Lo sagrado y lo común
Sanatorio, California,
5 de marzo de 1909
Estoy preocupada en cuanto al Hno. A, que por un tiempo ha sido obrero en el sur de California. Ha hecho algunas extrañas declaraciones y me da pena verlo negando los testimonios en su conjunto por lo que a él le parece una contradicción: una declaración hecha por mí en cuanto al número de habitaciones del Sanatorio de Paradise Valley. El Hno. A dice que en una carta escrita a uno de los hermanos del sur de California, hice la declaración de que el sanatorio tiene cuarenta habitaciones, cuando en realidad hay sólo treinta y ocho. El Hno. A me da esto como una razón para haber perdido su confianza en los testimonios...1MS 43.1
La información dada en cuanto al número de habitaciones del Sanatorio de Paradise Valley no fue dada como una revelación del Señor sino simplemente como una opinión humana. Nunca me ha sido revelado el número exacto de habitaciones de ninguno de nuestros sanatorios, y el conocimiento que tengo en cuanto a tales cosas lo he obtenido preguntando a los que suponía que estaban informados. En mis palabras, cuando hablo acerca de estos temas comunes, no hay nada para inducir a la mente a creer que recibo mi conocimiento en una visión del Señor y que presento eso como tal...1MS 43.2
Cuando el Espíritu Santo revela alguna cosa acerca de las instituciones de la obra del Señor, o acerca de la obra de Dios en el corazón y la mente de los hombres, como ha revelado esas cosas a través de mí en lo pasado, el mensaje dado ha de ser considerado como luz dada por Dios para aquellos que la necesitan. Pero es un gran error que uno mezcle lo sagrado con lo común. En una tendencia a hacer esto podemos ver la obra del enemigo para destruir las almas.1MS 43.3
A cada alma que Dios ha creado le ha dado talentos para servirle, pero Satanás procura hacer difícil esta obra de servicio mediante su continua tentación para descarriar a las almas. Obra para procurar oscurecer las percepciones espirituales para que los hombres no distingan entre lo que es común y lo que es santo. Se me ha hecho conocer esta distinción mediante una vida de servicio para mi Señor y Maestro...1MS 43.4
Recibí el mensaje: Dedícate a la obra más excelsa jamás confiada a los mortales. Te daré elevadas aspiraciones y facultades y un verdadero sentido de la obra de Cristo. No eres tuya, pues fuiste comprada por un precio, por la vida y muerte del Hijo de Dios. Dios demanda tu corazón de niña y tu servicio bajo la santificación del Espíritu Santo.1MS 44.1
Me entregué a mí misma a Dios, todo mi ser, para obedecer a su vocación en todo, y desde entonces mi vida ha transcurrido dando el mensaje con mi pluma y oralmente delante de grandes congregaciones. No soy yo la que determino mis palabras y acciones en tales momentos.1MS 44.2
Sin embargo, hay oportunidades cuando deben declararse cosas comunes, pensamientos comunes deben ocupar la mente, deben escribirse cartas comunes y se debe dar información que ha pasado de un obrero a otro. Tales palabras, tal información, no son dadas bajo la inspiración especial del Espíritu de Dios. Se hacen preguntas a veces que no tienen nada que ver con temas religiosos, y esas preguntas deben ser contestadas. Conversamos acerca de casas y tierras, transacciones comerciales y ubicación para nuestras instituciones, sus ventajas y desventajas.1MS 44.3
Recibo cartas en las que se me pide consejo en cuanto a muchos temas extraños, y aconsejo de acuerdo con la luz que se me ha dado. Vez tras vez los hombres se han opuesto al consejo que se me instruyó que diera porque no querían recibir la luz dada, y tales casos me han inducido a buscar al Señor con todo fervor.—Manuscrito 107, 1909.1MS 44.4