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Reflejemos a Jesús

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    La blanca de la viuda valuada por la pureza de motivo, 11 de septiembre

    Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. Lucas 21:3.RJ 260.1

    La viuda pobre que echó dos blancas en la tesorería del Señor, mostró amor, fe y benevolencia. Dio todo lo que tenía, confiándose al cuidado de Dios para el incierto futuro. Nuestro Salvador manifestó que su pequeña dádiva fue la mayor que aquel día entró en la tesorería. Su precio fue medido no por el valor de la moneda, sino por la pureza del motivo que la impulsaba.RJ 260.2

    La bendición de Dios sobre la sincera ofrenda la ha transformado en fuente de grandes resultados. La blanca de la viuda ha sido como una minúscula corriente que fluye a través de las edades, ensanchando y profundizando su cauce, y que contribuye en miles de direcciones a la extensión de la verdad y al alivio de los necesitados.RJ 260.3

    La influencia de aquella pequeña dádiva ha actuado y reaccionado sobre miles de corazones en cada época y en cada país. Como resultado, innumerables dádivas han fluido a la tesorería del Señor de parte de pobres dadivosos y abnegados. Y más, el ejemplo de la viuda ha estimulado a la buenas obras a miles que viven con holgura, que son egoístas y que dudan, y sus dones también han ido a engrosar el valor de la ofrenda de ella.RJ 260.4

    La generosidad es un deber que no debe ser descuidado por ningún motivo; pero que no acaricie el rico o el pobre ni por un momento el pensamiento de que sus ofrendas a Dios pueden servir de expiación para sus defectos de carácter cristiano. Dice el gran apóstol: “Si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.RJ 260.5

    Asimismo, presenta los frutos del verdadero amor: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”. 1 Corintios 13:3-8. Si queremos ser aceptados como seguidores de Cristo, debemos poner de manifiesto los frutos de su Espíritu; pues nuestro Salvador mismo declara: “Por sus frutos los conoceréis”Mateo 7:16.RJ 260.6

    El Señor pide nuestros dones y ofrendas para cultivar un espíritu de benevolencia en nosotros. El no depende de los medios de los hombres para sostener su causa. El declara por el profeta: “Mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me pertenece... Porque mío es el mundo y su plenitud”. Salmos 50:10-12.—The Signs of the Times, 21 de enero de 1886.RJ 260.7

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