La consagración
Lo que necesitamos es un pastorado convertido—Lo que necesitamos en este tiempo peligroso es un pastorado convertido. Necesitamos hombres que acepten la pobreza de su alma, y quienes diligentemente busquen ser dotados del Espíritu Santo. Una preparación de corazón es necesaria para que Dios nos dé su bendición, pero esta obra del corazón no ha sido realizada. Oh, ¿cuándo se despertará el pastorado a las solemnes responsabilidades que le han sido encomendadas, y rogará fervientemente por el poder celestial? Es el Espíritu Santo quien dará agudeza y poder al discurso del ministro, o su predicación estará carente de la justicia de Cristo como lo estuvo la ofrenda de Caín.—The Review and Herald, 5 de abril de 1892.MPa 38.1
Aquellos que tienen rasgos de carácter incorregibles, inflexibles y testarudos, cuando son transformados, llegan a ser los mejores ministros—Se me ha presentado a ministros, antes de ser convertidos, con una trayectoria y carácter muy difícil, incorregible, inflexible y terco, y sin embargo, cada uno de estos rasgos de carácter transformado, era lo que se necesitaba en la obra de Dios. No queremos matar eso. Se necesitan a fin de poder llenar puestos de confianza en la obra del Señor. Debe haber una transformación del carácter. La levadura debe trabajar en el corazón humano, hasta que toda acción esté en conformidad con la voluntad de Dios y sean santificados; entonces llegan a ser los más valiosos. Son justamente esta clase de individuos los que Dios puede usar en los diferentes ramos de la obra.—Manuscript Releases 9:61.MPa 38.2
La santidad y la devoción es lo que cuenta—No son siempre los hombres quienes mejor se adaptan a la administración exitosa de una iglesia. Si hay mujeres fieles que tienen una piedad más profunda y una devoción más sincera que los hombres, ellas pueden ciertamente con sus oraciones y su obra hacer más que aquellos hombres con vidas y corazones no consagrados.—Manuscript Releases 19:56.MPa 38.3