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Reflejemos a Jesús

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    Velen y entreguen sus cargas a Jesús, 19 de diciembre

    Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre. Lucas 21:36.RJ 359.1

    En el solemne lenguaje de este pasaje, se señala un deber que está en el sendero diario de cada uno, sea joven o anciano: el deber de velar; y de nuestra fidelidad aquí depende nuestro destino eterno...RJ 359.2

    Cuántos hay cuyos corazones sufren bajo el peso de los cuidados mundanales y que piensan: “¡Oh, si encontrara a alguien que me ayudara a llevar mis cargas!” Pues bien, hay Alguien dispuesto a ayudarle a llevar sus cargas; hay descanso para usted que está agobiado. Jesús, el gran Ayudador, lo invita: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”Mateo 11:28.RJ 359.3

    Esta es la promesa del Maestro; pero es condicional. “Llevad mi yugo sobre vosotros—dice—, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. vers. 29.RJ 359.4

    “Porque mi yugo es pesado”. ¿Es eso lo que dice? No. “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. vers. 30. La carga tan pesada que usted lleva, y que le ocasiona cansancio y perplejidad, es su propia carga. Usted anhela satisfacer las normas del mundo; y en sus fervientes esfuerzos de gratificar los deseos y ambiciones mundanales, lastima su propia conciencia y atrae sobre sí la carga adicional del remordimiento.RJ 359.5

    Cuando no quiera ser diferente del mundo sino que desea mezclarse con él para que no se note diferencia ninguna entre usted y el mundo, entonces podrá saber que está embriagado con los afanes de esta vida. ¡Hay tantos intereses egoístas, tantas cuerdas que nos atan al mundo! Pero debemos seguir cortando estos lazos y mantenernos en condiciones de esperar a nuestro Señor.RJ 359.6

    El mundo se ha interpuesto entre nosotros y Dios. Pero, ¿qué derecho tenemos de permitir que nuestros corazones estén sobrecargados con los afanes de esta vida? ¿Qué derecho tenemos a descuidar, a causa de nuestra devoción al mundo, los asuntos de la iglesia y los intereses de nuestro prójimo? ¿Por qué debemos crear cargas y cuidados que Cristo no ha puesto sobre nosotros?...RJ 359.7

    “Velad, pues, en todo tiempo orando”. Hay una gran necesidad de vigilancia, no sólo por nuestro bien, sino por nuestra influencia sobre otros. Nuestra influencia tiene un vasto alcance... Debiéramos hablar y andar de modo que el Espíritu de Dios esté en nuestros corazones, y su bendición en nuestros hogares.—The Signs of the Times, 7 de enero de 1886.RJ 359.8

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