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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3

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    El instituto de salud

    La gran obra de reforma debe ir adelante. El Instituto de Salud ha sido establecido en Battle Creek para aliviar a los afligidos, para diseminar luz, para despertar el espíritu de investigación, y para promover la reforma. Esta institución es dirigida sobre principios que son diferentes de los de cualquier otra institución sanitaria en el país. El dinero no es el gran objetivo de sus amigos y dirigentes. La conducen en forma concienzuda, religiosa, con el blanco de llevar adelante los principios de la higiene bíblica. La mayoría de las instituciones de este tipo están establecidas sobre principios diferentes y son de un carácter tradicional, cuyo propósito es hacer concesiones a la clase popular y definir su curso de acción de modo que consigan la mayor clientela y la máxima cantidad de dinero.3TPI 185.1

    El Instituto de Salud en Battle Creek está establecido sobre principios religiosos firmes. Sus dirigentes reconocen a Dios como el verdadero propietario. Médicos y ayudantes acuden a él en busca de orientación, y procuran avanzar concienzudamente en su temor. Por esta razón está sobre una base segura. Cuando los enfermos débiles y sufrientes se enteren acerca de los principios que sostienen los directores, superintendentes, médicos y ayudantes en el Instituto, y sepan que ellos temen a Dios, se sentirán más seguros allí que en las instituciones populares.3TPI 185.2

    Si los que están vinculados con el Instituto de Salud en Battle Creek descendieran de los principios puros y exaltados de la verdad bíblica para imitar las teorías y prácticas de los que están a la cabeza de otras instituciones, donde sólo son tratadas las enfermedades de los inválidos y en donde los dirigentes no trabajan motivados por un punto de vista religioso, elevado, sino meramente por dinero, la bendición especial de Dios no descansaría sobre el Instituto. Esta institución fue ideada por Dios para ser una de las más grandes ayudas en la preparación de a un pueblo llamado a ser perfecto ante Dios. A fin de alcanzar esta perfección, los hombres y las mujeres deben tener fuerza física y mental para apreciar las verdades elevadas de la Palabra de Dios y para ser colocados en una posición donde discernirán las imperfecciones de sus caracteres morales. Debieran tratar seriamente de reformarse para que puedan tener amistad con Dios. La religión de Cristo no debe colocarse en segundo plano, ni han de dejarse a un lado sus santos principios con el fin de obtener la aprobación de cualquier grupo, por popular que sea. Si se rebaja la norma de la verdad y la santidad, entonces el plan de Dios no se cumplirá en esta institución.3TPI 185.3

    Pero nuestra fe peculiar no debiera discutirse con los pacientes. Sus mentes no deben ser agitadas innecesariamente acerca de temas en los que diferimos, a menos que ellos mismos lo deseen; y entonces debería observarse gran cautela para no inquietarlos recomendándoles nuestra fe peculiar. El Instituto de Salud no es el lugar para entrar agresivamente en discusión sobre puntos de nuestra fe en los que generalmente diferimos con el mundo religioso. Se celebran reuniones de oración en el Instituto en las que todos pueden participar si lo desean, pero hay mucho sobre lo cual explayarse acerca de la religión de la Biblia sin tocar puntos objetables de divergencia. La influencia silenciosa hará más que la controversia abierta.3TPI 186.1

    En sus pláticas en las reuniones de oración algunos observadores del sábado han sentido que deben presentar el tema del sábado y el mensaje del tercer ángel o de lo contrario no podrían sentirse libres. Ésta es una característica de mentes estrechas. Los pacientes no familiarizados con nuestra fe no saben qué significado tiene la expresión “mensaje del tercer ángel”. La introducción de estos términos sin una clara explicación de lo que significan sólo hace daño. Debemos encontrarnos con la gente donde ellos están, y sin embargo no necesitamos sacrificar un solo principio de la verdad. La reunión de oración resultará ser una bendición para pacientes, ayudantes y médicos. Períodos breves e interesantes de oración y de adoración en grupo aumentarán la confianza de los pacientes en sus médicos y ayudantes. No se debiera privar a los ayudantes de esas reuniones por razones de trabajo a menos que sea claramente indispensable. Ellos las necesitan y debieran disfrutarlas.3TPI 186.2

    Al establecerse reuniones regulares los pacientes ganan confianza en el Instituto y se sienten más en casa. Y de este modo se prepara el camino para que la semilla de la verdad eche raíces en algunos corazones. Estas reuniones interesan en forma especial a algunos que profesan ser cristianos y causan una impresión favorable sobre quienes no lo son. Se aumenta la confianza mutua y se reduce el prejuicio y en muchos casos se lo elimina enteramente. Existe entonces cierta ansiedad para asistir a la reunión del sábado. Allí, en la casa de Dios, es el lugar para expresar nuestros sentimientos denominacionales. Allí el ministro puede expresar con claridad los puntos esenciales de la verdad presente y con el espíritu de Cristo, con amor y ternura, mostrar a todos la necesidad de obedecer todos los requerimientos de Dios, y permitir que la verdad convenza los corazones.3TPI 187.1

    Se me mostró que podría realizarse una obra mayor si hubiera médicos que fuesen caballeros, con la correcta manera de pensar, que tuvieran la cultura adecuada y una comprensión cabal de cada aspecto del trabajo que le incumbe a un médico. Los médicos debieran tener una gran medida de paciencia, tolerancia, amabilidad y compasión; porque necesitan estos rasgos al tratar con inválidos sufrientes, cuyo cuerpo está enfermo, y muchos de ellos están enfermos tanto del cuerpo como de la mente. No es un asunto fácil conseguir la clase correcta de hombres y mujeres, aquellos que sean idóneos para el lugar y que trabajarán en forma armoniosa, con entusiasmo y desinteresadamente para el beneficio de los enfermos que sufren. En el Instituto se necesitan hombres que tengan ante ellos el temor de Dios y que puedan ministrar a las mentes enfermas y destacar la reforma pro salud desde un punto de vista religioso.3TPI 187.2

    Aquellos que se ocupan en esta obra debieran estar consagrados a Dios y no tener como único objetivo tratar el cuerpo meramente para curar la enfermedad, trabajando así desde el punto de vista del médico popular, sino ser padres espirituales, ministrar a las mentes enfermas y señalar al alma enferma de pecado el remedio que nunca falla, el Salvador que murió por ellos. Aquellos que están debilitados por la enfermedad sufren en más de un sentido. Pueden soportar el dolor corporal mucho mejor que el sufrimiento mental. Muchos han violado su conciencia y sólo se los puede alcanzar mediante los principios de la religión de la Biblia.3TPI 187.3

    Cuando el pobre paralítico sufriente fue llevado al Salvador, la urgencia del caso parecía no admitir un momento de demora, porque el cuerpo ya mostraba rastros de descomposición. Cuando aquellos que lo llevaban en su cama vieron que no podían llegar directamente a la presencia de Cristo, inmediatamente abrieron el techo y bajaron la cama donde yacía el enfermo de parálisis. Nuestro Salvador vio y comprendió perfectamente su condición. También sabía que este miserable tenía una enfermedad del alma mucho más grave que el sufrimiento corporal. Sabía que la carga mayor que había llevado por meses era una carga de pecados. La multitud esperaba en el suspenso más absoluto para ver cómo Cristo trataría este caso, aparentemente tan desesperanzado, y se asombraron al oír las palabras que cayeron de sus labios: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”. Mateo 9:2.3TPI 188.1

    Estas eran las palabras más preciosas que podían llegar a oídos de ese enfermo sufriente, porque la carga de pecado había caído tan pesadamente sobre él que no podía encontrar el menor alivio. Cristo levantó la carga que lo oprimía tan abrumadoramente: “Ten ánimo, hijo”. Yo, tu Salvador, vine a perdonar pecados. ¡Cuán rápidamente cambia el semblante pálido del sufriente! La esperanza toma el lugar de la oscura desesperación, y la paz y el gozo reemplazan la duda angustiosa y la lobreguez impasible. Al ser restaurada la mente a un estado de paz y felicidad, el cuerpo sufriente puede ahora ser alcanzado. De los labios divinos brotan luego las palabras: “Tus pecados te son perdonados... Levántate y anda”. Mateo 9:2, 5. En el esfuerzo por obedecer a la voluntad, esos brazos sin vida y sin sangre son reanimados; una corriente saludable de sangre corre por las venas; desaparece el color plomizo de su carne y toma su lugar el brillo rojizo de la salud. Los miembros que por largos años se habían negado a obedecer los mandatos de la voluntad son ahora vivificados, y el paralítico sanado toma su cama y camina en medio de la multitud hacia su casa, glorificando a Dios.3TPI 188.2

    Este caso es para nuestra instrucción. Los médicos que quisieran tener éxito en el tratamiento de la enfermedad deberían saber cómo ministrar a la mente enferma. Pueden ejercer una influencia poderosa para bien si confían en Dios. Algunos inválidos necesitan verse aliviados del dolor antes que se pueda alcanzar la mente. Después que el cuerpo ha recibido alivio, el médico frecuentemente puede apelar con más éxito a la conciencia, y el corazón será más susceptible a las influencias de la verdad. Hay peligro de que aquellos vinculados con el Instituto de Salud pierdan de vista el objetivo por el que dicha institución fue establecida por los adventistas del séptimo día, y al trabajar desde el punto de vista mundano imiten el modelo de otras instituciones.3TPI 189.1

    El Instituto de Salud no fue establecido entre nosotros con el fin de obtener dinero, aunque el dinero es muy necesario para llevar adelante la institución en forma exitosa. Todos debieran ejercer la economía en el gasto de los recursos, para que el dinero no se use innecesariamente. Pero debiera haber recursos suficientes para invertir en los materiales necesarios que harán el trabajo de los ayudantes, y especialmente de los médicos, tan fácil como sea posible. Y los directores del Instituto deberían valerse de todo tipo de recursos que les ayudarán en el tratamiento exitoso de los pacientes.3TPI 189.2

    Hay que tratar a los pacientes con la mayor ternura y delicadeza. Y sin embargo los médicos debieran ser firmes y no permitir, en su tratamiento con los enfermos, que los pacientes les den órdenes. Es necesaria la firmeza de parte de los médicos para el bien de los pacientes. Pero la firmeza debiera combinarse con la cortesía respetuosa. Ningún médico o ayudante debiera contender con un paciente, o usar palabras ásperas e irritantes, ni siquiera palabras que no sean sumamente amables, no importa cuán provocativo pueda ser el paciente.3TPI 189.3

    Uno de los grandes objetivos de nuestro Instituto de Salud es dirigir a las almas enfermas de pecado al Gran Médico, la verdadera Fuente de sanidad, y llamar su atención a la necesidad de una reforma desde un punto de vista religioso, para que no violen más la Ley de Dios mediante indulgencias pecaminosas. Si puede despertarse la sensibilidad moral de los enfermos y hacer que ellos vean que están pecando contra su Creador al atraer la enfermedad sobre ellos mismos y al gratificar el apetito y las bajas pasiones, cuando dejen el Instituto de Salud no dejarán sus principios detrás, sino que los llevarán consigo y serán genuinos reformadores de la salud en el hogar. Si se despierta la sensibilidad moral, los pacientes decidirán llevar a la práctica sus convicciones de conciencia; y si ellos ven la verdad, la obedecerán. Tendrán una independencia genuina y noble para practicar las verdades que hayan aceptado. Y si la mente está en paz con Dios, las condiciones corporales serán más favorables.3TPI 190.1

    Sobre la iglesia de Battle Creek descansa la mayor responsabilidad de vivir y caminar en la luz, y de preservar su sencillez y separación del mundo, para que su influencia pueda hablarles con poder convincente a los que asisten a nuestras reuniones y desconocen la verdad. Si la iglesia de Battle Creek es un cuerpo inerte, lleno de orgullo, que se exalta por encima de la sencillez de la verdadera piedad y se inclina al mundo, su influencia dispersará y alejará de Cristo a la gente y les quitará validez a las verdades bíblicas más solemnes y esenciales. Los miembros de esta iglesia tienen oportunidades de beneficiarse con las conferencias de los médicos del Instituto de Salud. Pueden obtener información sobre el gran tema de la reforma pro salud si lo desean. Pero la iglesia de Battle Creek, que hace gran profesión de la verdad, está muy detrás de otras iglesias que no han sido bendecidas con las ventajas que ellos han tenido. El descuido de la iglesia en vivir de acuerdo con la luz que han recibido acerca de la reforma pro salud es un motivo de desánimo para los médicos y para los amigos del Instituto de Salud. Si la iglesia manifestara un mayor interés en las reformas que Dios mismo les ha traído a fin de prepararlos para su venida, su influencia sería diez veces mayor de lo que es ahora.3TPI 190.2

    Muchos que profesan creer en los Testimonios descuidan la luz que les ha sido dada. Algunos tratan la reforma en la vestimenta con gran indiferencia y otros con desprecio, porque hay una cruz relacionada con esto. Yo agradezco a Dios por esta cruz. Es justamente lo que necesitamos para distinguir y separar del mundo al pueblo de Dios que observa los mandamientos. La reforma de la vestimenta armoniza con nosotros así como lo hacía la cinta azul con el antiguo Israel. El orgulloso, y aquellos que no aman la verdad sagrada que los separará del mundo, lo mostrarán por sus obras. Dios en su providencia nos ha dado la luz sobre la reforma pro salud, para que podamos entenderla en todos sus alcances y seguir la claridad que trae consigo, y al relacionarnos correctamente con la vida tener salud para que podamos glorificar a Dios y ser una bendición para otros.3TPI 191.1

    En general la iglesia en Battle Creek no ha sostenido al Instituto mediante su ejemplo. No han honrado la luz de la reforma pro salud llevándola a cabo en sus familias. Si hubieran seguido la luz que Dios les ha dado, no habría sido necesario que sobreviniera la enfermedad que visitó a muchas familias en Battle Creek. Como el antiguo Israel, han desatendido la luz y no pudieron ver más necesidad de restringir el apetito que lo que vio el antiguo Israel. Los hijos de Israel querían tener carne y dijeron, como muchos dicen ahora: Moriremos sin carne. Dios le dio carne al rebelde Israel, pero la maldición divina estaba con ello. Miles de ellos murieron mientras la carne que deseaban todavía estaba entre sus dientes. Tenemos el ejemplo del antiguo Israel y la advertencia de no hacer como ellos hicieron. Su historia de incredulidad y rebelión ha sido registrada como una advertencia especial para que no sigamos su ejemplo de murmurar ante los requerimientos de Dios. ¿Cómo podemos seguir tan indiferentemente, eligiendo nuestro propio curso de acción, siguiendo tras la vista de nuestros ojos, y apartándonos más y más de Dios, como lo hicieron los hebreos? Dios no puede hacer cosas grandes por su pueblo a causa de su dureza de corazón y de su incredulidad pecaminosa.3TPI 191.2

    Dios no hace acepción de personas; pero en cada generación los que temen al Señor y obran justicia son aceptos por él; mientras que aquellos que están murmurando, que son incrédulos y rebeldes, no tendrán el favor divino ni las bendiciones prometidas a aquellos que aman la verdad y caminan en ella. Las personas que tienen la luz y no la siguen, sino que hacen caso omiso de los requerimientos de Dios, encontrarán que sus bendiciones se convertirán en maldiciones y sus misericordias en juicios. Dios desea que aprendamos humildad y obediencia mientras leemos la historia del antiguo Israel, quienes fueron su pueblo escogido y peculiar, pero que acarrearon sobre sí su propia destrucción al seguir sus propios caminos.3TPI 192.1

    La religión de la Biblia no es dañina para la salud del cuerpo o de la mente. La influencia del Espíritu de Dios es la mejor medicina que un hombre o una mujer enfermos pueden recibir. El cielo es todo salud, y cuanto más profundamente se comprendan las influencias celestiales más segura será la recuperación del enfermo que cree. En algunas otras instituciones de salud estimulan la práctica de diversiones, representaciones dramáticas y bailes para producir una excitación, pero temen el resultado de un interés religioso. La teoría del Dr. Jackson en este respecto no sólo es errónea sino también peligrosa. Sin embargo él ha hablado sobre esto de un modo tal que, si sus instrucciones fueran escuchadas, los pacientes serían inducidos a pensar que su recuperación depende de tener tan pocos pensamientos acerca de Dios y el cielo como sea posible. Es verdad que hay personas con mentes desequilibradas que se imaginan ser muy religiosas y que se imponen la práctica del ayuno y la oración en menoscabo de su salud. Estas almas se permiten ser engañadas. Dios no les ha pedido esto. Tienen una justicia farisaica que no procede de Cristo, sino de ellos mismos. Confían en sus propias obras buenas para salvarse y están tratando de comprar el cielo mediante sus obras meritorias en vez de confiar, como debiera hacerlo todo pecador, sólo en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Cristo y la verdadera piedad, hoy y siempre, serán salud para el cuerpo y fuerza para el alma.3TPI 192.2

    La nube que ha descansado sobre nuestro Instituto de Salud se está levantando, y la bendición de Dios ha acompañado los esfuerzos hechos para colocarlo sobre una base correcta y para corregir los errores de aquellos que mediante su infidelidad acarrearon grandes dificultades financieras sobre la institución y causaron desaliento en todas partes a los amigos de ella.3TPI 193.1

    Aquellos que han transferido a usos caritativos del Instituto los intereses, o dividendos de sus acciones, han hecho algo noble que recibirá su recompensa. Todos los que no han hecho transferencias similares, siendo capaces de hacerlo, debieran, en su primera oportunidad, asignar al Instituto todo o una parte de sus intereses, como lo ha hecho la mayoría de los accionistas. Y a medida que lo demanden el creciente interés y la utilidad de esta institución, todos, especialmente aquellos que no lo han hecho, debieran continuar invirtiendo en ella.3TPI 193.2

    Vi que había una gran cantidad de recursos sobrantes entre nuestro pueblo, una porción de lo cual debiera invertirse en el Instituto de Salud. También vi que hay muchos pobres meritorios entre nuestro pueblo que están enfermos y sufriendo, y que han estado dirigiéndose al Instituto en busca de ayuda, pero que no pueden pagar los precios regulares para hospedaje, tratamiento, etc. El Instituto ha luchado duramente con deudas en los últimos tres años y no ha podido tratar a los pacientes en ninguna medida significativa sin un pago completo. A Dios le agradaría que todos nuestros miembros que tienen la capacidad de hacerlo, invirtieran generosamente en el Instituto para colocarlo en una condición en la que pueda ayudar a los pobres humildes y meritorios de Dios. En relación con esto vi que Cristo se identifica con la humanidad sufriente y que aquello que tenemos el privilegio de hacer, incluso por el más pequeño de sus hijos—a quienes él llama sus hermanos—, lo hacemos al Hijo de Dios.3TPI 193.3

    “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”. Mateo 25:34-46.3TPI 194.1

    Levantar el Instituto de Salud desde su estado postrado en el otoño de 1869 a su actual condición próspera y promisoria ha demandado sacrificios y esfuerzos de lo cual sus amigos en el extranjero conocen poco. Entonces tenía una deuda de trece mil dólares y tenía sólo ocho pacientes que pagaban. Y lo que era peor aún, el comportamiento de ex gerentes había sido tal como para desalentar de tal manera a los amigos de la institución que no habían tenido ánimo para proveer recursos a fin de eliminar la deuda o para recomendar a los enfermos que fueran al Instituto. Fue en esta situación desalentadora que mi esposo pensó que la propiedad del Instituto debía venderse para pagar las deudas, y el balance, después de pagar las deudas, debía reembolsarse a los accionistas en proporción a la cantidad de acciones que cada uno tenía. Pero una mañana, al orar en el altar de familia, el Espíritu de Dios vino sobre él mientras estaba orando en busca de orientación divina en asuntos relativos al Instituto, y él exclamó, mientras estaba sobre sus rodillas: “El Señor vindicará cada palabra que ha hablado mediante la visión relativa al Instituto de Salud, y será levantado de su estado caído y prosperará gloriosamente”.3TPI 194.2

    Desde ese momento asumimos la dirección del trabajo con seriedad y trabajamos mano a mano en favor del Instituto para contrarrestar la influencia de hombres egoístas que le acarrearon dificultades financieras. Hemos dado de nuestros recursos, estableciendo de ese modo un ejemplo para otros. Hemos estimulado la práctica de la economía y la laboriosidad de parte de todos los que están vinculados con el Instituto y hemos instado a los médicos y ayudantes a trabajar duramente por una paga pequeña hasta que la institución goce nuevamente y en forma plena de la confianza de nuestro pueblo. Hemos dado un testimonio claro contra la manifestación de egoísmo en cualquier persona relacionada con el Instituto y hemos dado consejos y reprendido errores. Sabíamos que el Instituto de Salud no tendría éxito a menos que la bendición del Señor descansara sobre él. Si lo acompañaba su bendición, los amigos de la causa confiarían en que ésta es la obra de Dios y se sentirían seguros al donar recursos para hacer de la institución una empresa llena de vida, a fin de que pudiera cumplir el designio de Dios.3TPI 195.1

    Los médicos y algunos de los ayudantes se dispusieron a trabajar intensamente. Laboraron con ahínco bajo circunstancias grandemente desanimadoras. Los doctores Ginley, Chamberlain y Lamson trabajaron con seriedad y energía, por una paga pequeña, para levantar esta institución que se estaba hundiendo. Y, gracias a Dios, la deuda original ha sido quitada, y se han hecho grandes ampliaciones para el alojamiento de los pacientes y se ha pagado por ellas. Se ha duplicado la circulación del Health Reformer (El Reformador de la Salud), que forma parte del mismo fundamento del éxito del Instituto, y se ha convertido en un periódico vigoroso. En la mente de la mayoría de nuestra gente se ha restaurado plenamente la confianza en el Instituto, y han tenido tantos pacientes casi todo el año, como podían ser alojados y tratados debidamente por nuestros médicos.3TPI 195.2

    Lamentamos profundamente que los primeros gerentes del Instituto tomaron un curso de acción que casi lo hundió en deudas bajo el peso del desaliento. Pero las pérdidas financieras que los accionistas sintieron y lamentaron han sido pequeñas en comparación con el trabajo, la perplejidad y los cuidados que mi esposo y yo soportamos sin paga, y que los médicos y ayudantes sobrellevaron percibiendo salarios pequeños. Hemos tomado acciones en el Instituto por la cantidad de mil quinientos dólares, la cual fue transferida, aunque es una suma pequeña en comparación con el desgaste que hemos sufrido como consecuencia de gerentes anteriores irresponsables. Pero como el Instituto tiene ahora una reputación y una clientela más elevadas que nunca antes, y puesto que el valor de la propiedad es mayor que todo el dinero que se ha invertido, y en vista de que los errores anteriores han sido corregidos, aquellos que han perdido su confianza no tienen excusa por albergar sentimientos de prejuicio. Y si todavía manifiestan una falta de interés, será porque decidieron acariciar prejuicios antes que ser guiados por la razón.3TPI 196.1

    En la providencia de Dios, el hermano A ha entregado su interés y energías al Instituto de Salud. Se ha interesado en promover abnegadamente los intereses del Instituto y no ha escatimado esfuerzos ni se ha favorecido a sí mismo. Si él depende de Dios y hace del Señor su fuerza y consejero, puede ser una bendición para los médicos, ayudantes y pacientes. Ha ligado su interés a todo lo que está relacionado con el Instituto y ha sido una bendición para otros al llevar cargas alegremente, que no eran pocas ni livianas. Él ha bendecido a otros, y estas bendiciones nuevamente se reflejarán sobre él.3TPI 196.2

    Pero el hermano A corre el peligro de asumir cargas que otros pueden y deberían llevar. No debería desgastarse haciendo cosas que otros, cuyo tiempo es menos valioso, pueden hacer. Debería actuar como un director y superintendente. Tendría que preservar sus fuerzas, para que con su juicio experimentado pudiera indicar a otros qué hacer. Esto es necesario a fin de que él mantenga una posición de influencia en el Instituto. Su experiencia en administrar con sabiduría y economía es valiosa. Pero él está en peligro de separar sus intereses demasiado de su familia, de llegar a absorberse demasiado en el Instituto, y de tomar sobre sí demasiadas cargas, como lo hizo mi esposo. El interés de mi esposo en el Instituto de Salud, la Asociación Publicadora y la causa en general fue tan grande que sufrió un quebranto de salud y se vio obligado a retirarse del trabajo por un tiempo, cuando, si hubiera hecho menos por estas instituciones y dividido su interés con su familia, no habría sufrido una tensión constante en una sola dirección, y habría preservado sus fuerzas para continuar sus labores ininterrumpidamente. El hermano A es el hombre para el lugar. Pero no debiera hacer lo que hizo mi esposo, aun cuando los asuntos no prosperaran tanto como si dedicara todas sus energías a ellos. Dios no les pide a mi esposo o al hermano A que se priven del deleite de la sociabilidad familiar, divorciándose del hogar y de la familia, ni siquiera por el interés de esas importantes instituciones.3TPI 196.3

    Durante los últimos tres o cuatro años varios se han interesado en el Instituto de Salud y se han esforzado para colocarlo en una condición mejor. Pero algunos han carecido de discernimiento y experiencia. Mientras el hermano A actúe en forma desinteresada y se aferre a Dios, el Señor será su ayudador y consejero.3TPI 197.1

    Los médicos del Instituto de Salud no debieran sentirse forzados a hacer el trabajo que pueden hacer los ayudantes. No debieran servir en la sala de baños o en los excusados, gastando su vitalidad en hacer lo que otros deberían hacer. No debe haber falta de ayudantes para atender al enfermo y vigilar a los débiles que requieren de cuidados especiales. Los médicos necesitan reservar su energía para el desempeño exitoso de sus obligaciones profesionales. Ellos deben instruir a otros acerca de qué hacer. Si hay escasez de personal confiable para hacer esas cosas, se debiera emplear e instruir debidamente a personas adecuadas, y remunerarlas convenientemente por sus servicios.3TPI 197.2

    No se debería emplear a nadie como obrero sino a personas que trabajarán abnegadamente en el interés del Instituto, y a los tales se les debiera pagar bien por sus servicios. Tendría que haber suficiente personal, especialmente durante la estación malsana del verano, como para que nadie necesite trabajar en exceso. El Instituto de Salud ha superado sus dificultades financieras; y ni médicos ni ayudantes necesitan sentirse forzados a trabajar tan duramente, y a sufrir tales privaciones, como cuando estaba en dificultades financieras tan graves a consecuencia de hombres infieles, que por su administración casi lo llevaron a la ruina.3TPI 198.1

    Se me mostró que los médicos en nuestro Instituto debieran ser hombres y mujeres de fe y espiritualidad. Debieran confiar en Dios. Hay muchos que vienen al Instituto, quienes por su propia indulgencia pecaminosa se han acarreado enfermedades de casi todo tipo. Esta clase no merece la compasión que frecuentemente demandan. Y es lamentable que los médicos tengan que dedicar tiempo y fuerzas a este grupo de personas degradadas física, mental y moralmente. Pero hay una clase que, por ignorancia, ha vivido en violación de las leyes naturales. Han trabajado y han comido intemperantemente, porque era la costumbre hacerlo así. Algunos han sufrido muchas cosas de muchos médicos, pero no han mejorado sino que se han sentido decididamente peor. Por largo tiempo son separados de los negocios, de la sociedad y de sus familias, y como su último recurso vienen al Instituto de Salud con una débil esperanza de que allí encontrarán alivio. Esta clase necesita comprensión. Debieran ser tratados con la mayor ternura, y tendría que realizarse un esfuerzo para hacerles entender claramente las leyes de su ser, de modo que al dejar de violarlas y al dominarse ellos mismos, puedan evitar el sufrimiento y la enfermedad, que se cosechan por violar la ley de la naturaleza.3TPI 198.2

    El Dr. B no es la persona más idónea para llenar un puesto como médico en el Instituto. Ve a hombres y mujeres con su organismo arruinado, débiles en su poder mental y moral, y piensa que es tiempo perdido tratar a tales pacientes. Puede ser que en muchos casos esto sea cierto. Pero él no debiera desanimarse ni disgustarse con pacientes enfermos y sufrientes. No debe perder su compasión, comprensión y paciencia, y sentir que su vida está empleada pobremente cuando se esfuerza en favor de aquellos que nunca pueden apreciar el trabajo que reciben, y que no usarán su fuerza, si la recuperan, para bendecir a la sociedad, sino que seguirán el mismo curso de complacencia propia que siguieron al perder la salud. El Dr. B no debiera cansarse o desanimarse. Tendría que recordar a Cristo, que estuvo en contacto directo con la humanidad sufriente. Aunque, en muchos casos, los afligidos habían acarreado la enfermedad sobre ellos mismos mediante su conducta pecaminosa al violar la ley natural, Jesús se compadecía de su debilidad, y cuando llegaban a él con las enfermedades más repugnantes, él no se retraía por temor a la contaminación; los tocaba y le ordenaba a la enfermedad que se retirase.3TPI 198.3

    “Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. Lucas 17:12-19.3TPI 199.1

    Aquí hay una lección para todos nosotros. Estos leprosos estaban tan contaminados por la enfermedad que se les había restringido su ingreso en la sociedad, no fuera que contaminaran a otros. Estos límites habían sido prescritos por las autoridades. Jesús llega a la vista de ellos, y en su gran sufrimiento claman a él, el único que tiene el poder para aliviarlos. Jesús les ordena que se muestren a los sacerdotes. Ellos tienen fe para emprender su camino, creyendo en el poder de Cristo para sanarlos. Mientras van comprenden que la horrible enfermedad los ha dejado. Pero sólo uno tiene sentimientos de gratitud, sólo uno siente su profunda deuda hacia Cristo, por esta gran obra que ha sido hecha en su favor. Éste regresa alabando a Dios, y con la mayor humildad cae a los pies de Cristo, reconociendo con gratitud la obra hecha para él. Y este hombre era un extranjero; los otros nueve eran judíos.3TPI 199.2

    Por causa de este hombre, que haría un uso correcto de la bendición de la salud, Jesús sanó a los diez. Los nueve siguieron de largo sin apreciar la obra realizada a favor de ellos, y no expresaron gratitud a Jesús por lo que hizo.3TPI 200.1

    Así los médicos del Instituto de Salud verán que son tratados sus esfuerzos. Pero si en el trabajo que hacen para ayudar a la humanidad sufriente, uno en veinte hace un uso correcto de los beneficios recibidos y aprecia los esfuerzos hechos en su favor, los médicos debieran sentirse agradecidos y satisfechos. Si se salva una vida de cada diez, y un alma de cada cien es salvada en el reino de Dios, todos los que están vinculados con el Instituto serán ampliamente recompensados por todos sus esfuerzos. Toda su ansiedad y sus cuidados no se perderán totalmente. Si el Rey de gloria, la Majestad del cielo, trabajó por la humanidad sufriente y tan pocos apreciaron su ayuda divina, los médicos y ayudantes en el Instituto debieran avergonzarse por quejarse si sus débiles esfuerzos no son apreciados por todos y si parece que algunos los desechan.3TPI 200.2

    Me fue mostrado que los nueve que no regresaron para dar gloria a Dios representan correctamente a algunos observadores del sábado que vienen al Instituto de Salud como pacientes. Reciben mucha atención y debieran comprender la ansiedad y el desaliento de los médicos, y ser los últimos en causarles preocupación y cargas innecesarias. Sin embargo, lamento decir que frecuentemente los pacientes más difíciles de manejar en el Instituto de Salud son los de nuestra fe. Se sienten más libres para quejarse que cualquier otro grupo. Los mundanos, y los cristianos profesos de otras denominaciones, aprecian los esfuerzos hechos para su recuperación más que muchos observadores del sábado. Y cuando regresan a sus hogares ejercen una influencia en favor del Instituto de Salud mayor que la de los observadores del sábado. Y algunos de los que se sienten más libres para cuestionar y quejarse por la administración del Instituto, son aquellos a quienes se les han dado precios reducidos en su tratamiento.3TPI 200.3

    Esto ha desanimado mucho a médicos y ayudantes; pero debieran recordar a Cristo, su gran Modelo, y no cansarse de hacer el bien. Si uno entre un gran número es agradecido y ejerce una influencia correcta, debieran agradecer a Dios y cobrar ánimo. Esa persona puede ser un desconocido y podría surgir la pregunta: ¿Dónde están los nueve? ¿Por qué no todos los observadores del sábado expresan su interés en el Instituto de Salud y le dan su apoyo? Algunos observadores del sábado tienen tan poco interés que, aunque se los atiende libre de cargos, hablarán despectivamente a los pacientes en cuanto a los medios empleados para la recuperación de los enfermos. Deseo que los tales examinen su conducta. El Señor los considera como a los nueve leprosos que no volvieron para darle gloria. Los desconocidos cumplen su deber y aprecian los esfuerzos hechos para su recuperación, mientras que el otro grupo ejerce una influencia contra aquellos que han tratado de hacerles bien.3TPI 201.1

    El Dr. B necesita cultivar la cortesía y la bondad, no sea que lastime innecesariamente los sentimientos de los pacientes. Él es franco y claro, escrupuloso, sincero y ardiente. Tiene una buena comprensión de la enfermedad, pero debería tener un conocimiento más cabal de cómo tratar a los enfermos. Con este conocimiento necesita cultura personal, refinamiento de modales, y escoger mejor sus palabras e ilustraciones en sus charlas en el salón.3TPI 201.2

    El Dr. B es altamente sensible y tiene por naturaleza un temperamento rápido e impulsivo. Actúa mucho sin pensar. Se ha esforzado por corregir su espíritu precipitado y por vencer sus deficiencias, pero todavía tiene que hacer un esfuerzo mayor. Si ve que las cosas marchan mal, se apresura demasiado para decir lo que piensa a los que están equivocados, y no siempre usa las palabras más apropiadas para la ocasión. A veces ofende tanto a los pacientes que ellos lo odian y dejan el Instituto con sentimientos negativos, en detrimento de ellos mismos y del Instituto. Raramente hace algún bien hablar en una forma crítica a pacientes que están enfermos del cuerpo y de la mente. Pero pocos de los que han actuado en la sociedad del mundo y que ven las cosas desde un punto de vista mundano, están preparados para oír una declaración de hechos referente a ellos mismos y presentadas en su presencia. Ni siquiera la verdad debe hablarse en todo tiempo. Hay tiempos y oportunidades convenientes para hablar, cuando las palabras no ofenderán. Los médicos no debieran trabajar en exceso y tener debilitado su sistema nervioso, porque esta condición del cuerpo no será favorable para tener mentes serenas, nervios firmes, y un espíritu alegre y feliz. El Dr. B ha estado confinado demasiado fijamente al Instituto. Debería haber tenido un cambio. Necesita salir de Battle Creek ocasionalmente y descansar y hacer visitas no siempre profesionales, sino visitar donde pueda estar despreocupado y donde su mente no esté ansiosa respecto a los enfermos.3TPI 201.3

    Debiera acordarse a todos los médicos el privilegio de alejarse ocasionalmente del Instituto de Salud, especialmente a aquellos que llevan cargas y responsabilidades. Si hay una escasez tal de ayuda que esto no pueda hacerse, se debería conseguir más ayuda. Tener médicos que trabajen en exceso y que de ese modo se descalifiquen para cumplir los deberes de su profesión, es algo que debe temerse. De ser posible esto debiera evitarse, porque su influencia es contraria a los intereses del Instituto. Los médicos debieran mantenerse sanos. No tienen que enfermarse por exceso de trabajo ni por cualquier imprudencia de su parte.3TPI 202.1

    Se me mostró que el Dr. B se desanima demasiado fácilmente. Siempre surgirán cosas para fastidiar, confundir y probar la paciencia de médicos y ayudantes. Deben estar preparados para esto y no alterarse o perder el equilibrio. Deben mantener la calma y ser amables no importa lo que pueda ocurrir. Están ejerciendo una influencia que será reproducida por los pacientes en otros Estados y que recaerá nuevamente sobre el Instituto de Salud para bien o para mal. Siempre debieran considerar que están tratando con hombres y mujeres de mentes enfermas, que frecuentemente ven las cosas en una luz pervertida y sin embargo están seguros de que entienden las cosas perfectamente. Los médicos debieran comprender que la blanda respuesta quita la ira. Deben usarse normas en una institución donde se trata con enfermos, a fin de controlar exitosamente las mentes enfermas y beneficiar a los dolientes. Si los médicos pueden permanecer en calma en medio de una tempestad de palabras desconsideradas y apasionadas, si pueden gobernar su espíritu cuando son provocados y abusados, ciertamente son vencedores. “Mejor es... el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”. Proverbios 16:32. Someter el yo y colocar las pasiones bajo el control de la voluntad, es la conquista más grande que los hombres y las mujeres pueden lograr.3TPI 202.2

    El Dr. B no es ciego a la naturaleza de su temperamento peculiar. Ve sus deficiencias, y cuando siente la presión sobre sí está dispuesto a batirse en retirada y dar la espalda al campo de batalla. Pero no ganará nada siguiendo este curso de conducta. Está situado donde su ambiente y la presión de las circunstancias están desarrollando puntos fuertes en su carácter, puntos de los cuales necesita eliminarse la aspereza, para que pueda llegar a ser refinado y noble. El hecho de que él huya de la discusión no quitará los defectos de su carácter. Si huyera del Instituto, no eliminaría o vencería los defectos de su carácter. Tiene ante sí el trabajo de vencer esos defectos si desea estar entre el número de los que se hallarán sin falta ante el trono de Dios, habiendo pasado por gran tribulación, y habiendo lavado sus mantos del carácter y habiéndolos emblanquecido en la sangre del Cordero. Se ha hecho la provisión para que los lavemos. Se ha preparado la fuente a un costo infinito, y la responsabilidad de lavar descansa sobre nosotros, que somos imperfectos ante Dios. El Señor no se propone quitar estas manchas de contaminación sin que no hagamos nada de nuestra parte. Debemos lavar nuestros mantos en la sangre del Cordero. Debemos aferrarnos por fe a los méritos de la sangre de Cristo, y mediante su poder y su gracia podemos tener la fuerza para vencer nuestros errores, nuestros pecados, nuestras imperfecciones de carácter, y salir victoriosos, habiendo lavado nuestras ropas en la sangre del Cordero.3TPI 203.1

    El Dr. B debiera tratar de ampliar diariamente su cúmulo de conocimiento y cultivar modales corteses y refinados. En sus charlas en el salón [del sanatorio] se siente demasiado inclinado a descender a un nivel bajo, lo cual no ejerce una influencia elevadora. Debiera recordar que está asociado con toda clase de mentes y que las impresiones que él dé se extenderán a otros lugares del país y se reflejarán sobre el Instituto. Tratar con hombres y mujeres cuyas mentes y cuerpos están enfermos es una obra delicada. Los médicos del Instituto necesitan gran sabiduría a fin de curar el cuerpo mediante la mente. Pero pocos comprenden el poder que la mente tiene sobre el cuerpo. Gran parte de las enfermedades que afligen a la humanidad se originan en la mente y sólo pueden curarse restaurando la mente a la salud. Hay muchos más que los que nos imaginamos que están enfermos mentalmente. La enfermedad del corazón crea muchos dispépticos, porque los problemas mentales tienen una influencia paralizante sobre los órganos digestivos.3TPI 204.1

    A fin de alcanzar a esta clase de pacientes, el médico debe tener discernimiento, paciencia, bondad y amor. Un corazón resentido, enfermo, una mente desanimada, necesita un tratamiento suave, y esta clase de mentes puede ser sanada por medio de una compasiva solidaridad. Los médicos primero deberían ganar la confianza de ellos, y luego señalarles al Médico que todo lo sana. Si sus mentes pueden ser dirigidas al Portador de las cargas, y pueden tener fe de que él se interesará en ellos, la curación de sus cuerpos y mentes será segura.3TPI 204.2

    Otras instituciones de salud están mirando con una actitud celosa al Instituto de Salud en Battle Creek. Ellos trabajan desde el punto de vista mundano, mientras que los gerentes del Instituto de Salud trabajan desde un punto de vista religioso, reconociendo a Dios como su propietario. No trabajan egoístamente sólo en busca de recursos, sino por causa de Cristo y de la humanidad. Están tratando de beneficiar a la humanidad sufriente, sanar la mente enferma como también el cuerpo sufriente, dirigiendo a los dolientes a Cristo, el Amigo del pecador. No descartan la religión, sino que confían en Dios y dependen de él. Los enfermos son dirigidos a Jesús. Después que los médicos han hecho lo que pueden a favor del enfermo, piden a Dios que obre a través de sus esfuerzos y restaure la salud de los enfermos sufrientes. Esto es lo que Dios ha hecho en algunos casos en respuesta a la oración de fe. Y esto es lo que continuarán haciendo si son fieles y confían en él. El Instituto de Salud será un éxito porque Dios lo sostiene. Y si sus bendiciones acompañan al Instituto, prosperará y será el medio para realizar una gran medida de bien. Otras instituciones son conscientes de que en nuestro Instituto existe una elevada norma de influencia moral y religiosa. Ven que sus dirigentes no son movidos por principios egoístas y mundanos, y que son celosos respecto a su influencia controladora y guiadora.3TPI 204.3

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