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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6

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    Los pobres, los enfermos y los ancianos

    “Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre: sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite, Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión; y miras con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle: Porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado. Sin falta le darás, y no serás de corazón mezquino cuando le des: porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas mano. Porque no faltarán menesterosos de en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre, y al menesteroso en tu tierra”. Deuteronomio 15:7-11.6TPI 273.2

    Por ciertas circunstancias, algunos de los que aman y obedecen a Dios, se empobrecen. Los hay que no son cuidadosos ni saben administrar sus cosas. Otros son pobres por causa de enfermedad y desgracia. Cualquiera que sea la causa, sufren necesidad y auxiliarlos es una parte importante de la obra misionera.6TPI 273.3

    Todas nuestras iglesias debieran cuidar de sus propios pobres. Debemos expresar nuestro amor a Dios haciendo bien a los menesterosos y dolientes de la familia de la fe, cuyas necesidades conocemos y debemos atender. Cada persona tiene la obligación especial ante Dios de compadecerse de los pobres dignos. No se los debe pasar por alto con ningún pretexto.6TPI 273.4

    Pablo escribió a la iglesia de Corinto: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que ha sido dada a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas; pidiéndonos con muchos ruegos, que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios; de manera que exhortamos a Tito, para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia”. 2 Corintios 8:1-6.6TPI 274.1

    Jerusalén había sufrido hambre, y Pablo sabía que muchos de los cristianos habían sido esparcidos, y que los que permanecían iban a quedar probablemente privados de la simpatía de la gente y expuestos a la enemistad religiosa. Por lo tanto, exhortó a las iglesias a enviar ayuda pecuniaria a sus hermanos de Jerusalén. La cantidad recogida por las iglesias excedió lo que esperaban los apóstoles. Constreñidos por el amor de Cristo, los creyentes dieron liberalmente y se llenaron de gozo por haber podido expresar de esa manera su gratitud al Redentor y su amor hacia los hermanos. Tal es la verdadera base de la caridad según la Palabra de Dios.6TPI 274.2

    Se hace constantemente hincapié en la necesidad de cuidar a nuestros hermanos y hermanas ancianos que no tienen hogares. ¿Qué puede hacerse por ellos? La luz que el Señor me ha dado ha sido repetida: No es lo mejor establecer instituciones para el cuidado de los ancianos, a fin de que puedan estar acompañados. Tampoco se los debe despedir de la casa para que los atiendan en otra parte. Que los miembros de cada familia atiendan a sus parientes. Cuando esto no sea posible, la obra incumbe a la iglesia, y debe ser aceptada como un deber y privilegio. Todos los que tienen el espíritu de Cristo considerarán a los débiles y ancianos con respeto y ternura especiales.6TPI 274.3

    Dios permite que sus pobres estén dentro de cada iglesia. Siempre los habrá entre nosotros, y el Señor coloca sobre los miembros de cada iglesia una responsabilidad personal en lo referente a cuidarlos. No debemos transferirla a otros. Debemos manifestar hacia los que están entre nosotros el mismo amor y simpatía que Cristo manifestaría si estuviese en nuestro lugar. Esto nos disciplinará y preparará para trabajar en las actividades de Cristo.6TPI 275.1

    El pastor debería instruir a las diversas familias y animar a la Iglesia para que atienda a sus propios enfermos y pobres. Debe poder ejercitar las facultades que Dios ha dado a los hermanos, y si una iglesia está recargada en este respecto las otras iglesias debieran acudir en su auxilio. Los miembros de la iglesia deben mostrar tacto e ingenio para cuidar de estos hijos del Señor. Renuncien a lujos y adornos inútiles, a fin de poder acomodar a los menesterosos que sufren. Al hacer esto, pondrán en práctica la instrucción dada en el capítulo 58 de Isaías, y recibirán la bendición prometida allí.6TPI 275.2

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