Loading...
Larger font
Smaller font
Copy
Print
Contents

El Cristo Triunfante

 - Contents
  • Results
  • Related
  • Featured
No results found for: "".
  • Weighted Relevancy
  • Content Sequence
  • Relevancy
  • Earliest First
  • Latest First

    Si esperamos ser grandes, tenemos que ofrecer un servicio humilde, 12 de septiembre

    “Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor”. Lucas 22:24.CT 264.1

    La petición de Juan y Santiago de sentarse a la derecha y a la izquierda del trono de Cristo, había excitado la indignación de los demás. El que los dos hermanos se atrevieran a pedir el puesto más alto, airaba tanto a los diez que el enajenamiento amenazaba penetrar entre ellos. Consideraban que se los había juzgado mal, y que su fidelidad y talentos no eran apreciados. Judas era el más severo con Santiago y Juan.CT 264.2

    Cuando los discípulos entraron en el aposento alto, sus corazones estaban llenos de resentimiento. Judas se mantenía al lado de Cristo, a la izquierda; Juan estaba a la derecha. Si había un puesto más alto que los otros, Judas estaba resuelto a obtenerlo, y se pensaba que este puesto era al lado de Cristo. Y Judas era traidor.CT 264.3

    Se había levantado otra causa de disensión. Era costumbre, en ocasión de una fiesta, que un criado lavase los pies de los huéspedes, y en esa ocasión se habían hecho preparativos para este servicio. La jarra, el lebrillo y la toalla estaban allí, listos para el lavamiento de los pies; pero no había siervo presente, y les tocaba a los discípulos cumplirlo. Pero cada uno de los discípulos, cediendo al orgullo herido, resolvió no desempeñar el papel de siervo... .CT 264.4

    Al contemplar los semblantes perturbados de los discípulos, Cristo se levantó de la mesa. Poniendo a un lado el manto exterior que habría impedido sus movimientos, tomó una toalla y se ciñó.CT 264.5

    Judas fue el primero a quien Jesús le lavó los pies. Ya había cerrado éste el contrato de entregar a Jesús en manos de los sacerdotes y los escribas. Sólo Jesús sabía su secreto. Sin embargo, no lo desenmascaró, Jesús anhelaba salvarlo. Su corazón clamaba: “¿Cómo he de dejarte?” Esperaba que su acto de lavar los pies de Judas tocara el corazón de este discípulo equivocado y lo salvase de completar su acto de deslealtad. Por un momento, el impulso de confesar entonces y allí mismo su pecado conmovió intensamente el corazón de Judas. Pero no quiso humillarse. Endureció su corazón contra el arrepentimiento; y los antiguos impulsos, puestos a un lado por el momento, volvieron a dominarle. Judas se ofendió entonces por el acto de Cristo de lavar los pies de sus discípulos. Si Jesús podía humillarse de tal manera, pensaba, no podía ser el rey de Israel...CT 264.6

    Aún Judas, si se hubiera arrepentido, habría sido recibido y perdonado. La sangre expiatoria de Cristo habría lavado la culpa de su alma. Pero su confianza propia y su soberbia enaltecieron su sabiduría y justificó así su curso de acción.—Manuscrito 106, 1903.CT 264.7