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Consejos para la Iglesia

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    Capítulo 57—Nuestras relaciones con las autoridades civiles y con las leyes

    El apóstol delineó claramente cuál debía ser la actitud de los creyentes hacia las autoridades civiles: “Someteos a toda institución humana, ya sea al rey como superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey”. 1 Pedro 2:13-17.1Los Hechos de los Apóstoles, 430, 431.CPI 571.1

    Ciertos hombres han sido colocados sobre nosotros para gobernarnos, y hay leyes que rigen al pueblo. Si no fuera por estas leyes, la condición del mundo sería peor que la actual. Algunas de estas leyes son buenas y otras malas. Las últimas han estado aumentando, y aun hemos de vernos en dificultades. Pero Dios sostendrá a su pueblo para que se mantenga firme y viva de acuerdo con los principios de su Palabra.2Joyas de los Testimonios 1:73.CPI 571.2

    Vi que en cada caso es nuestro deber obedecer las leyes de nuestro país, a menos que estén en conflicto con la ley superior que Dios pronunció con voz audible desde el Sinaí, y que grabó luego en piedra con su propio dedo. “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”. Jeremías 31:33. El que tiene la ley de Dios escrita en el corazón obedecerá a Dios antes que a los hombres, y desobedecerá a todos los hombres antes que desviarse en lo mínimo del mandamiento de Dios. Los hijos de Dios, enseñados por la inspiración de verdad e inducidos por una buena conciencia a vivir según toda Palabra de Dios, tendrán su ley escrita en el corazón como la única autoridad que puedan reconocer u obedecer. La sabiduría y la autoridad divina son supremas.3Joyas de los Testimonios 3:49.CPI 572.1

    El gobierno bajo el cual Jesús vivió era corrompido y opresivo; por todos lados había abusos clamorosos: extorsión, intolerancia y crueldad insultante. Sin embargo, el Salvador no intentó hacer reformas civiles, no atacó los abusos nacionales ni condenó a los enemigos nacionales. No intervino en la autoridad ni en la administración de los que estaban en el poder. El que era nuestro ejemplo se mantuvo alejado de los gobiernos terrenales. No porque fuese indiferente a los males de los hombres, sino porque el remedio no consistía en medidas simplemente humanas y externas. Para ser eficiente, la cura debía alcanzar a los hombres individualmente, y debía regenerar el corazón.4El Deseado de Todas las Gentes, 470.CPI 572.2

    Vez tras vez se le pidió a Cristo que decidiera cuestiones políticas y legales. Pero él rehusó interferir en los asuntos temporales.CPI 572.3

    Cristo estuvo en nuestro mundo como la Cabeza del gran reino espiritual que vino a establecer en nuestro mundo el reino de justicia. Sus enseñanzas dieron evidencias de los principios ennoblecedores y santificadores que gobiernan su reino. Mostró que la justicia, la misericordia y el amor son los principios predominantes en el reino de Jehová.5Testimonies for the Church 9:218.CPI 573.1

    Los espías vinieron a él con aparente sinceridad, como deseosos de conocer su deber, y dijeron: “Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de personas, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Nos es lícito dar tributo a César o no?”CPI 573.2

    La respuesta de Cristo no era una evasiva, sino una cándida respuesta a la pregunta. Teniendo en su mano la moneda romana, sobre la cual estaban estampados el nombre y la imagen de César, declaró que ya que estaban viviendo bajo la protección del poder romano, debían dar a ese poder el apoyo que exigía mientras no estuviese en conflicto con un deber superior.CPI 573.3

    Cuando los fariseos oyeron la respuesta de Cristo, “se maravillaron, y dejándole se fueron”. Había reprendido su hipocresía y presunción, y al hacerlo había expuesto un gran principio que define claramente los límites del deber que tiene el hombre para con el gobierno civil y su deber para con Dios.6El Deseado de Todas las Gentes, 553, 554.CPI 573.4

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