Mi labor
Hemos viajado por diferentes lugares de reuniones para que yo pudiera acompañar y estar junto con los mensajeros de Dios, quienes yo sabía que eran sus mensajeros y que tenían un mensaje para su pueblo. Presenté mi mensaje en armonía con el mismo mensaje que ellos proclamaban.SE1 118.1
¿Qué vimos? Vimos un poder que acompañaba al mensaje. En cada caso trabajamos, y algunos saben cuán esforzadamente lo hicimos a fin de que pudiéramos comunicar estos mensajes a los hermanos. Creo que lo hicimos durante una semana completa en Chicago, desde la mañana hasta la tarde. El diablo ha estado trabajando durante un año para hacer desaparecer completamente estos mensajes. Se requiere una ardua labor para cambiar las viejas opiniones. Ellos creen que deben confiar en su propia justicia y en sus propias obras, y continuar mirándose a sí mismos, y no apropiarse de la justicia de Cristo e integrarla en sus vidas y en su carácter. Trabajamos allí por una semana. Cuando hubo pasado una semana se produjo un cambio, y el poder de Dios, como una ola poderosa, llenó la congregación. Eso ocurrió con el propósito de dar libertad a los hombres, para señalarles al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.SE1 118.2
En el sur de Lancaster también se manifestó la obra poderosa del Espíritu de Dios. Aquí hay algunos que estuvieron en aquella reunión. Dios reveló su gloria, y todos los alumnos del colegio hicieron sus confesiones; la obra del Espíritu de Dios fue visible. Y así ocurrió de lugar en lugar. Dondequiera que fuimos, vimos la obra del Espíritu de Dios.SE1 118.3
¿Creen ustedes que como los diez leprosos yo debiera guardar silencio, y no elevar mi voz para cantar la justicia de Dios, alabarlo y glorificarlo? Trato de presentarles el asunto para que conozcan lo que he visto, pero parece que mis palabras caen en el vacío. ¿Por cuánto tiempo seguirá siendo así? ¿Por cuánto tiempo la gente que está en el corazón de la obra resistirá a Dios? ¿Por cuánto tiempo sustentaremos a estos hombres para que hagan la obra? Retírense de aquí, hermanos. Retiren sus manos del arca de Dios y dejen que el Espíritu de Dios venga y obre con poder. Creo que estoy en mi puesto de deber. Puedo perecer aquí como mi marido, pero tengo que hacer una obra para Dios. Necesito hacer una obra para la eternidad.SE1 119.1
¿Cuál es el testimonio que se ha dado aquí? ¿Quiénes son los que acudirán y les darán a ustedes algo, infundiendo nueva luz y llevándolos a una norma más elevada? Si ustedes pueden mostrármelos, si pueden demostrarme que la obra está avanzando, decimos amén; pero no podemos verlo. Anhelamos ver que Dios ponga su sello en la obra. Anhelamos ver hombres y mujeres que lleven credenciales celestiales realizando este trabajo en los últimos días hasta su finali-zación. Dios dará a cada ser humano una oportunidad si ellos están dispuestos a aceptarla [...].SE1 119.2
Ahora bien, hermanos, les ruego, por el amor de Cristo, que seamos sensatos. Permitamos que el Espíritu de Dios manifieste su influencia sobre nuestros corazones. Tengo un gran interés por todas las almas presentes. ¿Por qué? Porque miro hacia el Calvario y veo el precio que ha sido pagado por cada alma, y, por lo tanto, no quiero que nadie cierre la puerta de su corazón a Dios. Les ruego, hermanos y hermanas, a acercarse a Dios, a aferrarse a su poder y a no privarse a sí mismos de la bendición que Dios quiere impartirles.SE1 119.3