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El Ministerio Pastoral

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    En las prisiones

    Los que están detrás de las paredes de una prisión necesitan consuelo y ánimo—¿Qué está escrito en tu diario este año? ¿Registra una experiencia obtenida al haber ministrado a los que sufren, a los pobres, o a los necesitados? Aquellos que sufren por amor a Cristo, quienes no renuncian a la verdad por el error, quienes, quizás, están encarcelados dentro de las paredes de una prisión necesitan consuelo y aliento. Esta es la clase de trabajo que está decidiendo nuestro destino. Una preciosa recompensa espera a los que son fieles en su ministerio. Tendrán un hogar en las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que le aman y esperan su venida.—The Youth’s Instructor, 19 de agosto de 1897.MPa 162.3

    Sería peligroso llevar al cielo a personas que dicen ser siervos de Cristo, y que, sin embargo, no visitan a los que están en las cárceles—Pero la ley de Dios nos revela claramente el deber del hombre hacia su prójimo. Todos los que descuidan a sus prójimos, a los más pequeños a quienes Cristo llama sus hermanos, están registrados en los libros de los cielos como “pesados en balanza” y “hallados faltos”. Al hacer caso omiso de su mandamiento especial, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”; al pasar por alto al que sufre, al necesitado, y al herido, han dejado de estar al lado de Cristo, su Ejemplo, y se han alineado del lado del enemigo de Dios. Al descuidar de vestir al desnudo, alimentar al hambriento, visitar a los que están en la cárcel, muestran de qué espíritu son. No sería prudente que tales personas entren al cielo; pues por su egoísmo y dureza de corazón, por su falta de saber apreciar a sus hermanos aquí, claramente revelan el hecho que en el reino de los cielos ellos no podrían apreciar a Dios, ni a su Hijo, ni a los santos.—The Home Missionary, 1 de octubre de 1897.MPa 163.1

    Elena White visitó una prisión y habló a los convictos—Durante mi estadía en el estado de Oregón, visité la cárcel de Salem, y fuí invitada a predicarle a los convictos en la capilla de la prisión.—The Signs of the Times, 25 de julio de 1878.MPa 163.2

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