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La Única Esperanza

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    El traidor

    Judas, el traidor, no se olvidó de la parte que debía desempeñar. Se acercó a Jesús y lo besó.UE 100.3

    El Señor le dijo: “Amigo, ¿a qué vienes?” Mateo 26:50. Y luego, con voz temblorosa, añadió: “¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?” Lucas 22:48.UE 100.4

    Estas bondadosas palabras debían haber tocado el corazón de Judas, pero ya no le quedaba ningún sentimiento de ternura y honor. Judas se había entregado al dominio de Satanás. Se mostró arrogante delante del Señor, y no se avergonzó de entregarlo a la turba cruel.UE 100.5

    Cristo no rechazó el beso del traidor, con lo que nos dio un ejemplo de tolerancia, amor y piedad. Si somos sus discípulos, debemos tratar a nuestros enemigos como él trató a Judas.UE 100.6

    La turba asesina se envalentonó cuando vio a Judas tocar a quien recientemente había sido glorificado delante de sus ojos. Enseguida prendieron al Salvador y ataron aquellas manos que siempre habían sido extendidas para hacer el bien.UE 100.7

    Los discípulos no pensaban que Cristo permitiría que lo arrestaran. No tenían la menor duda de que el mismo poder que había hecho caer como muertos a aquellos hombres, podía protegerlos a ellos hasta escapar junto con Jesús.UE 100.8

    Se sintieron desilusionados e indignados al ver que ataban con cuerdas las manos de Aquel a quien amaban. Pedro, en su enojo, rápidamente sacó su espada y trató de defender a su Maestro, pero sólo logró cortar una oreja del siervo del sumo sacerdote.UE 101.1

    Cuando Jesús vio lo que Pedro había hecho, se soltó las manos, aunque los soldados romanos las sostenían con firmeza, y diciendo: “Basta ya; dejad” (Lucas 22:51), tocó la oreja herida y ésta quedó inmediatamente sana.UE 101.2

    Luego le dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” Mateo 26:52-54. “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” Juan 18:11.UE 101.3

    Después se volvió a los sacerdotes y a los principales del templo, que estaban con la turba, y les dijo: “¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día estaba con vosotros enseñando en el Templo y no me prendisteis; pero así es, para que se cumplan las Escrituras”. Marcos 14:48, 49.UE 101.4

    Los discípulos se sintieron ofendidos cuando vieron que el Salvador no realizaba ningún esfuerzo para liberarse de sus enemigos. Lo culparon por no haberlo hecho. No podían entender su sumisión a la turba, y, presa del terror, lo abandonaron y huyeron.UE 101.5

    Cristo había predicho esta deserción. Había dicho: “La hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado y me dejaréis solo; pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Juan 16:32.UE 101.6

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