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El Ministerio Pastoral

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    Los dones espirituales

    El Espíritu Santo encomienda a cada cristiano algún don o talento el cual debe ser usado para avanzar el reino—El presente es nuestro día de oportunidad. A cada persona se le encomienda algún don o talento especial para ser usado para avanzar el reino del Redentor. A todos los agentes responsables de Dios, desde el que ocupa el puesto más humilde y desconocido, hasta los que ocupan los puestos más elevados en la iglesia, les son encomendados los bienes de Dios. No es solamente el ministro el único que puede trabajar por la salvación de las almas. Los que tienen los dones más pequeños no son eximidos de usar sus mejores dones, y al hacerlo sus talentos serán aumentados. No es prudente tratar livianamente las responsabilidades morales o gastar el día en cosas pequeñas. Dios en su providencia reparte su tarea de acuerdo a las diferentes capacidades de la gente. Nadie debe quejarse porque no puede glorificar a Dios con los talentos que nunca ha poseído y de los cuales no es responsable.—Testimonies for the Church 4:618.MPa 177.1

    Los ministros deben animar a aquellos que Dios ha elegido en la iglesia para realizar una obra especial—Hay peligro que los ministros y presidentes de asociaciones, tomen mucha responsabilidad sobre sí y manifiesten poca confianza en la gente. La gente debe ser educada de tal manera que escudriñen las Escrituras por sí mismas. El Espíritu Santo ha de trabajar para moldear a cada hombre a la semejanza de Cristo. El hombre ha cometido un grave error al no tomar en cuenta que Dios trabaja a través de su iglesia. Los ministros deben dar amplio apoyo a los miembros de la iglesia en lo individual y a los que Dios ha elegido para hacer una obra especial de perfeccionar planes cuidadosos para salvar las almas de los que están en el error.—Manuscript Releases 9:146.MPa 177.2

    Los ministros deben dejar el camino libre para que los miembros tengan libertad de llevar adelante lo que el Espíritu Santo les indique—Dios ha dado “a cada hombre una obra”. ¿Por qué es que los ministros y los dirigentes de la asociación no reconocen este hecho? ¿Por qué no manifiestan su aprecio por la ayuda que los miembros de iglesia en lo individual podrían dar? Dejen que los miembros se despierten. Dejen que mantengan alzados los brazos de los ministros y obreros, llevando adelante los intereses de la causa. No deben medirse los talentos haciendo comparaciones. Si un hombre ejerce fe, y camina humildemente con su Dios, podrá tener poca educación, podrá ser considerado un hombre débil, sin embargo, puede cumplir con su cargo tan bien como el hombre que tiene la más refinada educación. El que se entrega sin reservas a la influencia del Espíritu Santo está mejor habilitado para realizar un servicio aceptable para el Maestro. Dios inspirará al hombre que no ocupa puestos de responsabilidad para trabajar por él. Si los ministros y hombres en puestos de autoridad dejan el camino libre, y permiten que el Espíritu Santo se mueva en las mentes de los hermanos laicos, Dios los dirigirá en cuanto a qué hacer para la honra de su nombre. Permítanles tener libertad para llevar adelante lo que el Espíritu Santo les indique. No se le ponga obstáculos a hombres humildes a quienes Dios podría usar. Si aquellos que ahora ocupan puestos de responsabilidad hubieran sido marginados a una clase de trabajo año tras año, no hubieran desarrollado sus talentos, y no hubieran sido preparados para los puestos que ahora tienen; y sin embargo no hacen ningún esfuerzo especial para probar y desarrollar los talentos de quienes han entrado recientemente a la fe.—The Review and Herald, 9 de julio de 1895.MPa 178.1

    Confíe en que el Espíritu Santo usará a cada miembro valioso de la iglesia—Ni los dirigentes de la asociación ni los ministros han sido llamados por Dios para mostrar desconfianza en el poder de Dios para usar a cada individuo que es considerado un miembro valioso de la iglesia. Esta así llamada cautela, está retrasando casi cada rama de la obra de Dios. Dios puede usar y usará a aquellos que no han tenido una educación cabal en la escuela de los hombres. Dudar de su poder para realizar esto es manifestar incredulidad; es limitar el poder omnipotente de Aquel para quien nada es imposible. ¡Oh, si hubiera menos de esta cautela desconfiada y no santificada! Deja a tantas fuerzas de la iglesia sin ser usadas; cierra el camino para que el Espíritu Santo pueda utilizar a los hombres; mantiene inactivos a aquellos que están deseosos y ansiosos de laborar en las filas de Cristo; desanima a muchos de entrar a la obra que llegarían a ser obreros eficientes juntamente con Dios si se les diera una oportunidad justa. Aquellos que podrían ser trabajadores, que ven la gran necesidad de obreros consagrados en la iglesia y en el mundo, deben buscar fuerza en los lugares secretos de oración. Deben seguir adelante en su labor, y Dios los bendecirá, y los tornará en bendición para otros. Tales miembros darían fuerza y estabilidad a la iglesia. Es la falta de ejercicio espiritual lo que hace a los miembros de la iglesia tan débiles e ineficientes. De nuevo preguntaría, ¿quién es culpable por el estado de las cosas que hoy existen?—The Review and Herald, 9 de julio de 1895.MPa 178.2

    Todo cristiano es ungido para la misión de compartir a Cristo—No es solamente la responsabilidad del ministro la de representar a Cristo al mundo, sino la de todo miembro de la iglesia. Ellos han de recibir los rayos de luz de Cristo, y reflejarlos a las almas cegadas por el error e infatuadas con las doctrinas falsas. Han de llevar en alto el verdadero estandarte de justicia, el cual es la santa ley de Dios, mientras que el mundo levanta el estandarte falso. Satanás está buscando presentar luz como tinieblas y tinieblas por luz, la verdad por error y el error por verdad. El extinguiría cada rayo de luz que brilla desde el trono de Dios, y en su lugar pondría su oscuridad. Pero los hijos de Dios están aquí, cada uno de ellos, con el propósito de iluminar al mundo. Mientras más despreciada, contrarestada y condenada sea la luz, mayor es la evidencia que tienen que su tarea es permitir que su luz brille hacia otros. Ellos reciben sus órdenes de Dios para guiar almas a la justicia, a la verdad y al cielo. La antorcha de la verdad debe brillar ante los ojos de los que la anhelan así como de los que no la desean. Cuando Cristo ascendió al cielo, la iglesia debía ser el agente, el medio a través del cual la luz sería dada al mundo. “Vosotros sois la luz del mundo”. Se requiere que todo individuo cristiano sea una luz viviente y radiante en el mundo. Debe luchar con Dios en oración secreta; entonces irá adelante en el espíritu de Cristo para conversar con los hombres. Ungido para esta misión, llevará consigo la atmósfera del paraíso. Sus palabras serán bien escogidas, y su rostro reflejará la imagen de su Maestro. Será la luz del mundo, una epístola viviente conocida y leída por todos los hombres.—The Review and Herald, 8 de marzo de 1887.MPa 179.1

    Todo miembro debe ser educado para hacer la obra para la cual esté mejor adaptado—Sábado tras sábado muchos de ustedes oyen la voz del predicador viviente, pero, ¿cuántos sienten la necesidad de traer la verdad a su vida práctica? ¿Cuántos se dan cuenta de que esa luz les es dada para que la reflejen a otros? Hay una gran necesidad de educar a la gente para que hagan su parte en la obra que les ha sido señalada; pero la educación de los miembros de la iglesia ha sido descuidada. Si los ministros instruyeran a sus miembros, tendrían un ejército que les ayudará a difundir la luz cuando se presente una crisis en el trabajo. Todo miembro de la iglesia debe hacer el trabajo para el cual esté mejor preparado, y arreglar el trabajo de tal manera que todo se mueva armoniosamente, y la prosperidad de la iglesia laboriosa se manifestará en un interés vital, que brotará entre quienes pongan sus energías en la causa de Cristo.—The Home Missionary, 1 de septiembre de 1892.MPa 179.2

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