Un error de cálculo
Nuestro cómputo del tiempo profético era tan claro y sencillo, que hasta los niños podían comprenderlo. A contar desde la fecha del edicto del rey de Persia, registrado en (Esdras 7), y promulgado el año 457 a. C., se suponía que los 2.300 años de (Daniel 8:14) habían de terminar en 1843. Por lo tanto, esperábamos para el fin de dicho año la venida del Señor. Nos sentimos tristemente chasqueados al ver que había transcurrido todo el año sin que hubiese venido el Salvador.NBEW 64.1
En un principio, no nos dimos cuenta de que, para que el período de los 2.300 años terminase a fines de 1843, era preciso que el decreto se hubiese publicado a principios del año 457 a. C.; pero al establecer nosotros que el decreto se promulgó a fines del año 457, el período profético había de concluir en el otoño (hemisferio norte), o sea a fines de 1844. Por lo tanto, aunque la visión del tiempo parecía tardar, no era así. Confiábamos en la palabra de la profecía que dice: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”. Habacuc 2:3.NBEW 64.2
Dios puso a prueba a su pueblo al pasar el plazo fijado en 1843. El error cometido al calcular los períodos proféticos no lo advirtió nadie al principio, ni aun los eruditos contrarios a la opinión de los que esperaban la venida de Cristo. Los doctos declaraban que el Sr. Miller había computado bien el tiempo, aunque lo combatían en cuanto al suceso que había de coronar aquel período. Pero tanto los eruditos como el expectante pueblo de Dios se equivocaban igualmente en la cuestión del tiempo.NBEW 65.1
Quienes habían quedado chasqueados no estuvieron mucho tiempo en ignorancia, porque acompañando con la oración el estudio investigador de los períodos proféticos, descubrieron el error, y pudieron seguir, hasta el fin del tiempo de tardanza, el curso del lápiz profético. En la gozosa expectación que los fieles sentían por la pronta venida de Cristo, no se tuvo en cuenta esa aparente demora, y ella fue una triste e inesperada sorpresa. Sin embargo, era necesario esta prueba para alentar y fortalecer a los sinceros creyentes en la verdad.NBEW 65.2