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El Cristo Triunfante

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    Hacemos la obra de Satanás cuando sembramos la semilla de la duda y la incredulidad, 15 de septiembre

    “Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce”. Juan 6:70, 71.CT 267.1

    Judas ejercía gran influencia sobre los discípulos. Hombre de presencia dominante y dotado de excelentes cualidades. Pero estos dones naturales no habían sido santificados por Dios. Judas había abierto a las tentaciones de Satanás las habitaciones de su mente y la puerta de su corazón. Había consagrado sus energías al servicio propio, a la exaltación de su persona y al amor al dinero...CT 267.2

    Aquella pobre e independiente alma que se había separado del espíritu y de la vida de Cristo, tuvo momentos difíciles. Siempre estuvo bajo el fuego de la condenación pues las lecciones de Cristo eran muy agudas. Con todo, no llegó a transformarse ni convertirse en un pámpano viviente estrechamente unido a la Vid verdadera. Oh, si Judas tan sólo hubiera humillado su corazón delante de Dios bajo la instrucción divina que le indicaba de una manera clara y sencilla los principios que debía practicar. Entonces no habría sido un tentador para sus condiscípulos, sembrando la semilla de la incredulidad en sus corazones.CT 267.3

    Satanás implantó en el corazón y la mente de Judas la semilla que él luego habría de transmitir a sus hermanos. El espíritu de escepticismo y de duda que Satanás implantó en la mente de Judas, éste lo impondría en las mentes de sus hermanos. Llegó a elaborar tantas acusaciones contra sus hermanos que contrarrestaban las lecciones de Cristo. Por esta razón, Jesús calificó a Judas como diablo...CT 267.4

    No existe tal cosa como una posición neutral. A cada uno se le ha dado una obra según su habilidad. Y todos, por la fe en Cristo, tienen una noción de este privilegio de estar conectados con él... El discípulo cuya religión es sólo una profesión habrá de distinguirse del verdadero...CT 267.5

    No alcanza con sólo escuchar la Palabra de Dios. A menos que uno sea enseñado por Dios, la verdad no será aceptada para la salvación del alma. Es necesario que se la aplique en la vida práctica. Cada persona ha de revelar si ha sido enseñada por Dios. Y si no ha sido así, no es porque Dios no haya estado dispuesto a enseñar, sino porque la persona no está dispuesta a recibir su enseñanza y a comer del pan de vida.CT 267.6

    “Porque todo aquel que práctica lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”. Odia el reproche... El corazón que abriga un espíritu de justicia propia no busca la luz, todo lo contrario, ama más las tinieblas que la luz, porque no quiere verse como Dios lo ve. “Mas el que práctica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”.—Manuscrito 67, 1897.CT 267.7