Capítulo 50—Experiencias y trabajos.
Los motivos que me impulsan a mandar otro testimonio a mis amados hermanos y hermanas en esta ocasión consisten en que el Señor se ha manifestado misericordiosamente a mí, y me ha vuelto a revelar asuntos de mucha importancia para aquellos que profesan observar los mandamientos de Dios y esperar la venida del Hijo del hombre. Transcurrieron más de tres años entre la visión que me fué dada el 3 de enero de 1875 y la reciente manifestación del amor y poder de Dios. Pero antes de entrar en las visiones que me fueron mostradas recientemente, quiero hacer una breve reseña de algunas incidencias de mi vida durante un año o dos.3TS 279.1
El 11 de mayo de 1877, salimos de Oakland, estado de California, para Battle Creek, estado de Míchigan. Se había enviado un telegrama a mi esposo, solicitando su presencia en Battle Creek, a fin de dedicar atención a importantes asuntos relacionados con la causa, pero más especialmente para vigilar la construcción del gran edificio del sanatorio. En respuesta a esta invitación, él fué y se dedicó con fervor a la predicación, a escribir, y a celebrar reuniones de la junta directiva en la oficina de la Review, el Colegio y el Sanatorio, trabajando casi siempre hasta tarde de noche. Esto le cansó terriblemente. Sentía la importancia de estas instituciones, pero especialmente del edificio del Sanatorio, en el cual se estaban invirtiendo más de 50.000 dólares. Su constante ansiedad mental estaba preparando el quebrantamiento repentino de su salud. Ambos sentíamos nuestro peligro, y decidimos ir al estado de Colorado para descansar y vivir en el retraimiento. Mientras hacíamos planes para el viaje, una voz pareció decirme: “Cíñete la armadura; tengo trabajo que debes hacer en Battle Creek.” La voz me parecía tan clara, que involuntariamente me di vuelta para ver quién hablaba. No vi a nadie; y bajo el sentimiento de la presencia de Dios, mi corazón se quebrantó de ternura delante de él. Cuando mi esposo entró en la pieza, le hablé de lo que preocupaba mi mente. Lloramos y oramos juntos. Habíamos hecho nuestros arreglos para salir a los tres días, pero ahora cambiamos nuestros planes.3TS 279.2
El 30 de mayo, los pacientes y la junta directiva del Sanatorio se habían propuesto pasar el día a unos tres kilómetros de Battle Creek, en un hermoso bosquecillo a orillas del lago Goguac, y se me rogó que estuviese presente y hablase a los pacientes. Si yo hubiese consultado mis sentimientos, no hubiese ido; pero pensé que tal vez esto sería una parte de la obra que debía hacer en Battle Creek. A la hora acostumbrada, se pusieron sobre las mesas alimentos higiénicos que se consumieron con gusto. A las tres, empezaron los ejercicios con oración y canto. Tuve gran libertad al hablar a la gente. Todos escuchaban con profundo interés.3TS 280.1
La terminación del año escolar del Colegio de Battle Creek se acercaba. Había sentido mucha ansiedad por los alumnos, muchos de los cuales eran inconversos o se habían apartado de Dios. Había deseado hablarles, y hacer un esfuerzo por su salvación antes que se dispersasen a sus hogares, pero había estado demasiado débil para trabajar en su favor. Después de lo que he relatado, tuve toda la evidencia deseable de que Dios me sostendría en mi trabajo por la salvación de los alumnos.3TS 280.2
Fueron convocadas reuniones en nuestra casa de culto, para beneficio de los alumnos. Pasé una semana trabajando por ellos, teniendo reuniones cada noche y el sábado, como también el primer día de la semana. Mi corazón se conmovió al ver la casa de culto casi llena con los estudiantes de nuestra escuela. Traté de grabar en su corazón que una vida de pureza y oración no les sería un impedimento para obtener un conocimiento cabal de las ciencias, sino que por el contrario, suprimiría muchas de las cosas tendientes a estorbar su progreso en el conocimiento. Relacionándose con el Salvador, son puestos en la escuela de Cristo; y si son alumnos aplicados en esta escuela, el vicio y la inmoralidad son expulsados de su medio. Arrojadas estas cosas, el resultado será un aumento del conocimiento. Todos los que aprenden en la escuela de Cristo, se destacan, tanto en la calidad como en la extensión de su educación. Les presenté a Cristo como el gran Maestro, la fuente de toda sabiduría, el mayor educador que el mundo haya conocido alguna vez.3TS 280.3
El Señor fortaleció y bendijo nuestros esfuerzos. Gran número de personas se adelantaron para pedir que se orase por ellas. Algunas de ellas, por falta de vigilancia y oración habían perdido su fe y la evidencia de su relación con Dios. Muchos testificaron que al dar este paso recibían la bendición de Dios. Como resultado de las reuniones, unas cuantas personas se presentaron para el bautismo.3TS 281.1