Servicio y dedicación
Nos encontramos en un mundo que desprecia la rectitud y la verdad. ¿Qué haremos? Tenemos que empeñarnos de todo corazón en servir a Dios. «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mat. 6: 33). Servimos a un Dios que dice: «Si guardan mis mandamientos los bendeciré en sus campos, rebaños, manadas, viñas y toda obra de sus mano”. El Dios del cielo ha bendecido a los que guardan sus mandamientos. ¿Acaso permaneceremos como el pueblo especial de Dios, o pisotearemos la ley de Dios y diremos que no está vigente? De ser así, Dios también podría haberse eliminado a sí mismo. Cada detalle de la ley constituye un rasgo del carácter del Dios infinito.SE1 215.4
¿Qué hemos de hacer? Estudiemos las Escrituras. Escudriñemos las Escrituras. Indaguen para ver si ustedes están obedeciendo la ley de Dios y las normas de su justicia. Díganles a sus hijos que ustedes han descuidado la ley de Dios. Díganles que ustedes se sienten como Esdras se sintió. Allí estaba Josías, muy apenado porque la ley se había perdido, pues ellos se habían descuidados y no obedecieron la ley. Luego la llevan hasta donde estaba él. Alguien se pone de pie y lee, y el pueblo llora y se lamenta porque no haber guardado la ley. Pero regocíjense porque ustedes ahora tienen la ley. La observaremos. Traigamos nuestras ofrendas y dones, y ofrezcamos alabanzas a Dios con lágrimas y arrepentimiento. Eso es precisamente lo que necesitamos hacer.SE1 216.1
Si la luz de la ley de Dios llega a nosotros y reconocemos de manera inteligente que la hemos estado violando, podremos decir: «Ahora entiendo la razón por la que habíamos estado en tinieblas e incertidumbre. Ahora nos aferraremos a los mandamientos de Dios y los guardaremos y viviremos, “porque la ley de Jehová es perfecta: convierte al alma”». ¿Por qué debería Dios abolir algo perfecto? Necesitamos usar nuestra mente con una meta concreta y gozarnos y regocijarnos porque hemos descubierto que no éramos siervos fieles del Señor del cielo, pero que lo seremos en lo adelante. Ustedes no desearán que se revele en el juicio que estuvieron violando la ley de Dios y exponiendo a Cristo a la burla del mundo. Pensar en el bien sin practicarlo no será suficiente.SE1 216.2
Necesitamos a Cristo y a su obediencia; necesitamos beber del Espíritu de Dios. Deseo ser semejante a Cristo. Deseo practicar sus virtudes y ser un hacedor de la Palabra. ¿Y qué dijo él en el Monte? «No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir” (Mat. 5: 17). A sus oídos asombrados llegaron las palabras, sus mismos pensamientos se desplegaron ante ellos. Èl vino a cumplir cada detalle de la ley. «Antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido» (vers. 18). Deseo que acepten esto. Es la palabra de Dios. Ustedes escucharán a los hombres decir que la ley está abolida y que no está vigente. Y ellos actúan en armonía con lo que dicen. Pero ustedes no pueden darse el lujo de obrar contra Dios. «Porque sois colaboradores de Dios» (1 Cor. 3: 9). Preferiría ser colaboradora de Dios antes que actuar en su contra. Veo en él bellezas y hermosuras incomparables.SE1 216.3
Sin embargo, ustedes dicen: «La ley no puede salvar a nadie”. No, somos salvos por medio de Cristo, viviendo en obediencia a la ley, a través de los méritos y la justicia y las virtudes de su carácter. Y cuando nos aferramos a él con una fe viviente, ¿qué haremos? Guardar los mandamientos y la ley de Dios como la niña de sus ojos. Estas son las palabras de la divina inspiración: «Guardadlos y viviréis». No permitan que nadie toque esa parte de sus ojos. Ustedes saben lo doloroso eso es.SE1 217.1