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Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)

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    Manuscrito 196 - Material sobre la labor misionera con gente adinerada

    «¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti! Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová y sobre ti será vista su gloria. Andarán las naciones a tu luz y los reyes al resplandor de tu amanecer. Alza tus ojos alrededor y mira: todos estos se han juntado, vienen hacia ti. Tus hijos vendrán de lejos y a tus hijas las traerán en brazos. Entonces lo verás y resplandecerás. Se maravillará y ensanchará tu corazón porque se habrá vuelto a ti la abundancia del mar y las riquezas de las naciones habrán llegado hasta ti» (Isa. 60: 1-5).3MI 245.1

    Tengamos presentes todas estas palabras; porque nues- tra fe y nuestras expectativas deben ampliarse para buscar el cumplimiento de estas gloriosas promesas.3MI 245.2

    «Multitud de camellos te cubrirá y dromedarios de Madián y de Efa. Vendrán todos los de Sabá trayendo oro e incienso, y publicarán las alabanzas de Jehová. Todo el ganado de Cedar será reunido para ti; cameros de Nebaiot estarán a tu servicio. Serán una ofrenda agradable sobre mi altar, y daré esplendor a la casa de mi gloria. ¿Quiénes son estos que vuelan como nubes y como palomas a sus ventanas?3MI 245.3

    »Ciertamente, en mí esperarán los de las costas, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios y al Santo de Israel, que te ha glorificado. Extranjeros edificarán tus muros y sus reyes estarán a tu servicio, porque en mi ira te castigué, mas en mi buena voluntad tendré de ti misericordia» (vers. 6-10).3MI 246.1

    En estas palabras se esbozan las posibilidades que hay ante los hijos de Dios, si realizan fielmente la tarea que él les ha encomendado. Con tal perspectiva ante nosotros, ¿rondaremos, los que deberíamos ser colaboradores de Dios, en torno a nuestros grandes centros diciendo por nuestros actos, si no por nuestras palabras: «No me molestes: No deseo dejar este placentero lugar. Deja que me quede aquí y goce de los privilegios que tengo en la iglesia»?3MI 246.2

    Dios tiene una obra que ha de hacerse fuera de la iglesia. Hay privilegios para los cristianos en el servicio en cada ciudad, pueblo o aldea. Quedarse en la iglesia porque a uno le gusta la predicación no basta. Hay muchos que necesitan las verdades mismas que ustedes han oído y que ustedes deberían estar impartiendo a otros. Que Dios ponga en los miembros de su iglesia el peso de conciencia de trabajar por las almas como quien debe dar cuenta.3MI 246.3

    «Tus puertas estarán de continuo abiertas: no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones y conducidos hasta ti sus reyes” (Isa. 60: 11).3MI 246.4

    Esto significa que los reyes y los nobles serán reunidos en el reino del Señor. En el mensaje del tercer ángel tenemos una verdad que ha de ser mundial. Debe ser llevada de pueblo en pueblo, y de ciudad en ciudad. Entonces, por el hecho de que ustedes tengan un hogar cómodo y buenos privilegios en la iglesia, no guarden su luz bajo un almud. Que alumbre, para que pueda dar luz a todos. Dios les ordena que busquen a la gente que no conoce la verdad de la Palabra de Dios, para que los puedan familiarizar con ella.3MI 246.5

    «Tus puertas estarán de continuo abiertas”. Inviten a la gente a entrar. Vayan a sus casas y díganles que tienen un mensaje importante, un mensaje que debe ir al mundo entero, y que ustedes sienten una solemne responsabilidad de dar este mensaje a todos los que quieran oírlo.3MI 246.6

    «Porque la nación o el reino que no quiera servirte, perecerá; del todo será asolado. La gloria del Líbano vendrá a ti: cipreses, pinos y bojes juntamente [estos representan personas], para embellecer el lugar de mi santuario; y yo glorificaré el lugar de mis pies» (Isa. 60: 12, 13).3MI 247.1

    Dios quiere que vayamos directamente a las personas, dándonos cuenta de que tienen almas que salvar o perder, y que les digamos que deseamos que tengan una vida que se mide con la vida de Dios: la vida eterna en el reino de la gloria. Entonces uno se puede sentar con ellas y preguntarles si quieren escuchar algunas de las preciosas verdades de las Escrituras. Solo algunos los rechazarán a ustedes, y entonces ustedes tendrán ocasión de abrirles el glorioso mensaje del evangelio.3MI 247.2

    «Los hijos de tus opresores vendrán a ti encorvados, y los que te despreciaban se postrarán a tus pies; te llamarán Ciudad del Señor, Sion del Santo de Israel. Estuviste abandonada, aborrecida, sin un transeúnte, pero te haré el orgullo de los siglos, la delicia de todas las edades» (vers. 14, 15).3MI 247.3

    Precisamente los obreros de las iglesias han de propiciar estas condiciones que son tan deseadas.3MI 247.4

    Me acuerdo de haber leído sobre un joven que creyó que debía ir a hablar sobre Jesús al gentío de la calle. Algunos le dijeron: «Te maltratarán». «Bueno», contestó él, «maltrataron a mi Señor, no puedo sufrir más de lo que sufrió él”. Así que habló con la gente. Sí que lo maltrataron. Le tiraron huevos. Los huevos se rompieron en su cara y sobre su ropa. Se sacó el pañuelo, se limpió y siguió ha-blando. No respondió de ninguna manera. Pronto comprendieron que no podían detenerlo mediante el maltrato, así que lo dejaron en paz. El trabajo de aquel hombre produjo la conversión de centenares, porque no se dejó provocar. Algunos de los mismos que, al principio, eran sus opositores más encarnizados se convirtieron e hicieron causa común con él.3MI 247.5

    Puede que no seamos tratados así, pero, como aquel hombre, hemos de mostrar interés por lo que no conocen la verdad ni tienen interés alguno en ella. Hemos de trabajar arduamente por su salvación.3MI 247.6

    «Mamarás la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y sabrás que yo, Jehová, soy tu Salvador, tu Redentor, el Fuerte de Jacob. En vez de bronce traeré oro, y plata en lugar de hierro; bronce en lugar de madera, y hierro en lugar de piedras. Te daré la paz por magistrado, y la justicia por gobernante. Nunca más se hablará de violencia en tu tierra, ni de destrucción o quebrantamiento en tu territorio, sino que llamarás “Salvación” a tus muros, y a tus puertas “Alabanza”. El sol nunca más te servirá de luz para el día ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz eterna y el Dios tuyo será tu esplendor” (Isa. 60: 16-19).3MI 247.7

    ¿Cómo ha de producirse esta gran obra de reforma? En el capítulo siguiente se nos dice:3MI 248.1

    «El espíritu de Jehová, el Señor, está sobre mí, porque me ha ungido Jehová. Me ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová y el día de la venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los que están de luto» (Isa. 61: 1, 2).3MI 248.2

    Cada uno de nosotros es invitado a ser colaborador de Dios. Cristo estimó de tal valor a la familia humana que dejó los atrios reales, se despojó de su manto real y su corona regia, y revistió su divinidad de humanidad, para venir a este mundo. Nació de padres pobres y humildes. La gente no sabía que provenía de los atrios reales del cielo. No obstante, él no buscó una posición encumbrada. Su único propósito era buscar y salvar lo que estaba perdido, y en esta obra quiere nuestra ayuda hoy.3MI 248.3

    Por ustedes y por mí, nuestro Salvador fue colgado en la cruz del Calvario. ¿Qué estamos dispuestos a hacer y sacrificar por amor a él? Que cada alma haga algún sacrificio por Cristo. Él dio su vida por nosotros; resucitó de entre los muertos, y ahora está a la diestra de Dios. Sigue trabajando por la salvación de hombres y mujeres. ¿Quién se unirá a él en ese trabajo?3MI 248.4

    Cuando Cristo viajaba de lugar en lugar, se encontraba con los pobres y los afligidos. Entonces no había sanatorios a los que los enfermos acudieran para ser sanados. Pero apelaban a Cristo, y no suplicaban en vano. Él los sanaba de sus dolencias, y ellos se incorporaban a las multitudes que lo seguían. Leemos que, en una ocasión, había hasta cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños.3MI 248.5

    Hay personas a nuestro alrededor que están rodeados de tinieblas como los paganos en países lejanos. Muchos de nuestros vecinos no son salvos. ¿Quién está dispuesto a sufrir incomodidades, quizá dejar su hogar, para ser misionero por el Maestro? ¿Quién tomará el lugar de Cristo y extenderá la invitación bíblica? Él enseñaba, basándose en la Palabra, doquiera iba. Los judíos no lo dejaban entrar en las sinagogas, pero él enseñaba mientras andaba por el camino. Educaba a la gente, y, tras su muerte y su resurrección, muchos de los que lo habían oído ocuparon su posición como cristianos.3MI 248.6

    En las instituciones médicas que se han establecido entre nosotros queremos llevar a cabo el propósito mismo de Dios. Queremos ternura y un amor como el de Cristo, para que podamos hacer cuanto esté en nuestro poder por llevar a los enfermos y a los que sufren a un estado de salud. Al atenderlos, muchos, a través de nuestra influencia, aprenderán de Cristo.3MI 249.1

    Sé que en muchas de nuestras instituciones nos hemos sentido conscientes de la presencia de Jesucristo. La hemos sentido aquí en este sanatorio. Sé que el corazón del médico se extiende con fervor hacia los pacientes, para que puedan ver la luz de la verdad. Esperamos encontrar en el reino de los cielos a muchos que han sido pacientes en nuestros sanatorios.3MI 249.2

    Tenemos muchos intereses por desarrollar. Poseemos instituciones en diversos lugares. En el sur de California tenemos tres sanatorios que han resultado ser una gran bendición para muchos. Mediante la providencia de Dios, seguiremos adquiriendo instituciones en diversos lugares. Debemos extender nuestra influencia de forma tan generalizada como sea posible.3MI 249.3

    Se me ha dado otra cosa. Hay hombres acaudalados que tienen el dinero del Señor en fideicomiso, y tenemos perfecto derecho de pedirles que nos ayuden en nuestra obra misionera. Tenemos una obra que llevar a todas partes del mundo, y es preciso que tengamos recursos. ¿No vendrán en nuestra ayuda algunos de estos hombres adinerados? El pasaje bíblico que hemos leído nos anima a creer que sí. Hay algunos que lo considerarían un privilegio. Algunos de nosotros somos tan delicados que tenemos miedo de pedir a estos hombres recursos para contribuir a sostener la obra del Señor.3MI 249.4

    No hemos de gastar recursos de forma innecesaria, pero debemos realizar un gran trabajo de juntar almas, porque el tiempo es corto. El Señor viene. El que ha de venir vendrá y no tardará. No se nos dice el momento señalado, pero sabemos que la venida está muy cerca. ¡Hemos sido tan tímidos en dar el auténtico mensaje! A no ser que despertemos, no podemos salvamos a nosotros mismos, porque no hemos adquirido la experiencia de ser colaboradores de Dios. Hemos de ser sus instrumentos, sus agentes. Con toda la fuerza de nuestra influencia, hemos de intentar llevar a las almas a un conocimiento de la verdad.3MI 249.5

    Cuando Cristo aparezca, entonces todos querremos estar de pie con los redimidos. Las puertas de la ciudad retrocederán sobre sus resplandecientes goznes, y las naciones que han guardado la verdad entrarán. Será puesta una corona sobre cada cabeza. Se pronunciarán las palabras: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mat. 25:34). ¿Para quién está preparado? Para los obedientes: los que guardan sus mandamientos y hacen su voluntad.3MI 250.1

    Ahora es nuestro tiempo de ganar almas para Cristo. No usemos nuestros recursos de forma insensata. Cada uno de nosotros es responsable ante Dios por cada dólar en nuestra posesión. ¿Qué han hecho ustedes con los talentos que se les han confiado? ¿Han trabajado como trabajó Cristo? Lean la historia de su vida, y vean con cuanto ahínco trabajó.3MI 250.2

    Dios quiere poner la lira en la mano y la corona de oro en la cabeza de ustedes. Mientras los santos ángeles tocan sus liras, él quiere que ustedes continúen, cantando el cántico de triunfo en la ciudad de Dios. Allí verán almas salvadas a través de su influencia. Eso será la felicidad.— Manuscrito 113, 1908, pp. 1-8 («Lecciones del capítulo sesenta de Isaías”, 28 de octubre de 1908).3MI 250.3

    PATRIMONIO WHITE,

    7 de marzo de 1967

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