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Consejos para la Iglesia

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    El siervo de siervos

    Cuando los discípulos entraron en el aposento alto, sus corazones estaban llenos de resentimiento. Judas se mantenía al lado de Cristo, a la izquierda; Juan estaba a la derecha. Si había un puesto más alto que los otros, Judas estaba resuelto a obtenerlo, y se pensaba que este puesto era al lado de Cristo. Y Judas era traidor.CPI 543.1

    Se había levantado otra causa de disensión. Era costumbre, en ocasión de la fiesta, que un criado lavase los pies de los huéspedes, y en esa ocasión se habían hecho preparativos para este servicio. La jarra, el lebrillo y la toalla estaban allí, listos para el lavamiento de los pies; pero no había siervo presente, y les tocaba a los discípulos cumplirlo. Pero cada uno de los discípulos, cediendo al orgullo herido, resolvió no desempeñar el papel de siervo. Todos manifestaban una despreocupación estoica, al parecer inconscientes de que les tocaba hacer algo. Por su silencio, se negaban a humillarse.CPI 543.2

    Los discípulos no hacían ningún ademán de servirse unos a otros. Jesús aguardó un rato para ver lo que iban a hacer. Luego él, el Maestro divino, se levantó de la mesa. Poniendo a un lado el manto exterior que habría impedido sus movimientos, tomó una toalla y se ciñó. Con sorprendido interés, los discípulos miraban, y en silencio esperaban para ver lo que iba a seguir. “Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”. Esta acción abrió los ojos a los discípulos. Amarga vergüenza y humillación llenaron su corazón. Comprendieron el mudo reproche, y se vieron desde un punto de vista completamente nuevo.CPI 543.3

    Así expresó Cristo su amor por sus discípulos. El espíritu egoísta de ellos le llenó de tristeza, pero no entró en controversia con ellos acerca de la dificultad. En vez de eso, les dio un ejemplo que nunca olvidarían. Su amor hacia ellos no se perturbaba ni se apagaba fácilmente. Sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, y que él provenía de Dios e iba a Dios. Tenía plena conciencia de su divinidad; pero había puesto a un lado su corona y vestiduras reales, y había tomado forma de siervo. Uno de los últimos actos de su vida en la tierra consistió en ceñirse como siervo y cumplir la tarea de un siervo.3El Deseado de Todas las Gentes, 600, 601.CPI 544.1

    Cristo quería que sus discípulos comprendiesen que aunque les había lavado los pies, esto no le restaba dignidad. “Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy”. Y siendo tan infinitamente superior, impartió gracia y significado al servicio. Nadie ocupaba un puesto tan exaltado como el de Cristo, y sin embargo él se rebajó a cumplir el más humilde deber. A fin de que los suyos no fuesen engañados por el egoísmo que habita en el corazón natural y se fortalece por el servicio propio, Cristo les dio su ejemplo de humildad. No quería dejar a cargo del hombre este gran asunto. De tanta importancia lo consideró, que él mismo, que era igual a Dios, actuó como siervo de sus discípulos. Mientras estaban contendiendo por el puesto más elevado, Aquel ante quien toda rodilla ha de doblarse, Aquel a quien los ángeles de gloria se honran en servir, se inclinó para lavar los pies de quienes le llamaban Señor. Lavó los pies de su traidor.CPI 544.2

    Ahora, habiendo lavado los pies de sus discípulos, dijo: “Ejemplo os he dado, para que como yo es he hecho, vosotros también hagáis”. En estas palabras Cristo no sólo ordenaba la práctica de la hospitalidad. Quería enseñar algo más que el lavamiento de los pies de los huéspedes para quitar el polvo del viaje. Cristo instituía un servicio religioso. Por el acto de nuestro Señor, esta ceremonia humillante fue transformada en rito consagrado, que debía ser observado por los discípulos, a fin de que recordasen siempre sus lecciones de humildad y servicio.CPI 545.1

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