en las escuelas del mundo, no pueden darse el lujo de repetir este fracaso. La caída moral de las iglesias populares que provocó el fuerte clamor, “Ha caído, ha caído Babilonia”, nunca se hubiera dado si hubiesen sido fieles a los principios de la educación cristiana. Si los adventistas del séptimo día individualmente enfocan el fuerte clamor con la misma experiencia con la que los protestantes enfocaron el clamor de medianoche, del mismo modo serán vírgenes insensatas a quienes se les habrá de cerrar la puerta. Todas las vírgenes de la parábola de Cristo tenían lámparas, las doctrinas; pero les faltaba el amor de la verdad que iluminara esas doctrinas. “La ciencia de la verdadera educación es la verdad, la cual ha de quedar grabada tan profundamente en el alma que no pueda ser borrada por el error que abunda por doquier. El mensaje del tercer ángel es verdad, luz y poder”(Testimonios para la iglesia, t. 6:135). ¿No es, entonces, la educación cristiana, la luz de las doctrinas? La educación papal no ilumina esas lámparas, porque es tinieblas.EEC 23.2

    Ciertamente es un momento serio para los jóvenes adventistas del séptimo día, un momento en el que cada maestro en el país, cada estudiante y obrero en perspectiva para la misión de la iglesia, debería enfrentar directamente la situación y debería decidir su actitud hacia los principios de la educación cristiana. Porque “antes de que podamos llevar el mensaje de la verdad presente en su plenitud a otros países, primero debemos quebrar todo yugo. Debemos alinearnos con la educación verdadera” (Elena G. de White, “The Madison School”, Special Testimonies, Series B, No. 11, p. 30). “Ahora, como nunca antes, necesitamos comprender la verdadera ciencia de la educación. Si no podemos entender esto, nunca tendremos un lugar en el reino de Dios”. Estamos tratando un tema de vida y muerte.EEC 23.3

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