Reunión en Johnson, Vermont
Pronto volvimos a Vermont y celebramos una notable reunión en Johnson. Durante el viaje nos detuvimos varios días en casa del Hno. E. P. Butler. Supimos que él y otros hermanos del norte de Vermont habían sufrido grave perplejidad y pruebas a causa de las falsas enseñanzas y el áspero fanatismo de un grupo de personas que pretendían estar completamente santificadas y, bajo la capa de santidad, llevaban un género de vida que deshonraba el nombre de cristiano.NBEW 146.2
Los dos cabecillas del fanatismo eran en conducta y carácter muy semejantes a los que cuatro años antes habíamos encontrado en Claremont, Nueva Hampshire. Enseñaban la doctrina de la extrema santificación, pretendiendo que no podían pecar y que estaban listos para la traslación. Practicaban el mesmerismo y aseguraban que recibían iluminación divina mientras estaban en una especie de trance.NBEW 146.3
No tenían trabajo regular, sino que en compañía de dos mujeres que no eran sus esposas, iban de pueblo en pueblo, abusando de la hospitalidad de las gentes. Por medio de su sutil influencia mesmérica, se habían conquistado muchas simpatías entre los hijos mayores de nuestros hermanos.NBEW 146.4
El Hno. Butler era un hombre de rígida integridad. Se opuso resueltamente a la maligna influencia de aquellas fanáticas teorías, y era muy activo en su oposición a las falsas enseñanzas y arrogantes pretensiones de aquellos hombres. Además nos declaró explícitamente que no creía en visiones de ninguna clase.NBEW 147.1
Aunque de mala gana, el Hno. Butler consintió en asistir a la reunión que celebraríamos en Johnson. Los dos caudillos del fanatismo que tanto habían engañado y oprimido a los hijos de Dios, llegaron a la reunión en compañía de las dos mujeres que iban ataviadas con vestidos de hilo blanco, con la negra cabellera caída y suelta sobre los hombros. Los trajes de hilo blanco querían representar la justicia de los santos.NBEW 147.2
Yo tenía un mensaje de reprobación para ellos, y mientras yo hablaba, uno de esos dos hombres, el que estaba más adelante, mantuvo fija la vista en mí, como habían hecho otros mesmerizadores. Pero yo no temía su mesmérica influencia. El cielo me daba fuerzas para sobreponerme a su poder satánico. Los hijos de Dios que habían estado en esclavitud empezaban a respirar libremente y a regocijarse en el Señor.NBEW 147.3
Según proseguía la reunión, estos fanáticos trataban de levantarse para hablar, pero no encontraban ocasión para ello. Se les dio a conocer que su presencia allí no era grata, y sin embargo quisieron quedarse. Entonces el Hno. Samuel Rhodes, agarrando por detrás la silla en que estaba sentada una de las dos mujeres, la sacó del local, arrastrándola a través de la galería hasta el césped. Después hizo lo propio con la otra mujer. Los dos hombres abandonaron el local, pero intentaron volver.NBEW 147.4
Al concluir la reunión, mientras estábamos orando, uno de los hombres se acercó a la puerta y comenzó a hablar. Le cerraron la puerta sin dejarle entrar; pero él la abrió de nuevo y se puso a hablar otra vez. Entonces descendió el poder de Dios sobre mi esposo, quien, levantándose, extendió pálido las manos ante aquel hombre mientras exclamaba: “El Señor no necesita aquí tu testimonio. El Señor no quiere que vengáis a distraer y molestar aquí a su pueblo”.NBEW 148.1
El poder de Dios llenó el local. El hombre aquel, aterrado y confundido retrocedió a través del vestíbulo hacia otro aposento, dando traspiés y tropezando contra la pared, hasta que, recobrando el equilibrio, encontró la puerta y salió de la casa. La presencia del Señor, tan penosa para los fanáticos pecadores, impresionó con reverente solemnidad a los circunstantes. Pero cuando se marcharon los hijos de las tinieblas, la dulce paz del Señor descansó sobre nuestra compañía. Después de aquella reunión, los falsos y ruines que pretendían perfecta santidad no fueron capaces de recobrar su influencia sobre nuestros hermanos.NBEW 148.2
Las experiencias de esta reunión nos conquistaron la confianza y el compañerismo del Hno. Butler.NBEW 148.3