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Consejos para la Iglesia

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    Satanás no puede entrar en la mente sin nuestro consentimiento

    Dios proveyó para que no seamos tentados más allá de lo que podamos soportar, y para toda tentación preparará una salida. Si vivimos totalmente para Dios, no permitiremos que nuestra mente se entregue a imaginaciones egoístas.CPI 296.4

    Si de alguna manera Satanás puede obtener acceso a la mente, sembrará su cizaña y la hará crecer al punto de producir una cosecha abundante. En ningún caso puede Satanás dominar los pensamientos, palabras y actos, a menos que voluntariamente le abramos la puerta y le invitemos a pasar. Entrará entonces y, arrebatando la buena semilla del corazón, anulará el efecto de la verdad.CPI 297.1

    Es peligroso detenerse para contemplar las ventajas de ceder a las sugestiones de Satanás. El pecado significa deshonra y ruina para toda alma que se entrega a él; pero es de naturaleza tal que ciega y engaña; y nos tentará con presentaciones lisonjeras. Si nos aventuramos en el terreno de Satanás, no hay seguridad de que seremos protegidos contra su poder. En cuanto sea posible, debemos cerrar todas las puertas por las cuales el tentador podría llegar hasta nosotros.CPI 297.2

    Todo cristiano debe estar constantemente en guardia y velar sobre toda avenida del alma por la cual Satanás pudiera hallar acceso. Debe orar por el auxilio divino y al mismo tiempo resistir resueltamente toda inclinación a pecar. Con valor, fe y esfuerzo perseverante, puede vencer. Recuerde, sin embargo, que a fin de que obtenga la victoria Cristo debe morar en él y él en Cristo.CPI 297.3

    Debemos hacer todo lo que podamos para colocarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos donde no veremos la iniquidad que se práctica en el mundo. Debemos guardar cuidadosamente la visión de nuestros ojos y la percepción de nuestros oídos para que esas cosas espantosas no penetren en nuestra mente.CPI 297.4

    No procure saber cuán cerca del precipicio puede andar sin caer en él. Evite la primera aproximación al peligro. No se puede jugar con los intereses del alma. Su capital es su carácter. Aprécielo como si fuera un áureo tesoro. La pureza moral, el respeto propio, un gran poder de resistencia, son cosas que deben retenerse firme y constantemente. No debe haber una sola desviación de la reserva, pues un solo acto de familiaridad, una sola indiscreción, puede exponer el alma a la perdición al abrir la puerta a la tentación y debilitar el poder de resistencia.1El hogar adventista (1894), 364-367.CPI 297.5

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