La vida en Nazaret
Nazaret era una ciudad malvada y los niños y jóvenes trataban de que Jesús los acompañase en sus malos caminos. Como era inteligente y alegre, gustaban de su compañía, pero los firmes principios que él revelaba despertaban su enojo. Muchas veces lo llamaban cobarde, cuando rehusaba unirse a ellos en algún acto prohibido. También se burlaban de él, porque era cuidadoso en las cosas pequeñas. A todo esto contestaba: “Escrito está”. “El temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia”. Job 28:28. Amar el mal es amar la muerte, porque “la paga del pecado es muerte”. Romanos 6:23.UE 36.6
Jesús no peleaba por sus derechos. Cuando se lo trataba ásperamente, lo soportaba con paciencia. Debido a que manifestaba tan buena disposición y nunca se quejaba, muchas veces hacían su trabajo innecesariamente difícil. Sin embargo no se desanimaba, porque sabía que Dios aprobaba lo que hacía.UE 36.7
Sus horas más felices eran las que pasaba a solas con la naturaleza y con Dios. Cuando terminaba su trabajo, le gustaba salir al campo a meditar en los verdes valles, a orar a Dios en la ladera de la montaña, o en medio de los árboles del bosque.UE 37.1
Escuchaba a la alondra que entonaba sus gorjeos musicales al Creador y su voz se unía a ella en alabanza y reconocimiento.UE 37.2
Con un canto daba la bienvenida a la luz de la mañana. El amanecer muchas veces lo encontraba en algún lugar tranquilo, pensando en Dios, estudiando la Biblia, o en oración.UE 37.3
Después de estas horas pacíficas regresaba a su hogar para asumir nuevamente sus responsabilidades y para dar un ejemplo de trabajo paciente. Dondequiera que estuviese, su presencia parecía atraer a los ángeles. Todas las clases sociales sentían la influencia de su vida pura y santa.UE 37.4
Aunque era inocente y puro, andaba entre los irreflexivos, los rudos y los descorteses; en medio de los injustos recolectores de impuestos, los derrochadores descuidados, los impíos samaritanos, los soldados paganos y los rudos campesinos.UE 37.5
Tenía siempre una palabra de simpatía para todos los hombres cansados, y sin embargo obligados a llevar cargas pesadas. Compartía sus penas y les repetía las lecciones que había aprendido de la naturaleza acerca del amor, la bondad y la misericordia de Dios.UE 37.6
Les enseñaba a mirarse a sí mismos y valorar sus preciosos talentos, que si se usaban correctamente les permitirían adquirir las riquezas eternas. Con su propio ejemplo enseñó que todo momento es valioso y debe ser empleado con fines positivos.UE 38.1
A ningún ser humano consideró indigno, sino que trató de animar aun al más rudo y al menos promisorio. Les decía que Dios los amaba como a hijos y que ellos podían llegar a ser semejantes a él en carácter.UE 38.2
Así, en una forma tranquila, Jesús, desde los mismos días de su niñez, trabajó por los demás. Ninguno de los maestros eruditos, ni aun sus propios hermanos, podía hacerle abandonar esta misión. Con ferviente propósito, iba ejecutando el diseño de su vida, pues había de ser la Luz del mundo.UE 38.3