4—Oír y actuar
EN MATEO 7: 22-28 se presentan dos grupos de personas: los que oyen y los que hacen. Hay gente que oye y no actúa, y hay gente que oye y actúa. El que no solo escucha sino que también es hacedor de la Palabra del Señor, este es el que construye sobre la Roca. Queremos estar entre aquellos que están edificando sobre la Roca eterna y no entre los que están construyendo sobre la arena. De estos dos grupos de edificadores que hemos mencionados, uno está colocando su cimiento en la arena, y el otro sobre la roca. He aquí la pregunta para nosotros, ¿cómo estamos edificando?SE1 23.1
La manera en que edificamos es muy importante. Necesitamos establecer un cimiento profundo para que las tormentas no nos muevan. Nuestra salvación tuvo un precio, costó la sangre del Hijo de Dios. Si bien se ha hecho todo lo posible para que tengamos una relación correcta con Dios, debemos meditar profundamente en todosSE1 23.2
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Sermón predicado en Santa Rosa, California, el sábado 7 de marzo de 1885. Manuscrito 5, 1885. los privilegios que hemos recibido en lugar de andar cuestionando siempre las decisiones de Dios respecto a nosotros, y determinando si esto o aquello es correcto. Hemos de seguir un curso que resista la prueba de su ley, una prueba que obrará en nosotros un eterno peso de gloria.
Dios nos pide que desarrollemos un carácter que sea capaz de soportar la prueba del juicio. No tendremos su protección cuando llegue las tormentas si en ese momento se demuestra que hemos malgastado el tiempo de prueba que se nos ha concedido a fin de que edifiquemos caracteres para la eternidad; porque el carácter que ahora estamos edificamos no es solo para este tiempo, sino para la eternidad. La parábola describe a los que edifican sobre la arena como aquellos que piensan que están bien, los que se presentan delante del Señor y dicen: «He hecho esto, he hecho aquello». «Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”». Pero esto no sirve de nada ante el Se-ñor. «Entonces les declararé: “Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”» (ver Mat. 7: 22-23).SE1 24.1