La tercera venida de Cristo
Al fin de los mil años, Cristo regresa otra vez a la tierra. Le acompaña la hueste de los redimidos, y le sigue una comitiva de ángeles. Al descender en majestad aterradora, manda a los muertos impíos que resuciten para recibir su condenación. Se levanta un gran ejército, innumerable como la arena del mar. ¡Qué contraste entre ellos y los que resucitaron en la primera resurrección! Los justos estaban revestidos de juventud y belleza inmortales. Los impíos llevan la huella de la enfermedad y de la muerte.VAAn 292.2
Todas las miradas de esa inmensa multitud se vuelven para contemplar la gloria del Hijo de Dios. A una voz las huestes de los impíos exclaman: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” No es el amor a Jesús lo que les inspira esta exclamación, sino que el poder de la verdad arranca esas palabras de sus labios. Los impíos salen de sus tumbas tales como a ellas bajaron, con la misma enemistad hacia Cristo y el mismo espíritu de rebelión. No disponen de un nuevo tiempo de gracia para remediar los defectos de su vida pasada, pues de nada les serviría. Toda una vida de pecado no ablandó sus corazones. De serles concedido un segundo tiempo de gracia, lo emplearían como el primero, eludiendo las exigencias de Dios e incitándose a la rebelión contra él.VAAn 292.3
Cristo baja sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió después de su resurrección, y donde los ángeles repitieron la promesa de su regreso. El profeta dice: “Vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos... Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio... haciendo un valle muy grande... Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre”. Zacarías 14:5, 4, 9.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 720-721.VAAn 293.1
Miramos hacia arriba y vimos la hermosa ciudad, con doce fundamentos y doce puertas, tres a cada lado del muro, y un ángel en cada puerta. Entonces exclamamos: “¡Es la ciudad! ¡La santa ciudad, que está descendiendo del cielo, de Dios!” Descendió con todo su esplendor y gloria resplandeciente y se situó en la extensa planicie que Jesús había preparado para ella.—Spiritual Gifts 1:213.VAAn 293.2
Entonces Satanás se prepara para la última tremenda lucha por la supremacía. Mientras estaba despojado de su poder e imposibilitado para hacer su obra de engaño, el príncipe del mal se sentía abatido y desgraciado; pero cuando resucitan los impíos y ve las grandes multitudes que tiene al lado suyo, sus esperanzas reviven y resuelve no rendirse en el gran conflicto... Los impíos son sus cautivos... Están listos para aceptar sus sugestiones y ejecutar sus órdenes. No obstante, fiel a su antigua astucia, no se da por Satanás. Pretende ser el príncipe que tiene derecho a la posesión de la tierra y cuya herencia le ha sido arrebatada injustamente. Se presenta ante sus súbditos engañados como redentor, asegurándoles que su poder los ha sacado de sus tumbas y que está a punto de librarlos de la más cruel tiranía... Propone dirigirlos contra el real de los santos y tomar posesión de la ciudad...VAAn 293.3
Entre aquella inmensa muchedumbre se cuentan numerosos representantes de la raza longeva que existía antes del diluvio... Allí hay reyes y generales que conquistaron naciones, hombres valientes que nunca perdieron una batalla... Satanás consulta con sus ángeles, y luego con esos reyes, conquistadores y hombres poderosos. Consideran la fuerza y el número de los suyos, y declaran que el ejército que está dentro de la ciudad es pequeño, comparado con el de ellos, y que se lo puede vencer. Preparan sus planes para apoderarse de las riquezas y gloria de la nueva Jerusalén. En el acto todos se disponen para la batalla. Hábiles artífices fabrican armas de guerra. Renombrados caudillos organizan en compañías y divisiones las muchedumbres de guerreros.VAAn 294.1
Al fin se da la orden de marcha, y las huestes innumerables se ponen en movimiento... Satanás, el más poderoso guerrero, marcha al frente, y sus ángeles unen sus fuerzas para esta batalla final.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 721-722.VAAn 294.2
Entonces Cristo reaparece a la vista de sus enemigos. Muy por encima de la ciudad, sobre un fundamento de oro bruñido, hay un trono alto y encumbrado. En el trono está sentado el Hijo de Dios, y en torno suyo están los súbditos de su reino...VAAn 295.1
En presencia de los habitantes de la tierra y del cielo reunidos, se efectúa la coronación final del Hijo de Dios...VAAn 295.2
Satanás... ha visto la corona colocada sobre la cabeza de Cristo por un ángel de elevada estatura y majestuoso continente, y sabe que la posición exaltada que ocupa este ángel habría podido ser la suya.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 722-724, 727.VAAn 295.3