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Consejos para la Iglesia

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    Apoyo moral de nuestras instituciones

    Los padres y las madres deben cooperar con el maestro, trabajando fervorosamente por la conversión de sus hijos. Procuren ellos mantener vivo y lozano el interés espiritual en el hogar y criar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor. Consagren una parte de cada día al estudio, haciéndose estudiantes con sus hijos. De esta manera pueden convertir la hora educacional en momentos de sosiego y provecho, y aumentará su confianza en este método de buscar la salvación de sus hijos.12Joyas de los Testimonios 2:457, 458.CPI 368.3

    Algunos de los alumnos regresan a casa murmurando y quejándose, y ciertos padres y miembros de la iglesia prestan oído atento a sus declaraciones exageradas y unilaterales. Sería bueno que considerasen que la historia tiene dos fases; pero en vez de hacerlo así, permiten que estos informes parciales levanten una valla entre ellos y el colegio. Empiezan luego a expresar temores, dudas y sospechas acerca de la manera en que se dirige el mismo. Una influencia tal ocasiona gran daño. Las palabras de descontento se difunden como una enfermedad contagiosa, y es difícil contrarrestar la impresión hecha en los espíritus. La historia se amplía con cada repetición, hasta que adquiere proporciones gigantescas, cuando la investigación revelaría el hecho de que no hubo culpa de parte de los maestros o profesores. Estaban cumpliendo simplemente su deber al poner en vigencia las reglas que deben practicarse en la escuela para que ésta no se desmoralice.CPI 369.1

    Si los padres quisieran ponerse en la situación de los maestros y ver cuán difícil resulta necesariamente manejar y disciplinar una escuela de centenares de alumnos de todos los grados y diversas mentalidades, es posible que, al reflexionar, verían las cosas en forma diferente. Deberían considerar que algunos niños no han sido nunca disciplinados en sus hogares. A menos que se haga algo por estos hijos que han sido tan tristemente descuidados por padres infieles, nunca serán aceptados por Jesús; a menos que se llegue a ejercer cierto dominio sobre ellos, serán inútiles en esta vida y no tendrán parte en la venidera.13Joyas de los Testimonios 1:537, 538.CPI 369.2

    Muchos padres y madres se equivocan al fallar en apoyar los esfuerzos de los maestros fieles. Los jóvenes y los niños, con su comprensión imperfecta y su discernimiento sin desarrollar, no siempre son capaces de entender todos los planes y métodos de los maestros. Sin embargo, cuando llevan a casa informes de lo que se dijo e hizo en la escuela, los padres los discuten en el círculo familiar, y se critica sin reservas el proceder del maestro. De esa forma los niños aprenden lecciones que no se olvidan fácilmente. Tan pronto como se los somete a restricciones a las que no están acostumbrados, o se les requiere que se apliquen diligentemente al estudio, apelan a sus imprudentes padres para obtener simpatía y complacencia. Así se fomenta un espíritu de inquietud y descontento; la escuela como un todo se perjudica por la influencia desmoralizadora, y la carga del maestro se vuelve mucho más pesada. Pero la pérdida más grande la sufren las víctimas de la mala administración de los padres. Los defectos de carácter que podrían haberse corregido con una instrucción correcta se fortalecen con el paso de los años, echando a perder y tal vez destruyendo la utilidad de su poseedor.14Fundamentals of Christian Education, 64, 65.CPI 370.1

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