Nuestra relación con Dios
Se me ha mostrado que nuestra relación con Dios es la misma que la de los niños pequeños con sus padres. El Dios del cielo cuida de su pueblo y de su iglesia del mismo modo que los padres amantes cuidan de sus hijos. Nosotros somos tan ingenuos como los niños pequeños; porque nos inclinamos a pensar que lo sabemos todo, cuando en realidad no hemos comenzado a conocer lo que Dios espera enseñamos cuando mostremos la disposición a seguir sus pisadas.SE2 267.2
¿Descenderemos de nuestra posición de autosuficiencia y con candidez infantil nos empeñaremos en la obra de Dios? ¿Estaremos dispuestos a ser enseñados y dirigidos por él? Con vacilantes pasos estamos recién comenzando a caminar. Con el tiempo aprenderemos a dar pasos más firmes, pero ahora estamos sujetos a tropezar y caer en cualquier momento. Desde el más encumbrado al más humilde, cada uno de nosotros tiene debilidades espirituales y problemas parecidos a las debilidades y problemas de niños indefensos. Así como esos niños no pueden depender de sus compañeros, sino de sus padres, nosotros también debemos aprender a no confiar nuestras indefensas almas a cualquier ser humano, sino aferramos de Aquel que es poderoso para salvar. Las prácticas humanas no poseen valor alguno. Debemos de-pender individualmente de Dios para recibir fortaleza y dirección.SE2 267.3
De nada vale que alguien intente utilizar su propia sabiduría humana mientras ocupa algún elevado cargo de responsabilidad en el servicio a Dios. Su obra por la iglesia no tendrá valor alguno a menos que ponga su confianza en la sabiduría del gran Cabeza de la iglesia. Dios nos llama a que todo lo que hagamos y todo camino que emprendamos sea con temor y temblor ante él. Si ustedes se empeñan en su propia salvación con temor y temblor, jamás fracasarán; «porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad».SE2 267.4
Siempre y cuando trabajemos de acuerdo con las directrices de Cristo, aferrándonos del brazo del Todopoderoso, estaremos a salvo; pero tan pronto nos soltemos de su brazo y comencemos a depender de los seres humanos, corremos un gran peligro.SE2 267.5
Hoy mismo el Señor desea que ustedes alcancen una norma más elevada que la que nunca antes hayamos logrado. Día tras día debemos ascender, siempre hacia arriba, hasta que se pueda decir de nosotros como pueblo: «Estáis completos en él”.SE2 268.1