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Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209)

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    Manuscrito 167 — Carta de Elena G. de White sobre criterios de evaluación de factura humana

    Santa Helena, California, 21 de febrero de 1902

    A la iglesia de

    Queridos hermanos y hermanas:

    Siento de verdad oír que ustedes han atravesado pruebas causadas por algunos que afirman creer en la verdad.3MI 55.1

    Dios no lleva a ningún hombre a defender acciones tales como orar con los ojos abiertos. No tenemos ni pizca de evidencia de que los discípulos de Cristo hicieran eso.3MI 55.2

    Quitar los zapatos de los pies cuando se entra en la casa de adoración no es un deber que se requiera de nosotros. Antiguamente se requería de los que ministraban en el oficio sagrado que, al entrar en el santuario de Dios, se quitaran las sandalias y se lavaran los pies en los que se había acumulado el polvo. Pero no es necesario que esto se haga ahora.3MI 55.3

    Si los que afirman creer en la verdad sagrada para este tiempo quisieran volver a la práctica de las observancias ceremoniales requeridas de los judíos, ¿qué clase de representación se haría ante los ángeles y ante los hombres?3MI 56.1

    Deberíamos tener sumo cuidado en limpiar de pecado cada rincón del corazón. Los que, en vez de limpiar el templo del alma, realizan ceremonias externas, pensando que estas los recomendarán a Dios, se encontrarán envueltos en tinieblas espirituales, igual que lo estaban los judíos.3MI 56.2

    Para garantizar la limpieza Dios requería muchas ceremonias del antiguo Israel. Estas ceremonias eran para ilustrar la necesidad de atención en todas sus acciones, para poder ser preservados de toda la impureza que les fuera posible evitar. Pero estas ceremonias externas no tienen la menor pertinencia para el pueblo de Dios de esta época. Cuando Cristo, el portador de nuestros pecados, murió en la cruz, estas ceremonias perdieron su fuerza; porque en su muerte el tipo se encontró con el antitipo.3MI 56.3

    Los que hoy presentan tales criterios de evaluación al pueblo de Dios solo confunden la mente. Ponen actuaciones externas en el lugar de la verdad preciosa, haciendo que las obras ocupen el lugar de la religión del corazón y la vida.3MI 56.4

    El gran criterio divino de evaluación. Dios ha dado un criterio de evaluación al mundo entero. «Continuó hablando Jehová a Moisés, y le dijo: “Tú hablarás a los hijos de Israel y les dirás: ‘En verdad vosotros guardaréis mis sábados, porque es una señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el sábado, porque santo es para vosotros; el que lo profane, de cierto morirá. Cualquier persona que haga alguna obra en él, será eliminada de su pueblo. Seis días se tra-bajará, pero el día séptimo es día de descanso consagrado a Jehová. Cualquiera que trabaje en sábado, ciertamente morirá’. Guardarán, pues, el sábado los hijos de Israel, celebrándolo a lo largo de sus generaciones como un pacto perpetuo. Para siempre será una señal entre mí y los hijos de Israel, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó”» (Éxo. 31: 12-17).3MI 56.5

    Este es el criterio de evaluación del Señor. No descendamos del mismo a criterios de evaluación de invención humana.3MI 57.1

    Las grandiosas verdades en contraposición con fábulas no esenciales. Estas débiles ocurrencias, presentadas a la iglesia para las instrucciones y la práctica de las mismas, son producto de mentes que necesitan que se les enseñen los primeros principios del evangelio de Cristo.3MI 57.2

    He recibido del Señor advertencias que dar a las iglesias adventistas del séptimo día. Me ha indicado que Satanás es el inventor de fábulas insensatas sin importancia que presenta a las mentes humanas para eclipsar las verdades grandiosas, elevadoras y purificadoras para este tiempo. El enemigo lucha, por medio de estas invenciones ruines, para menoscabar los sagrados principios de la verdad, para apartar la mente de la verdad sublime yendo en pos de ceremonias que son una pura farsa.3MI 57.3

    Satanás no está complacido cuando el pueblo de Dios demuestra la influencia ennoblecedora y elevadora que la verdad pura tiene sobre la mente humana. Él es el autor de las fábulas ridículas que algunos vienen presentando. Los criterios de evaluación chabacanos y débiles que él lleva a los hombres a defender no deberían ser recibidos ni tolerados en nuestras iglesias.3MI 57.4

    Oremos con los ojos cerrados. Parecería que la idea de que los creyentes oren con los ojos abiertos, como si miraran al cielo, es una de las fábulas burdas de Satanás, y quitarse los zapatos cuando se entra en la casa de adoración es otra ocurrencia suya. El Señor no se complace cuando su pueblo, que ha recibido de su palabra verdades tan grandiosas y nobles, permite que su mente se espacie en las fábulas sin sentido y ridículas que me han sido presentadas para pedir mi opinión. A estas almas engañadas les cuentan que la hermana White ora con los ojos abiertos. No; la hermana White cierra los ojos cuando ora, para que, con visión espiritual, pueda contemplar al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.3MI 57.5

    Mediante el ejercicio de la fe nos aferramos a la oscura sombra que Satanás proyecta en nuestro camino. Desea que consideremos cosas desalentadoras y adustas para que no obtengamos una visión clara de Dios y las realidades eternas. Oremos con los ojos cerrados, viendo por la fe al Salvador que conoce cada una de nuestras debilidades, cada una de nuestras necesidades, y que nos ayuda en nues-tros padecimientos. «No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Heb. 4: 15). «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4: 16).3MI 57.6

    Como pueblo, tendremos que enfrentarnos a todo tipo de cristianos profesos. Habrá quienes aporten a los cimientos una gran cantidad de madera, heno y hojarasca, los cuales serán consumidos por la conflagración del último día, y, aunque ellos mismos sean salvos, será como por fuego. Solo mediante el arrepentimiento franco y la conversión pueden ser purificados, emblanquecidos y probados.3MI 58.1

    Tengan cuidado de sí mismos. «Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño. Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan”» (Hech. 20: 28-30, NVI). Aquí se muestran con claridad las dificultades que sobrevendrán a la iglesia a través de personas que no se contentan con espaciarse en las lecciones que nuestro Señor Jesucristo les dio, que buscan siempre algo raro y extraño que presentar como nueva luz pasada por alto por otros hombres. «Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan” (Hech. 20: 30, NVI).3MI 58.2

    Siempre ha sido la voluntad de Dios en todas las ciudades de Estados Unidos que los adventistas del séptimo día realicen una labor misionera generalizada. Deberían construirse iglesias donde cada sábado la gente pueda congregarse a adorar a Dios y oír el evangelio. Deberían realizarse esfuerzos diligentes para hacer la labor que tiene que hacerse en el tiempo presente. Las Escrituras han de ser abiertas a todos los que atiendan a la invitación que el Señor envía de acudir a escuchar el mensaje que el Señor envía a su pueblo.3MI 58.3

    Nadie ha de suponer que su don sea tan pleno y perfecto que aporte todo lo que la iglesia requiere. Cada talento y cada don que Dios ha puesto en la iglesia han de ser aceptados y reconocidos, pero ha de ejercerse gran cautela para probar todas las cosas y retener únicamente lo que es bueno.3MI 58.4

    No llevados por todo viento de doctrina. El cuarto capítulo de Efesios contiene una instrucción que todos deberíamos atender. Tras hablar de la necesidad de unidad, el apóstol dice: «Así ya no seremos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error; sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (vers. 14, 15). Seguir la verdad en amor significa andar en la verdad, practicar la verdad en las transacciones de la vida, andar como es digno de la vocación con que fuimos llamados, haciendo obras que correspondan a la influencia elevadora de la verdad. Significa tener una fe que obre por el amor y purifique el alma, que nos dé vida en Cristo. Significa tener en el alma el agua viva, que Cristo da y que brota para vida eterna.3MI 59.1

    Los pastores fieles se afligen a menudo con la conducta de los miembros de iglesia que no los ayudan, sino que los entorpecen, al hacer su trabajo duro y complicado por la introducción de cosas extrañas, que no tienen cimiento alguno en la verdad, sino que son una retahila de mentiras. Estas personas corrompen la palabra de Dios mezclándola con sus opiniones humanas, invalidando así las verdades genuinas que son el criterio de evaluación para este tiempo.3MI 59.2

    El puesto de ministro del evangelio tiene gran dignidad. Los verdaderos ministros del evangelio son colaboradores de Dios en el fiel cumplimiento de su gran plan. Como mensajeros de Dios, siguen la verdad en amor. Son representantes de Cristo y aunque su labor resulte a menudo muy difícil, Dios los sostendrá contra toda crítica si son fieles al principio, con independencia de lo que esto pueda significar para ellos.— Carta 29, 1901.3MI 59.3

    PATRIMONIO WHITE,

    septiembre de 1964