La fuente de toda verdad
Cristo fue la fuente de la verdad mientras estuvo en el mundo. Las enseñanzas que había dado a los profetas fueron colocadas en contextos equivocados, y era su papel ponerlas en una legítima perspectiva. Èl era el fundamento y el autor de toda verdad, y su labor consistió en despojarla de todas las tradiciones humanas, porque estas enseñaban los mandamientos de los hombres en lugar de los mandamientos de Dios. Quienes habían estado en las escuelas de los profetas, recibiendo su educación, consideraban que tenían más conocimientos que las demás naciones y que todos los pueblos de la faz de la tierra. Él se vuelve a ellos y les dice: «Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios» (Mat. 22: 29). En su ceguera consideraban a los árboles como si fueran hombres en movimiento. ¿Y por qué no tenían la verdad grabada en sus mentes? Pues, porque no estaban conectados con el Dios de toda verdad.SE1 102.3
Una parte importante de la gran obra de Cristo consistió en venir al mundo como representante del Padre. Pero el mundo no conoció a Dios; y eso es en gran medida lo mismo que sucede en nuestra época, incluso entre aquellos que afirman obedecer la verdad. No sé si me han escuchado decirlo en años anteriores: «Anhelo presentarles a Jesucristo. Deseo que lo consideren como a un Cristo de amor, de misericordia, de bondad y de tierna compasión”.SE1 103.1