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Reflejemos a Jesús

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    Dominio propio, la mayor evidencia de nobleza, 5 de octubre

    Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. Proverbios 16:32.RJ 284.1

    [El que tarda en airarse] ha vencido al yo—el enemigo más poderoso que el hombre tiene que enfrentar. La mayor evidencia de nobleza en un cristiano es el dominio propio. El que puede permanecer inconmovible en medio de una tormenta de ultrajes es uno de los héroes de Dios.RJ 284.2

    Dominar el espíritu es mantener el yo bajo disciplina; resistir el mal; regular cada palabra y acto por la gran norma de la justicia de Dios. El que ha aprendido a enseñorearse de su espíritu se elevará por encima de los desaires, las contrariedades, los disgustos, a los cuales estamos expuestos diariamente, y éstos dejarán de arrojar una sombra sobre su ánimo.RJ 284.3

    Es el propósito de Dios que el regio poder de la razón santificada, controlado por la gracia divina, ejerza dominio en las vidas de los seres humanos. El que se enseñorea de su espíritu está en posesión de este poder.RJ 284.4

    En la infancia y en la juventud el carácter es de lo más impresionable. La facultad del dominio propio debería adquirirse entonces. Junto al hogar y a la mesa familiar se ejercen influencias cuyos resultados son tan duraderos como la eternidad. Más que cualquier dote natural, los hábitos establecidos en los años tempranos determinarán si un hombre ha de ser victorioso o vencido en la batalla de la vida.RJ 284.5

    En el uso del lenguaje no hay, tal vez, un error que adultos y jóvenes estén más propensos a pasar ligeramente por alto que la conversación apresurada e impaciente. Piensan que es excusa suficiente alegar: “Estaba desprevenido, y no quise realmente decir lo que dije”. Pero la Palabra de Dios no lo trata ligeramente...RJ 284.6

    La mayor parte de los disgustos, las angustias y las irritaciones de la vida se deben al temperamento descontrolado. En un momento, por palabras apresuradas, apasionadas, descuidadas, puede producirse un mal que el arrepentimiento de una vida entera no podrá deshacer. ¡Oh, los corazones que son quebrantados, los amigos que son alejados, las vidas que son arruinadas, por las palabras rudas y apresuradas de los que podrían haber traído ayuda y sanidad!RJ 284.7

    El exceso de trabajo a veces causa la pérdida del dominio propio. Pero el Señor nunca exige movimientos apresurados y complicados. Muchos acumulan sobre sí cargas que el misericordioso Padre celestial no colocó sobre ellos. Deberes que El nunca planeó que realizaran se suceden unos a otros alocadamente. Dios desea que comprendamos que no glorificamos su nombre cuando asumimos tantas cargas que estamos sobrecargados y, al quedar agotados del corazón y de la mente, nos irritamos y enojamos y refunfuñamos. Hemos de llevar únicamente las responsabilidades que el Señor nos encomienda, confiando en El, y manteniendo así nuestros corazones puros y dulces y compasivos.—The Review and Herald, 31 de octubre de 1907.RJ 284.8

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