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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3

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    Evitar las discusiones

    A usted le ha encantado sostener debates por la verdad y tener discusiones; pero estas contiendas no han contribuido a que usted forme un carácter cristiano armonioso, porque constituyen una oportunidad favorable para la exhibición de los mismos rasgos de carácter que usted debe vencer si alguna vez entrará al cielo. No siempre pueden evitarse las discusiones. En algunos casos las circunstancias son tales que debe elegirse de los dos males el menor, que es la discusión. Pero debieran evitarse toda vez que se pueda, porque el resultado raramente honra a Dios.3TPI 466.1

    La gente a la que le encanta ver contender a los oponentes podrá pedir a voces que se tenga una discusión. Otros, que desean oír las evidencias de ambos lados, pueden instar a que haya una discusión con motivos totalmente honestos, pero debieran evitarse las discusiones toda vez que sea posible. Generalmente fortalecen la combatividad y debilitan ese amor puro y la compasiva ternura que siempre debieran existir en el corazón de los creyentes, aunque puedan diferir en sus opiniones.3TPI 466.2

    En esta época del mundo las discusiones no son verdaderas evidencias del deseo sincero de parte de la gente de investigar la verdad; tienen lugar por la afición a la novedad y la excitación que generalmente acompañan a las discusiones. En estas contiendas rara vez se glorifica a Dios o se promueve la verdad. La verdad es demasiado solemne, demasiado trascendental en sus resultados, como para empequeñecerla ya sea que se la reciba o se la rechace. Discutir sobre la verdad para mostrar a los oponentes la habilidad de los contendientes es siempre un pobre plan de acción, porque hace muy poco para promover la verdad.3TPI 466.3

    Los oponentes a la verdad mostrarán habilidad en presentar falsamente a su oponente. Convertirán en objeto de ridículo las verdades más solemnes y sagradas. Generalmente se burlarán y ridiculizarán la verdad preciosa y sagrada y la colocarán en una luz tan falsa ante la gente que las mentes oscurecidas por el error y contaminadas por el pecado no discernirán los motivos y propósitos de estos hombres intrigantes, que de ese modo encubren y falsifican la verdad preciosa e importante. Debido a los hombres que se ocupan en ellas, no hay sino pocas discusiones que es posible conducir en base a principios rectos. Ambas partes dan golpes hirientes demasiado frecuentemente, se hacen comentarios despreciativos acerca de otras personas, y con frecuencia ambos contendientes descienden al sarcasmo y las agudezas. Se pierde el amor por las almas en el deseo mayor de alcanzar la supremacía. El prejuicio, profundo y amargo, es a menudo el resultado de las discusiones.3TPI 466.4

    He contemplado a los ángeles embargados de tristeza cuando las más preciosas joyas de verdad han sido colocadas ante hombres completamente incapaces de apreciar las evidencias en favor de la verdad. Todo su ser estaba en guerra contra los principios de verdad; su naturaleza estaba en enemistad con ella. Su propósito al discutir no era que ellos mismos pudieran captar las evidencias de la verdad o que la gente pudiera tener una comprensión clara de nuestra verdadera posición, sino que pudieran confundir la comprensión de los oyentes colocando la verdad en una luz pervertida ante la gente. Hay hombres que se han educado como combatientes. Su política es caracterizar falsamente a un oponente y encubrir los argumentos claros con sofismas deshonestos. Han dedicado las facultades que Dios les ha dado a este trabajo deshonesto, porque en sus corazones no hay nada en armonía con los principios puros de verdad. Cogen cualquier argumento del que pueden valerse con el cual denigrar a los abogados de la verdad, cuando ellos mismos no creen las cosas con las que arguyen contra sus oponentes. Se afirman en su posición escogida, sin tener en cuenta la justicia y la verdad. No consideran que ante ellos está el juicio, y que luego de su triunfo mal habido, con todos sus resultados desastrosos, aparecerá todo en su verdadero carácter. El error, con todas sus tácticas engañosas, con todos sus serpenteos y giros y vueltas para cambiar la verdad en mentira, aparecerá entonces en toda su deformidad. Ninguna victoria permanecerá en el día de Dios, excepto aquella que la verdad pura, elevada, sagrada, ganará para la gloria de Dios.3TPI 467.1

    Los ángeles lloran al ver la verdad preciosa de origen celestial echada ante los cerdos, para ser tomada por ellos y pisoteada en el fango y la inmundicia. No “echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen”. Mateo 7:6. Estas son las palabras del Redentor del mundo.3TPI 468.1

    Los ministros de Dios no debieran considerar como un gran privilegio la oportunidad de participar en una discusión. No deben llevarse al frente todos los puntos de nuestra fe y ser presentados ante multitudes llenas de prejuicio. Jesús habló en parábolas ante los fariseos y saduceos, ocultando la claridad de la verdad bajo símbolos y figuras porque ellos usarían incorrectamente las verdades que él les presentaba; pero a sus discípulos les hablaba claramente. Debiéramos aprender del método de enseñanza de Cristo y tener cuidado de no herir a la gente presentando verdades que, al no estar explicadas plenamente, ellos de ninguna manera están preparados para recibirlas.3TPI 468.2

    Debieran exponerse primero las verdades que sustentamos en común y obtenerse la confianza de los oyentes; luego, cuando puede llevarse al público con uno, podemos avanzar lentamente con los temas que se presenten. Se necesita gran sabiduría para presentar de la manera más cautelosa una verdad impopular ante un público con prejuicios, de modo que pueda ganarse acceso a sus corazones. Las discusiones colocan ante la gente, que ignora nuestra posición y desconoce la verdad bíblica, un conjunto de argumentos hábilmente elaborados y arreglados cuidadosamente para encubrir por completo los claros puntos de verdad. Algunos hombres se han especializado en encubrir afirmaciones claras sobre verdades de la Palabra de Dios mediante sus teorías engañosas, que las hacen plausibles a aquellos que no han investigado por su cuenta.3TPI 468.3

    Estos agentes de Satanás son difíciles de enfrentar, y cuesta tener paciencia con ellos. Pero cada ministro de Cristo debiera cultivar calma, paciencia y dominio propio. Los que combaten la verdad se han educado para la batalla intelectual. Están preparados para presentar los sofismas y las aseveraciones superficiales como la Palabra de Dios. Confunden a las mentes ingenuas y oscurecen la verdad, mientras presentan a la gente fábulas agradables en lugar de la pura verdad bíblica.3TPI 468.4

    Muchos eligen la oscuridad en vez de la luz porque sus hechos son malos. Pero existen aquellos que, si la verdad pudiera haber sido presentada en una manera diferente, bajo distintas circunstancias, dándoles una oportunidad justa para pesar los argumentos personalmente y para comparar la Escritura con la Escritura, se habrían quedado encantados con su claridad y la habrían aceptado.3TPI 469.1

    Nuestros ministros han sido muy indiscretos al publicar al mundo los sofismas arteros del error, provistos por hombres intrigantes para encubrir la verdad solemne y sagrada de Jehová y hacerla de ningún efecto. Estos hombres taimados que están al acecho para engañar a los incautos dan la fuerza de su intelecto a la tarea de pervertir la Palabra de Dios. Los inexpertos e ingenuos son engañados para su ruina. Ha sido un gran error publicar todos los argumentos con los que los oponentes batallan contra la verdad de Dios, porque al hacerlo se les provee a mentes de todo tipo argumentos en los cuales muchos de ellos nunca habían pensado. Muchos deben rendir cuentas por este liderazgo imprudente.3TPI 469.2

    Los argumentos contra la verdad sagrada, sutiles en su influencia, afectan a mentes que no están bien informadas en cuanto a la fuerza de la verdad. La sensibilidad moral de la comunidad en general está embotada por la familiaridad con el pecado. El egoísmo, la deshonestidad y los diversos pecados que prevalecen en esta era degenerada han embotado los sentidos hacia las cosas eternas, de modo que la verdad de Dios no es discernida. Al dar publicidad a los argumentos erróneos de nuestros oponentes, la verdad y el error se colocan en un mismo nivel en sus mentes, cuando, si pudieran tener la verdad ante ellos en su claridad por suficiente tiempo como para ver y comprender su carácter sagrado y su importancia, se convencerían de los fuertes argumentos en su favor y entonces estarían preparados para enfrentar los argumentos propugnados por los opositores.3TPI 469.3

    Aquellos que están tratando de conocer la verdad y comprender la voluntad de Dios, que son leales a la luz y celosos en el desempeño de sus deberes diarios, seguramente conocerán de la doctrina porque serán guiados a toda verdad. Dios no promete, por los actos magistrales de su providencia, traer irresistiblemente a los hombres al conocimiento de su verdad, cuando ellos no la buscan y no tienen deseos de conocerla. Los hombres tienen el poder de apagar el Espíritu de Dios; queda con ellos la facultad de elegir. Se les otorga libertad de acción. Pueden ser obedientes mediante el nombre y la gracia de nuestro Redentor, o pueden ser desobedientes y hacerse cargo de las consecuencias. El hombre es responsable de recibir o rechazar la verdad sagrada y eterna. El Espíritu de Dios está continuamente convenciendo, y las almas se están decidiendo a favor o en contra de la verdad. La conducta, las palabras, las acciones del ministro de Cristo pueden inclinar a un alma en favor de la verdad o en contra de ella. Cuán importante es que cada acto de la vida sea de tal naturaleza que uno no necesite arrepentirse de él. Esto es especialmente importante entre los embajadores del Salvador, que actúan en el lugar de Cristo.3TPI 470.1

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