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Consejos para la Iglesia

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    Asegura el amor de Dios mientras puedes

    Mis pensamientos se remontan al fiel Abrahán, quien, en obediencia a la orden divina que le fuera dada en visión nocturna en Beerseba, prosigue su viaje junto con Isaac. Ve delante de sí la montaña que Dios le ha prometido señalar como lugar donde debe ofrecer su sacrificio. Isaac queda atado por las manos temblorosas y amantes de su padre compasivo, porque Dios lo ha dicho. El hijo se somete al sacrificio, porque cree en la integridad de su padre. Pero, cuando está listo, cuando la fe del padre y la sumisión del hijo han sido plenamente probadas, el ángel de Dios detiene la mano alzada de Abrahán que está por matar a su hijo, y le dice que basta. “Conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”. Génesis 22:12.CPI 334.2

    Este acto de fe de Abrahán ha sido registrado para nuestro beneficio. Nos enseña la gran lección de confiar en los requerimientos de Dios, por severos y crueles que parezcan; y enseña a los hijos a someterse enteramente a sus padres y a Dios. Por la obediencia de Abrahán se nos enseña que nada es demasiado precioso para darlo a Dios.CPI 335.1

    Dios entregó a su Hijo a una vida de humillación, pobreza, trabajo, odio, y a la muerte agonizante de la crucifixión. Pero no había ningún ángel que comunicase el gozoso mensaje: “Basta; no necesitas morir, mi muy amado Hijo”. Legiones de ángeles aguardaban tristemente, esperando que, como en el caso de Isaac, Dios impidiera en el último momento su muerte ignominiosa. Pero no se les permitió a los ángeles llevar un mensaje tal al amado Hijo de Dios. La humillación que sufrió en el tribunal y en el camino al Calvario, prosiguió. Fue escarnecido, ridiculizado, escupido. Soportó las burlas, los desafíos y el vilipendio de los que le odiaban, hasta que en la cruz doblegó su frente y murió.CPI 335.2

    ¿Podría Dios habernos dado prueba mayor de su amor que al dar así a su Hijo para que pasase por estas escenas de sufrimiento? Y como el don de Dios al hombre fue el don gratuito de su amor infinito, así sus derechos a nuestra confianza, nuestra obediencia, todo nuestro corazón y la riqueza de nuestros afectos, son correspondientemente infinitos. Requiere todo lo que el hombre puede dar. La sumisión de nuestra parte debe ser proporcional al don de Dios. Debe ser completa, sin ninguna reserva. Todos somos deudores de Dios. El tiene sobre nosotros derechos que no podemos satisfacer sin entregarnos en sacrificio pleno y de buen grado. Exige nuestra obediencia pronta y voluntaria, y no aceptará nada que no llegue a esto. Tenemos ahora oportunidad de asegurarnos el amor y el favor de Dios. Este puede ser el último año de vida de algunos de los que leen esto. ¿Hay, entre los jóvenes que leen esta súplica, quienes prefieran los placeres de este mundo a la paz que Cristo da a quien busca fervientemente su voluntad y la hace alegremente?6Joyas de los Testimonios 1:352-354.CPI 335.3

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