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Consejos para la Iglesia

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    Capítulo 36—La disciplina y la educación apropiada de nuestros hijos

    Prevalece en el mundo la tendencia a dejar a los jóvenes seguir la inclinación natural de su propia mente. Y los padres dicen que si los jóvenes son muy desenfrenados en su adolescencia se corregirán más tarde, y que cuando tengan dieciséis o dieciocho años razonarán por su cuenta, abandonarán sus malos hábitos y llegarán por fin a ser hombres y mujeres útiles. ¡Qué error! Durante años permiten que el enemigo siembre en el jardín del corazón; permiten que se desarrollen en él malos principios, y en muchos casos todo el trabajo que se haga para cultivar ese terreno no servirá para nada.CPI 340.1

    Satanás trabaja con astucia y perseverancia y es un enemigo mortífero. Cuando quiera que se pronuncie una palabra descuidada para perjuicio de la juventud, sea en adulación o para hacerle considerar un pecado con menos aborrecimiento, Satanás se aprovecha de ello y alimenta la mala semilla, a fin de que pueda arraigar y producir abundante cosecha. Algunos padres han dejado a sus hijos adquirir malas costumbres, cuyos rastros podrán verse a través de toda la vida. Los padres son responsables de este pecado. Esos hijos pueden profesar ser cristianos, pero sin una obra especial de la gracia en el corazón y una reforma cabal en la vida, sus malas costumbres pasadas se advertirán en toda su experiencia y manifestarán precisamente el carácter que sus padres les permitieron adquirir.1Joyas de los Testimonios 1:153, 154.CPI 340.2

    Los padres deben gobernar a sus hijos, corregir sus acciones y subyugarlos, o Dios destruirá seguramente a sus hijos en el día de su gran ira; y los padres que no hayan dominado a sus hijos no quedarán sin culpa. De manera especial, deben los siervos de Dios gobernar sus propias familias y mantenerlas en buena sujeción. Vi que no están preparados para juzgar o decidir asuntos de la iglesia, a menos que puedan gobernar bien su propia casa. Primero deben poner orden en su casa, y luego su juicio e influencia pesarán en la iglesia.2Joyas de los Testimonios 1:28.CPI 341.1

    A cada hijo e hija debe pedírsele cuenta si se ausenta de la casa de noche. Los padres deben saber en qué compañía se hallan sus hijos, y en casa de quién pasan sus veladas.3El hogar adventista (1894), 425.CPI 341.2

    La filosofía humana no ha descubierto más de lo que Dios sabe ni ha ideado en lo que respecta a actuar con los niños, ni un plan más sabio que el dado por nuestro Señor. ¿Quién puede comprender todas las necesidades de los niños mejor que su Creador? ¿Quién puede interesarse más hondamente en su bienestar que Aquel que los compró con su propia sangre? Si la Palabra de Dios fuese estudiada cuidadosamente y obedecida con fidelidad, habría menos angustia en el alma de los padres por la conducta perversa de hijos malvados.CPI 341.3

    Los niños tienen derechos que sus padres deben reconocer y respetar. Tienen derecho a recibir una educación y preparación que los hará miembros útiles de la sociedad, respetados y amados aquí, y les dará idoneidad moral para la sociedad de los santos y puros en la vida venidera. Debe enseñarse a los jóvenes que su bienestar presente y futuro depende en gran medida de los hábitos que adquieran en la niñez y la juventud.4El hogar adventista (1894), 275, 276.CPI 342.1

    Hombres y mujeres que profesan reverenciar la Biblia y seguir sus enseñanzas, dejan de cumplir en muchos respectos lo que ella exige. En la educación de los niños siguen su propia naturaleza perversa más bien que la revelada voluntad de Dios. Este descuido del deber entraña la pérdida de millares de almas. La Biblia traza reglas para la correcta disciplina de los niños. Si los hombres siguiesen estos requerimientos de Dios, veríamos hoy aparecer en el escenario de acción una clase de jóvenes muy diferente. Pero los padres que profesan creer la Biblia y seguirla, obran de una manera directamente contraria a sus enseñanzas. Oímos el clamor de tristeza y angustia de parte de padres y madres, que lamentan la conducta de sus hijos sin darse cuenta de que ellos están trayendo esa tristeza y angustia sobre sí mismos y arruinando a sus hijos por su erróneo cariño. No se percatan de las responsabilidades que Dios les dio en cuanto a inculcar en sus hijos hábitos correctos desde la infancia.5Joyas de los Testimonios 1:513.CPI 342.2

    Los hijos cristianos preferirán el amor y la aprobación de sus padres temerosos de Dios a toda bendición terrenal. Amarán y honrarán a sus padres. Hacer a sus padres felices debe ser una de las grandes preocupaciones de su vida. En esta era de rebelión, los hijos no han recibido la debida instrucción y disciplina y tienen poca conciencia de sus obligaciones hacia sus padres. Sucede a menudo que cuanto más hacen sus padres por ellos, tanto más ingratos son, y menos los respetan.CPI 342.3

    En gran medida, los padres tienen en sus propias manos la felicidad futura de sus hijos. A ellos les incumbe la obra importante de formar el carácter de estos hijos. Las instrucciones que les dieron en la niñez los seguirán durante toda la vida. Los padres siembran la semilla que brotará y dará fruto para bien o mal. Pueden hacer a sus hijos idóneos para la felicidad o para la desgracia.6Joyas de los Testimonios 1:142, 143.CPI 343.1

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