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El Cristo Triunfante

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    La misión de Cristo sólo pudo cumplirse por el padecimiento, 6 de julio

    “Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”. Mateo 4:5, 6.CT 196.1

    La segunda tentación fue dirigida a la presunción... Satanás supone ahora que ha encontrado a Jesús en su propio terreno. El astuto enemigo pronuncia palabras que salieron de la boca del Señor. Evidencia que está familiarizado con las Escrituras. Sin embargo, cuando cita la promesa, “A sus ángeles mandará acerca de ti”, omite las palabras, “para que te guarden en todos tus caminos”, lo cual se refiere a los caminos que Dios escoge. Pero Jesús se negó a apartarse del camino de la obediencia. No quería obligar a la Providencia a acudir en su auxilio, y dejar de dar al hombre un ejemplo de confianza y sumisión. Nunca realizó un milagro en beneficio propio. Sus obras admirables fueron todas hechas para beneficio de otros. Jesús le dijo a Satanás: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”. El Señor ha de proteger a todos los que andan en la senda de la obediencia, pero si nos apartamos de ella para aventurarnos en terreno de Satanás, allí seguramente caeremos...CT 196.2

    Jesús salió victorioso de la segunda tentación, y ahora Satanás se manifestó en su verdadero carácter, afirmando ser el dios de este mundo. Colocando a Jesús sobre una alta montaña, hizo desfilar delante de él, en vista panorámica, todos los reinos del mundo en toda su gloria. Los ojos de Jesús, hasta poco tiempo antes afectados por una visión de lobreguez y desolación, contemplaban ahora una escena de insuperable belleza y prosperidad. Entonces se oyó la voz del tentador: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí es entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos”.CT 196.3

    La misión de Cristo podía cumplirse únicamente por medio de padecimientos. Le esperaba una vida de tristeza, penurias, conflictos, y una muerte ignominiosa. Cristo podía librarse del espantoso porvenir reconociendo la supremacía de Satanás. Pero hacerlo hubiera sido renunciar a la victoria del gran conflicto. Cristo declaró al tentador: “Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás”. La divinidad fulguró a través de la humanidad doliente. Satanás no tuvo poder para resistir la orden. Retorciéndose de humillación e ira, se vio obligado a retirarse de la presencia del Redentor del mundo.—Manuscrito 155, 1902.CT 196.4

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