La apelación para las ofrendas
La apelación para la ofrenda debe incluir la necesidad práctica y la motivación espiritual para dar—Apelo a la congregación que se reúne con regularidad en nuestro tabernáculo: ¿No traerán sus ofrendas para pagar la deuda de la casa del Señor? Apelo a aquellos que envían a sus hijos a Battle Creek, en donde se unen a nosotros en el culto de adoración a Dios: ¿No nos ayudarán a cubrir esta deuda? Hoy les invito a todos a ser especialmente liberales. Traigan gozosos sus ofrendas voluntarias al Señor. Consagremos a él cuanto somos, y todo lo que poseemos.—The Review and Herald, 4 de enero de 1881.MPa 208.4
Las apelaciones para la ofrenda deben enfatizar el motivo para dar una mayor cantidad de la que damos—Tenemos el privilegio de escuchar la Palabra de Dios en nuestro lugar de culto; pero este edificio, llamado la casa del Señor, tiene una deuda grande. ¿No debemos los que nos reunimos en este cómodo edificio hacer esfuerzos fervorosos para pagar la deuda del tabernáculo? Los pobres pueden ser animados al pensar que las sumas más pequeñas, dadas con sinceridad y alegría, son tan aceptables a Dios como lo son los miles que los ricos depositan en la tesorería. Hay muy pocos tan pobres como la viuda quien dio dos monedas como ofrenda a Dios. Su ofrenda era pequeña, sin embargo era todo lo que tenía, y ella fue alabada por el Maestro. El consideró las dos monedas de la viuda como una ofrenda mayor que las ofrendas valiosas de los ricos. No midió el valor de la ofrenda por su cantidad, sino por el motivo, la alegría y la pureza de la acción.—The Review and Herald, 4 de enero de 1881.MPa 209.1
La Navidad debe ser una ocasión especial para traer regalos a Jesús—Ayer fue Navidad. ¿Hicieron como los sabios que ofrecieron sus dones a Jesús? ¿O cambió el enemigo el orden de las cosas, haciendo que la adoración se dirigiera hacia él? Los regalos se otorgan ahora a los amigos en vez de ofrendarlos a quien hizo un sacrificio tan grande por nosotros. Todos los regalos debieran fluir hacia otro canal, donde puedan ser usados en la salvación de los hombres.—Alza tus Ojos, 372.MPa 209.2