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Notas biográficas de Elena G. de White

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    En Camden, Nueva York

    El sábado por la mañana se reunieron unos cuantos para el culto, pero la engañosa mujer no estaba presente. Le pregunté a una hermana si todos los creyentes estaban presentes y me respondió que sí. La mujer a quien yo había visto en visión vivía a siete kilómetros del lugar y la hermana no pensó en ella. Poco después llegó, e inmediatamente reconocí en ella a la mujer cuyo verdadero carácter el Señor me había mostrado.NBEW 142.2

    Durante la reunión la mujer habló largo rato, diciendo que tenía perfecto amor y gozaba santidad de corazón, que no tenía pruebas ni tentaciones, sino que disfrutaba de perfecta paz y se sometía a la voluntad de Dios.NBEW 142.3

    Al salir de la reunión volví a casa del Hno. Preston muy entristecida. Aquella noche soñé que un gabinete secreto, lleno de basura se abría ante mis ojos, y se me dijo que yo debía limpiarlo. A la luz de una lámpara quité la basura, y a quienes estaban conmigo les dije que el gabinete había de llenarse con objetos valiosos.NBEW 142.4

    El domingo por la mañana nos reunimos con los hermanos, y mi esposo se levantó a predicar sobre la parábola de las diez vírgenes. El no tenía facilidad de palabra y propuso que orásemos un rato. Nos inclinamos ante el Señor y nos pusimos a orar fervorosamente. La nube negra se desvaneció y fui arrebatada en visión, y otra vez se me mostró el caso de aquella mujer. La veía en completas tinieblas. Jesús los miraba ceñudamente a ella y a su esposo. Aquel temible ceño me hizo temblar. Vi que la mujer obraba hipócritamente, pues fingía santidad mientras que su corazón estaba del todo corrompido.NBEW 143.1

    Al salir de la visión, relaté temblorosa pero fielmente lo que había visto. La mujer dijo sin turbarse: “Me alegro de que el Señor conoce mi corazón y sabe que lo amo. Si vosotros pudierais escudriñar mi corazón, veríais que es puro y limpio”.NBEW 143.2

    Algunos de los presentes vacilaban en su ánimo. No sabían si creer lo que el Señor me había mostrado, o si dejar que las apariencias prevaleciesen sobre el testimonio que yo había dado.NBEW 143.3

    Poco después de esto, la mujer se sintió sobrecogida de un miedo terrible. Llena de horror, empezó a confesar. Fue de casa en casa entre sus incrédulos vecinos confesando que el hombre con quien vivía desde hacía muchos años no era su marido, y que ella había huido de Inglaterra abandonando a un esposo amable y a un hijo. Confesó muchas otras maldades. Su arrepentimiento parecía sincero y en varias ocasiones restituyó lo que había tomado injustamente.NBEW 143.4

    Esta experiencia tuvo por efecto que nuestros hermanos de Camden y sus vecinos creyeran firmemente que Dios me había revelado cuanto dije, y que por amor y misericordia se les había dado el mensaje para salvarlos de la decepción y de un error nocivo.NBEW 143.5

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