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    Capítulo 23

    Caída del Imperio Otomano en agosto de 1840 – Paso del segundo ay pronto – Lapso para proclamar el Mensaje del Primer Ángel, Apocalipsis 14:6, 7 – Conferencias – Pruebas al dejar la iglesia – Sociedades de reforma moral – Conferencia de Boston en 1842 – Diagramas de 1843 – Primera reunión campestre – Reuniones campestres en el verano y el otoño de 1842 –En Littleton, Massachusetts, en agosto – en Taunton, Massachusetts, en septiembre – en Salem, Massachusetts, en octubre – Poder y obra del mensaje del Primer Ángel

    El capítulo veintidós terminó con la Conferencia en la ciudad de Lowell, Massachusetts. La historia de la caída de la supremacía Otomana se encontrará en Prophetic Expositions [Exposiciones proféticas], t. ii, págs. 181-200. En las páginas 198 y 199 está el resumen de su argumento concluyente, mostrando cuán claramente la profecía de Apocalipsis 9:13 al 15 se cumplió el 11 de agosto de 1840. En las páginas 189 y 190 se encontrará el confiable testimonio de un testigo presencial, que afirma hechos para probar el mismo punto, aparentemente sin el conocimiento de la profecía, o de la exposición de Litch. Aquí está:AJB 199.1

    “Lo siguiente es del Rev. Sr. Goodell, misionero de la Junta Americana en Constantinopla, dirigido a la Junta, y publicado por ella en el Missionary Herald, para abril de 1841, p. 160.AJB 199.2

    “El poder del Islam se quebró para siempre, y no se esconde el hecho ni siquiera para ellos. Existen ahora por mera tolerancia. Y aunque hay un tremendo esfuerzo de los gobiernos cristianos para sostenerlos, no obstante a cada paso se hunden más y más con una velocidad aterradora. Y aunque hay una gran gestión para injertar las instituciones de los países civilizados y cristianos sobre el tronco descompuesto, no obstante la raíz misma se está deteriorando por la ponzoña de su propio veneno. Cuán maravilloso es que, cuando toda la cristiandad se combinó para frenar el progreso del poder musulmán, éste creció extraordinariamente a pesar de toda la oposición; y ahora aunque todos los poderosos potentados de la Europa Cristiana, que se sienten plenamente competentes para resolver todos los conflictos, y arreglar los asuntos de todo el mundo, están ligados para su protección y defensa, se viene abajo, a pesar de todo su cuidado protector”.AJB 199.3

    Estos hechos asombrosos demuestran que la profecía del sonido de la trompeta del sexto ángel por trescientos noventa y un años y quince días, terminó el 11 de agosto de 1840, y al mismo tiempo pasó el segundo ay, y he aquí el tercero viene pronto.AJB 200.1

    Note, este breve espacio de tiempo llamado “pronto”, es todo el período de tiempo desde que pasó el segundo ay y el sexto ángel, hasta el comienzo del tercer ay, y el sonido de la trompeta del séptimo ángel. Este espacio llamado pronto, define el tiempo para anunciar a toda nación y tribu y lengua y pueblo que Cristo viene, por la proclamación del mensaje del ángel de Apocalipsis 14:6, 7. Esto está en armonía con el testimonio del Salvador. Mateo 24:3, 14.AJB 200.2

    No es maravilla, entonces, que los que habían esperado con intensa ansiedad la caída de la Supremacía Otomana, vieran con tal claridad que el tiempo había llegado para que un grupo de personas proclamase el mensaje en cuestión desde entonces hasta el fin de los períodos proféticos de la visión de Daniel. Y que el tiempo había llegado para que este mensaje fuera a toda nación, queda también demostrado por la convocación de una Conferencia del segundo advenimiento a realizarse en Boston, por el tiempo en que el imperio Otomano perdió su supremacía, y muchas semanas antes de que la noticia de su caída hubiera llegado a los Estados Unidos. Al final de esa Conferencia, que se reunió unas pocas semanas después de su convocación, en octubre de 1840, un discurso de la conferencia proponiendo sus ideas respecto del segundo advenimiento de nuestro Señor, se envió al mundo, y de allí en adelante la obra continuó hasta que el mensaje terminó en el otoño de 1844.AJB 200.3

    Aunque la oposición desde diversos lugares se manifestó ahora, no obstante, la causa aumentaba a cada hora. En octubre de 1841, se realizó la tercera Conferencia en Portland, Maine, que dio un nuevo impulso a la causa en esa sección del país. Se realizaron conferencias en otros lugares durante el invierno, específicamente en la ciudad de Nueva York, Connecticut, New Hampshire y Vermont. A comienzos de la primavera de este año los pastores Himes y Fitch dirigieron una Conferencia en Providence, R. I. Aquí, por primera vez, llegué a conocer al Hno. Fitch. Su clara exposición de las profecías relacionadas con la segunda venida de nuestro Señor, fue escuchada con profundo interés. En conexión con el Pr. Himes, su predicación afectó profundamente los corazones de la gente y muchos profesaron una fe fuerte en la próxima venida de Cristo.AJB 200.4

    Era realmente maravilloso saber cuán rápidamente los profesos cristianos podían creer las evidencias de la pronta venida a partir de las enseñanzas de la Biblia y la historia, y luego mostrarse incrédulos basados en no otra autoridad que una burla, una risotada, o “¿cómo lo saben? Nadie sabe nada acerca de ello”, etc. Algunos de mis hermanos de la iglesia Cristiana en la calle Washington, también comenzaron a perder su fe en el advenimiento, y me decían a veces al terminar nuestras “reuniones sociales”: “Hno. Bates, desearíamos que no hablara tanto acerca de la segunda venida de Cristo”. “¿Por qué?”, les decía yo, “¿no creen que es tan cierto ahora como cuando el Hno. Miller lo predicaba aquí el año pasado, y ustedes creyeron?” “Bueno, nosotros creemos que Cristo va a venir, pero nadie sabe cuándo. El Hno. Miller nos enseñó que sería por 1843. Pero no creemos eso. Nos gusta escucharlo a usted exhortando y orando, pero no nos gusta oírle hablar tanto acerca de la segunda venida de Cristo, y del tiempo”.AJB 201.1

    Por este tiempo la iglesia eligió un pastor, que fue una fuente de graves pruebas para aquellos que estaban más profundamente interesados en el movimiento del advenimiento. Varios de estos interesados buscaron y consiguieron que se les diera de baja como miembros. Yo continué en profundas pruebas en ese punto por varias semanas, esperando un cambio para mejor. Busqué al Señor pidiendo luz sobre este asunto, y lo que se me indicó fue que me retirara en silencio para quedar libre. Así lo hice, y notifiqué a los miembros de la junta directiva de la casa de reuniones, que estaba listo para disponer de mis intereses en el edificio en favor de ellos. Ellos rechazaron mi oferta, lo que me dejó en libertad para venderlos públicamente, lo que hice con bastante pérdida. Ahora estaba aliviado de unos doce años de responsabilidades y cuidados, en ayudar a edificar y sostener una iglesia libre, que tomara la Biblia como su única regla de fe y práctica.AJB 201.2

    Cuatro de nosotros, miembros de la iglesia, nos habíamos unidos y edificado la casa de reuniones a un costo de más de nueve mil dólares, casi tres cuartos de los cuales nos pertenecían a nosotros en el momento en que me retiré. Algunos de mis buenos amigos que estaban ocupados en las causas de la temperancia y la abolición, llegaron a saber por qué yo no podía asistir a las reuniones fijadas como lo hacía antes, y alegaban que mi creencia en la venida del Salvado me debería aumentar mi fervor en la lucha para suprimir esos crecientes males. Mi respuesta fue que al abrazar la doctrina de la segunda venida del Salvador, encontraba lo suficiente para ocupar todo mi tiempo en prepararme para ese evento, y ayudar a otros a estar listo para ese evento, y que todos los que abrazaran esta doctrina serían necesariamente defensores de la temperancia y la abolición de la esclavitud, y que los que se oponían a la doctrina de la segunda venida no podían ser obreros efectivos en la reforma moral. Y además, yo no podía ver que fuera mi deber dejar una obra tan grande para laborar solos como habíamos hecho, cuando se podía lograr mucho más al trabajar en la fuente misma, y enderezar todo camino como debe hacerse, para la venida del Señor.AJB 201.3

    En mayo de 1842, se convocó una Conferencia General en Boston, Massachusetts. En la apertura de esta reunión, el Hno. Charles Fitch y Apollos Hale, de Haverhill, presentaron las profecías de Daniel y de Juan en forma gráfica¸ que ellos habían pintado sobre tela, con los números proféticos, mostrando su cumplimiento. El Hno. Fitch, al explicar las profecías por medio de estos carteles ante la Conferencia, dijo que al examinar estas profecías, había pensado que si podía producir algo del tipo de lo que aquí se presentaba, se simplificaría mucho el tema, y le resultaría más fácil presentarlo a una audiencia. Aquí había más luz sobre nuestro sendero. Estos hermanos habían estado haciendo lo que el Señor le había mostrado a Habacuc en su visión 2.468 años antes, al decir: “Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ellas. Aunque la visión tardará aún por un tiempo”. Habacuc 2:2, 3.AJB 202.1

    Después de alguna discusión sobre el tema, se votó unánimemente hacer que litografiaran trescientos carteles similares a éste, lo que pronto se hizo. Fueron llamados “los diagramas del 43”. Esta fue una Conferencia muy importante. Se designó entonces una reunión campestre que se realizaría en la última semana de junio, en East Kingston, New Hampshire, donde se congregó una inmensa muchedumbre para escuchar las buenas y alegres nuevas de la venida de nuestro bendito Señor. No tuve el placer de asistir a esta reunión, pero oí los informes muy entusiastas sobre lo que se logró allí. Las conferencias y reuniones campestres se multiplicaban por todos los Estados del centro y del norte, y en Canadá, y los mensajeros proclamaban en el lenguaje del mensaje: “¡LA HORA DE SU JUICIO HA LLEGADO!”AJB 202.2

    Durante el mes de agosto de 1842, una reunión campestre del segundo advenimiento se realizó en Littleton, Massachusetts. Esta fue la primera reunión campestre a la que asistí. Era una cosa novedosa ver tal variedad de carpas levantadas alrededor de la plataforma del ministro, entre los altos árboles de sombra. Al iniciar la reunión, supimos que los que ocupaban las tiendas eran familias de diversos pueblos de la vecindad del campamento, y de la ciudad de Lowell, que estaban interesados en la doctrina del advenimiento.AJB 202.3

    El tema de las profecías, conectado con la segunda venida de nuestro bendito Señor y Salvador, era el tema de los ministros y la gente. Todos, excepto una turba que vino para interrumpir la reunión, parecían profundamente interesados; y éstos al saber de la naturaleza de la reunión, dejaron de molestarnos, y la paz, la armonía y el amor prevalecieron durante toda la reunión.AJB 203.1

    En septiembre, el mes siguiente, otra reunión campestre se realizó en la parte sur de Massachusetts, en el pueblo de Taunton en un hermoso bosque de pinos muy altos, junto al ferrocarril entre Boston y New Bedford, Massachusetts, y Providence, R. I. Esta reunión fue de profundo interés para la causa del advenimiento, y abrió el camino para que decenas de miles asistieran y oyeran la proclamación de un Salvador por venir. Los carros, yendo y viniendo a estas ciudades dos veces por día, traían a la gente en multitudes al lugar del campamento. Un gran número de ministros asistió. El Pr. Josiah Litch dirigió esta reunión, la que duró casi una semana. En una de nuestras reuniones de oración matutinas, cuando se hizo la invitación para que pasaran adelante los que deseaban que se orara por ellos, se cuenta que entre los compungidos había unos treinta ministros que se postraron, algunos de ellos, sobre sus rostros buscando la misericordia de Dios, y una preparación para encontrar a su Señor en su venida. La predicación era tan clara, y acompañada con tanto poder del Espíritu Santo, que parecía un pecado expresar dudas.AJB 203.2

    Durante esta reunión, el Pr. Millard, en camino a casa de un viaje a Palestina, se detuvo en el campamento. El Pr. Litch le hizo una cantidad de preguntas frente a la congregación, en relación con su misión: lo que había aprendido mientras estuvo en el extranjero en ese país, respecto de la doctrina de la segunda venida. Él contestó que allí era conocida y de ella se hablaba. Esta información era confiable y muy agradable. Habíamos creído, pero esta era información de lugares lejanos que mostraba que el mensaje del ángel estaba cruzando tierras y mares para ir a cada nación, tribu, lengua y pueblo. El domingo, se cree que había diez mil personas presentes en el campamento. La predicación clara, importante y solemne de la segunda venida de Cristo, y las oraciones fervientes y los nuevos himnos de la segunda venida cantados con entusiasmo, acompañados por el Espíritu del Dios vivo, estremecían de tal modo todo el campamento, que muchos prorrumpían en gritos de alegría.AJB 203.3

    Mientras la comisión se movía entre la congregación, recibiendo contribuciones para solventar los gastos de la reunión algunas de las hermanas comenzaron a sacarse los aretes, los anillos de sus dedos, y otras joyas, ejemplo que siguieron muchos otros; y todo se añadía a la contribución. Basado en esto pronto circuló un informe de que en la reunión campestre de Taunton se había realizado una colecta que llenó ¡tres barriles de harina de joyas! La comisión organizadora anticipando que este informe estuviera equivocado, despachó a uno de sus miembros en el primer tren a New Bedford, instruyéndolo que vendiera todas esas joyas por dinero efectivo. Así lo hizo, y regresó con ¡siete dólares! Consideramos esto como unas seis veces menos que lo que debió haberse conseguido, porque esto equivalía apenas a un medio litro [de joyas]. Esto estaba en armonía con muchos otros informes falsos de las reuniones del segundo advenimiento en los diversos pueblos y vecindarios de esa región del país.AJB 203.4

    En unas cuatro semanas comenzó otra reunión campestre a unos cinco kilómetros [tres millas] detrás de la ciudad de Salem, Massachusetts. Esta sobrepasó a cualquier reunión por el interés y la cantidad de asistentes en la que alguna vez participé. El Pr. Joshua V. Himes era el encargado, y levantó su gran tienda allí, que se decía que tenía capacidad para siete mil personas. Al acercarse a esta reunión desde la ciudad de Salem, las calles principales, las encrucijadas, los caminos y senderos, parecían casi totalmente atestados y trabados con carruajes llenos de personas, además de la multitud de personas a pie, todos apiñados en medio del polvo espeso y sofocante, en dirección al campamento. Aquí en la pradera cercada de piedra, interrumpida con rocas altas y ásperas, grupos de arbustos y árboles dispersos, limitados por bosques en dos lados, agua en otro, la ciudad de Salem a la distancia en otra dirección, había numerosas carpas levantadas para la gran reunión. La carpa grande sobresalía sobre todas como un faro, señalando hacia el anhelado puerto de los marineros, invitando a la multitud apretujada a que entrara y escuchara a los mensajeros de Dios que proclamaban con voz estentórea la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.AJB 204.1

    Las predicaciones versaban sobre las grandes doctrinas que conducen al segundo advenimiento. Los ministros y la gente escuchaban con profunda atención, deseando saber si estas cosas eran así, y qué hacer para estar preparados para ese día. Los ministros presentes que predicaron fueron los pastores Himes, Litch, Fitch, Hale, Plumer, Cole y muchos otros. Tan ansiosa estaba la gente por escuchar sobre este gran tema, que los que no podían acomodarse bajo la gran tienda, podían verse a la distancia, congregados bajos los árboles y arboledas, escuchando a ministros escogidos, que explicaban del diagrama ’43, atado a los árboles.AJB 204.2

    Cuando concluían las reuniones de predicación, comenzaban las reuniones de oración y círculos de oración en favor de los no conversos. Las noches se dedicaban especialmente a esta parte de la obra. Almas ansiosas que llegaban a estar completamente convencidas al escuchar la verdad, buscaban y hallaban alivio en estos círculos de oración. Algunas veces, después de escuchar las oraciones unidas y fervientes, seguían gritos de victoria, y luego muchos corrían hacia las carpas para saber quién se había convertido, y escuchar de ellos lo que Jesús había hecho por ellos, y cómo amaban su aparición. Y aquellos que deseaban ver el progreso de esta obra de Dios, podían unirse con los grupos de hombres y mujeres con sus ministros selectos bajando hacia el lado del campamento bordeado por agua, y allí, en armonía con su fe, y en obediencia a quien los había liberado del pecado, verlos sepultados con él en el bautismo, y según regresaban [al campamento] regocijados, encontrarse con otros que iban a ser sepultados de la misma manera.AJB 205.1

    El Hno. Miller, con otros, estaba asistiendo a conferencias y reuniones campestres en otros Estados, y sus compromisos eran tales que no sentía el deber de estar presente en ninguna de estas reuniones en Massachusetts que he mencionado. El Pr. Cole, al hablar de su última reunión, en la plataforma para los ministros, dijo: “Anoche, prediqué en la capilla en Merideth, New Hampshire, a una casa llena, y la gente estaba tan absorta en el tema de la venida de Cristo, que permanecieron sobre sus rodillas después que concluí la reunión, de modo que buscar salida pasando por sobre sus cabezas, para salir del salón a tiempo para conseguir mi pasaje a la reunión campestre de Salem, y cuando conseguí salir, la gente en el patio también estaba sobre sus rodillas, y tuve que seguir, obligado a dejarlos”.AJB 205.2

    Mientras el tren de vagones venía de Newburyport, New Hampshire, a Boston, el Hno. Litch había llegado a un punto en su discurso con respecto a la profecía de Nahum, sobre cómo “los carros se precipitarán a las plazas, con estruendo rodarán por las calles; su aspecto será como antorchas encendidas, correrán como relámpagos”, él exclamó: “¿No los oyen?” Sí, los oímos; porque estaban pasando junto a nosotros como un rayo de luz hacia la estación en Salem. El momento y la manera en que demostró a su audiencia el cumplimiento de esta profecía, y hacernos sentir más claramente que habíamos entrado en el día de preparación para Dios, produjo una sensación emocionante en el campamento.AJB 205.3

    El domingo se estimó que había quince mil personas en el campamento. Aquí el Hno. Fitch se despidió de sus hermanos y comenzó a viajar hacia el oeste, para esparcir las alegres noticias de un Salvador que viene. Dos hermanos en el ministerio también comenzaron por este tiempo a predicar la segunda venida de Cristo en Inglaterra. Esta reunión dio un ímpetu a la causa que fue amplio y duradero. Cuando se dispersó el campamento, una multitud acudió a la estación de Salem para conseguir sus pasajes a Boston y sus alrededores. Algún accidente ocurrido a los trenes de Newburyport, nos retuvieron en la estación de Salem por unas dos horas. Aquí nuestro grupo comenzó a cantar himnos del advenimiento, y llegó a estar tan animado y profundamente comprometido que la gente de la ciudad vino en multitudes, y parecían escuchar con atención estupefacta, hasta que vinieron los vagones y la escena cambió. El Pr. S. Hawley, un predicador congregacionalista que confesó su fe en la doctrina del advenimiento por este tiempo, fue invitado a predicar sobre el tema en la ciudad de Salem, el domingo. Al atender este compromiso unas pocas semanas después, informó que el entusiasmo allí sobre el tema fue intenso. Se calcula que tuvo siete mil oyentes.AJB 205.4

    Las publicaciones del segundo advenimiento ahora se multiplicaban, y por medio de los diarios era asombroso descubrir con qué rapidez esta gloriosa doctrina se estaba proclamando por todo el largo y el ancho de la Unión y en Canadá. La gente en diversos Estados, condados, ciudades, pueblos, y villorrios eran estimulados a escuchar las alegres nuevas.AJB 206.1

    E Pr. E. R. Pinney, de Nueva York, en su exposición de Mateo xxiv, dice: “Ya en 1842, las publicaciones del segundo advenimiento había sido enviadas a cada estación misionera en Europa, Asia, África, América, y a ambos lados de los Montes Rocallosos”.AJB 206.2

    Como ninguna obra de Dios había alguna vez estimulado a las naciones de la tierra de una manera tan poderosa y repentina desde la primera venida del Salvador y el día de Pentecostés, la evidencia era poderosa y prevalente de que esta obra estaba cumpliendo la profecía del ángel que volaba “en medio del cielo… que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria porque la hora de su juicio ha llegado”.AJB 206.3

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